Haití no fue siempre la "nación más pobre del hemisferio occidental", aunque hoy en día es casi imposible leer sobre el país sin encontrar esa frase. En los dos años transcurridos desde el terremoto que devastó el país, Haití ha experimentado un conflicto político y la epidemia de cólera por primera vez, cientos de miles de desplazados siguen viviendo en tiendas de campaña improvisadas como banderas llenas de polvo por los lados de las carreteras. Es fácil olvidar que, durante la mayor parte del siglo 19, Haití era un lugar de innovación agrícola, productividad y éxito económico.


La revolución de los esclavos que terminó con la creación de Haití en 1804 condujo a lo que el sociólogo Jean Casimir ha llamado un sistema en "contra-de-las-plantaciones". Como esclavos, los isleños habían cosechado y procesado de caña de azúcar, pero se alimentaban mediante el cultivo de sus propios pequeños huertos, para los que se habían desarrollado sofisticadas técnicas de cultivo intercalado - un tipo de agricultura sostenible, que incluyó la plantación de una variedad de cultivos juntos. Una vez libres, los haitianos se basaron en aquel conocimiento para la cría de ganado y cultivo de frutas, hortalizas y hasta el café para la exportación al mercado mundial. En el establecimiento de sus propias fincas, ellos anticiparon la imposibilidad de un retorno a las grandes plantaciones que habían definido los días de la esclavitud.

Este sistema de autosuficiencia agrícola brindó una mejor calidad de vida que la de los descendientes de africanos en el resto del continente americano. El país atrajo a muchos inmigrantes, incluyendo a miles de afro-americanos. Y aunque el gobierno de Estados Unidos no reconoció oficialmente Haití hasta 1862, los empresarios estadounidenses comerciaban con entusiasmo con la isla.

La economía de Haití fue descentralizada, organizada en torno a 11 regiones de gran autonomía, cada uno con su propio puerto. Había muchos conflictos en el país, en gran parte por el control del gobierno central, y los altos impuestos a las exportaciones, así como el poder de los comerciantes extranjeros, minaron las ganancias de los agricultores. Sin embargo, la economía de la región prosperó, y un sistema político y militar descentralizado le aseguró un gran control sobre su destino a la mayoría de haitianos.

En el siglo 20, sin embargo, este sistema fue objeto de una presión creciente. Los foráneos, junto con muchos de la elite haitiana, vieron las pequeñas explotaciones como una barrera para el progreso. Cuando los Estados Unidos ocuparon Haití, de 1915 a 1934, se empeñaron en centralizar la economía, en Port-au-Prince. [Los Estados Unidos] Presionaron -por medio de una reforma de la Constitución de Haití- para que los extranjeros pudieran ser propietarios de tierras, algo que los fundadores del país habían prohibido por temor al retorno de la esclavitud, y para reemplazar las granjas pequeñas con grandes plantaciones, propiedad de corporaciones extranjeras. Muchos agricultores vieron sus tierras expropiadas.

En los años 10, cuando estalló una revuelta el campo contra la ocupación y el uso de trabajos forzados para construir carreteras, los Estados Unidos establecieron una nueva central de gendarmería para reprimir la insurrección. La violencia y disminución de la actividad económica en el campo obligó a muchos haitianos a huir a las ciudades o a plantaciones en la vecinas Cuba y República Dominicana. En los años posteriores, el campo ha seguido experimentando la degradación ambiental y económica, así como el éxodo, mientras que las grandes ciudades, especialmente Port-au-Prince, se han sobrepoblado. Hoy en día, aproximadamente la mitad de los alimentos en Haití es importado.

El flujo de ideas y dinero a Haití tras el terremoto ofrece una oportunidad para restaurar el sistema de las pequeñas explotaciones que era un pilar de la sociedad haitiana después de la independencia. Michel Martelly, nuevo presidente de Haití, ha hablado de la necesidad de descentralizar la economía, y las organizaciones no gubernamentales han iniciado proyectos para ayudar a los agricultores. Pero mucho más se puede hacer.

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