jueves, 23 de agosto de 2018

Por culpa de Cortázar

Instrucciones para ceder el asiento en el autobús
En realidad no existe un método único para ceder el asiento en al autobús, más bien el manual nos instruye acerca del arte de convencernos a nosotros mismos de que deseamos hacer una buena acción, cuando en realidad casi siempre deseamos que alguien se nos adelante. Este día para no ir más lejos, mi lectura de Cortázar fue interrumpida casi abruptamente cuando una simpática anciana se subió al autobús 30-B en metrocentro, de manera que yo me comencé a preparar mentalmente para cederle el asiento, aunque en el fondo deseaba que otro lo hiciera. A mi favor puedo argumentar  que me encontraba a medio camino entre las dos  puertas del autobús, de manera que las probabilidades de que otro  pasajero se me adelantara eran bastante altas. Para mi fortuna fueron varios los pasajeros, quienes a su paso le ofrecieron el asiento a la anciana, pero ella rechazaba amablemente cada ofrecimiento. Comencé a sospechar que mi mala suerte era tal, que la buena señora, lo que en realidad deseaba, era mi asiento. Fueron segundos de gran suspenso, hasta que la anciana cruzó frente a mis narices y pasó de largo, ya que lo que en realidad deseaba era bajarse del autobús.

Instrucciones para viajar en el asiento trasero de un Escarabajo con una bella desconocida
En este caso  sobra aclarar que sobrevivir el viaje  basta y sobra para decir misión cumplida, dada la incomodidad proverbial de este tipo de carruaje. Si por añadidura el recorrido ocurre al lado de una desconocida y  bella, el viajero feliz, seguramente experimentará algo semejante a viajar sobre una alfombra mágica, como la de Aladino. En todo caso, lo más seguro es que algún bache del camino será más que suficiente para bajarlo de la nube, y bueno tendrá que agarrar al toro por los cuernos, aunque en este caso el toro es la bella. Serrat dixit, que en situaciones semejantes es válido decir cualquier tontería, y los manuales de urbanidad y buenas maneras (y también las telenovelas) están repletos de  argumentos semejantes, de manera que no los vamos a repetir aquí. Lo que sí vale la pena referir, es lo que le ocurrió en una ocasión a Somar, viajando en una situación similar a la que nos ocupa en este texto. La luz no era la mejor, pero a Somar le bastó para identificar un detalle de la bella,  un tan solo detalle suficiente para comenzar una conversación bastante pueril acerca del sabor del carmín que ella usaba aquel día. "Fresa" repondió la Bella- después de pensárselo un par de milisegundos, Somar replicó "me dejas probar"...

Conducta en los velorios
La avenida L-D dista mucho de la calle Humboldt en donde las primas primeras o primas segundas de Cortázar, practicaban el arte de apropiarse de los velorios ajenos. A pesar de las distancias geográficas, culturales y temporales, a pesar de todo eso y más, los buenos habitantes de la avenida L-D, legaron algunas contribuciones originales al manual cortaziano de conducta en los velorios: "no robarás pan de los velorios de los otros" reza la primera regla. Cabe aclarar que no es lo mismo velorios ajenos que velorios de otros. La regla fue acuñada por Corleone durante un velorio  de un difunto de la avenida L-D, de cuyo nombre no puedo acordarme. Corleone llegó al velorio casi a la misma hora que Onofrio, quien tardó una nada en percatarse que los deudos estaban más bien escasos de pan, por lo que enfiló sus armas inmediatamente o más bien directamente hacia un velorio en el cual no tenía vela, ni entierro, y llenó los bolsillos de su pantalón con todas las piezas de pan que le cupieron, las cuales en realidad no fueron muchas dado el tamaño de sus pantalones, pequeños igual que él. La otra regla -"Prohibida la entrada de peludos encalzonetados y enchancletados a un velorio"- la acuñó el mismísimo Corleone, indignado cuando el futbolista salvadoreño más famoso de todos los tiempos  asistió encalzonetado y con chancletas al velorio del hijo de uno de los habitantes originales de la avenida L-D. Semejante chimado- se quejó Corleone - y no le llega ni a los carcañales a Cariota Barraza. Una de las dos cosas que más lamentará Corleone el día que se muera, será el no poder  aplicar estas reglas o inventar otras en su propio velorio, pero por las dudas ya me lo imagino redactando instrucciones precisas en las que veta tajantemente  la entrada de Jorge Gonzales a su velorio, tal como hizo McCain con el Joker. La segunda y más importante cosa que lamentará, será seguramente no poder exclamar su famosa frase "camino que todos llevan", en su propio funeral.




jueves, 16 de agosto de 2018

Fernando LLort: El planeta de los cerdos





Aretha






lunes, 6 de agosto de 2018

Kurosawa: sueños y rapsodia en agosto

2 sueños






Los amantes del bosque


El gran ojo


Escena final Rapsodia en agosto