jueves, 5 de enero de 2012

5 de Enero

Esta es la imagen que yo desearía que perdurara de mi padre, así lo recuerdo en sus faenas de domingo, limpiando el jardín de su casa, quizás un tanto desencantado de no tener más a menudo con quien conversar acerca del estado del mundo. Regresando a la imagen, mi padre a menudo repetía un dicho de Arcadia, su madre: comé hijo, así si te morís, te morís lleno.

Creo que de poder conversar ahora, seguramente se quejaría del incremento a la electricidad. Ni hablar del primer gobierno de izquierda que ha tenido El Salvador. Tampoco es difícil adivinar su reacción a la noticia aparecida este día de que en los textos de historia en Chile se cambia la expresión dictadura por régimen militar.
Su visión del mundo forjada durante los años de la guerra fría, nunca cambió. Eso no debería ser tan difícil de entender, si hacemos el intento de verlo a su manera, es decir hablamos de alguien que nace, crece y casi muere bajo una dictadura, perdón ..... bajo regímenes militares, y medianamente demuestra que no está tan conforme, y que tarde o temprano termina siendo etiquetado como rojo:

Ese hombre es un comunista- le dijo Luis López a Tomas Regalado en los años cincuenta, en la finca Chilata.

- ¿Ajá y de donde has sacado eso?- replicó Regalado

- Él es el único que lee el periódico todos los días- sentenció Luis López quien era empleado de confianza de Regalado.

Por cierto, El Diario de Hoy era el único periódico que se podía conseguir en Chilata, una finca de la familia Regalado dedicada al cultivo de café. Cualquiera que conozca El Salvador sabe que desde siempre El Diario de Hoy ha sido el periódico anticomunista por excelencia. Eso lo sabía muy bien Tomás Regalado, quien seguramente se lo contó como un chiste a Napoleón Viera Altamirano.

A pesar de todo, mi padre siguió leyendo el periódico hasta el final de sus días, en este caso La Prensa Gráfica, que en honor a la verdad solo se diferencia de El Diario de Hoy por los editoriales anticomunistas con los que de vez en cuando todavía nos divierte el hijo de Altamirano.

No podía ser de otra manera. Él practicamente aprendió a leer en los pedazos de papel de periódico con que envolvían las porciones de cemita que vendían en la única tienda de una finca del volcán de Santa Ana, en donde él trabajó siendo muy jóven. Otro empleado -algo progesista- que según mi padre era un negro como los de Jamaica, le ayudaba a entender aquellos caracteres que pasaron de ser meros jeroglíficos, a un relato de como estaba en el mundo.

No hay comentarios: