domingo, 8 de diciembre de 2019

30 años no son nada

Hace 30 años, a las seis de la tarde de un día como hoy, me encontraba en Ciudad de México, intentando llegar a algún sitio que no estaba claramente definido, solo sabía que El Salvador se había vuelto demasiado peligroso para gente como yo. Después del asesinato de los sacerdotes jesuitas, todo era posible en mi país. Viendo las cosas en retrospectiva, aquello fue una verdadera insensatez.

Llevaba en mis bolsillos un poco más de seiscientos dólares, y el Hotel Majestic, en el que fui a parar el primer día, costaba treinta y cinco por noche. Los dados habían sido lanzados desde el momento en que abordé el avión, y lo único que tenía claro al llegar a la Ciudad de México, era buscar a Gerardo, un amigo de otros amigos, y que resultó ser un amigo verdadero, un hermano.

Aparecí como a ésta hora en la sala de redacción del periódico en el que Gerardo trabajaba en aquel tiempo. Inmediatamente llamó a Luis, un amigo entrañable de aquellos tiempos tan recios, que ahora cuesta creer que algunas de aquellas pequeñas cosas sucedieron en realidad. Mi único conflicto en aquella coyuntura, era que solo disponía de una botella de Havana Club, y se las ofrecí a los dos...

Tras conocer mis precariedades, Gerardo me ofreció hablar con su casera, para gestionar una breve estancia en su apartamento. Me explicó que en cosa de 3 días  podría dejar el Hotel. En el Majestic, me dieron una habitación con vista al Zócalo. A esta hora ví por primera vez la ceremonia de arriamiento de la bandera gigante que ondea frente al palacio nacional.

Con pocos recursos, y un permiso de tan solo 30 días para permanecer en México, era prudente mover las piezas sin vacilar. En semejantes circunstancias, en aquel tiempo, los salvadoreños tomábamos en dirección a los pocos países que nos ofrecían refugio, pero en todos los casos, estos países  exigían el reconocimiento como refugiado por parte de la oficina local de ACNUR.

En México, las celebraciones de fin de año son un asunto muy serio, y me encontré con que la oficina de ACNUR se encontraba de vacaciones hasta el 7 de enero. Para entonces, mi permiso de permanencia habría expirado. Ni modo, habría que explorar otras opciones. Una semana antes de la ofensiva de noviembre, conocí providencialmente a Javier, vicepresidente del Instituto de Ingenieros Mexicanos.

Con el apoyo logístico del Instituto de Ingenieros, pude usar sus recursos para comunicarme por fax a Italia. Aquello era casi como cuando los náufragos lanzan una botella al mar, sin muchas esperanzas de respuesta, Pero la respuesta llegó muy rápido, Mauro Loggini me preguntaba si prefería un boleto de avión, o dinero.

Recuerdo nítidamente que el día que caminé por el Paseo de la Reforma rumbo a las oficinas de Air France, me encontré con una manifestación que protestaba por la invasión que EE.UU. había iniciado en Panamá para detener a Noriega. La empleada de Air France se mostró extrañada de que el boleto fuera solo de ida. Ya que en aquel tiempo ida y vuelta costaría menos.

En aquellos días, entre un viaje de taxi y otro, casi invariablemente los taxistas me sugerían que me quedara en México. También Javier me ofreció lo mismo, cuando lo visité en su casa en Irapuato. De hecho, él hizo la consulta con las autoridades de la Comisión Federal para la cual trabajaba, y le respondieron afirmativamente.

Pienso que de haberme quedado en México, lo más probable es que no habría regresado a El Salvador. Las pocas semanas de diciembre del ochenta y nueve que permanecí allí consolidaron mi relación especial con aquella ciudad y su gente. Y aunque han transcurrido más de veinte años desde mi última visita,  veinte años no son nada, y treinta  tampoco.

El 23 de diciembre por la tarde, Gerardo y Luis, me despidieron a su manera en un bar ubicado cerca del apartamento de Gerardo en la zona del monumento a la Revolución. En un cierto momento llamaron un taxi que me llevó al aeropuerto. El vuelo México-París partía a las ocho de la noche. Allí  al otro lado de la ventana de la sala de espera aguardaba impaciente el enorme 747 de Air France.

Llegamos a París a eso de las dos de la tarde del 24.  El vuelo de Alitalia hacia Bologna partiría hasta las siete de la noche. No recuerdo gran cosa de aquel vuelo, excepto que el inglés del personal de vuelo, no era gran cosa. Un inglés avinagrado diríamos, Llegamos a Bologna a las nueve. El aeropuerto Marconi era pequeño, y la incertidumbre no duró mucho, ya que inmediatamente reconocí a Mauro tras la puerta de salida.

Antes de salir, el funcionario de migración revisó mi pasaporte, y de algún lado lado sacó una lista con los países que no necesitan visa, o quizás todo lo contrario. El Salvador no necesitaba visa, el hombre vió mi aspecto y me dijo en inglés con acento Boloñes buenas noches, bienvenido. Era la noche del 24, creo que con la buena acción recién hecha, se dio por satisfecho.

A finales de febrero, el gobierno italiano promulgó la ley Martelli, que legalizaba a todos los inmigrantes que habían ingresado antes del 31 de diciembre.  Por alguna razón, el funcionario de inmigración que autorizó mi ingreso el 24 de diciembre, olvidó sellar mi pasaporte, sin embargo las autoridades italianos aceptaron el boleto de avión como prueba de que había ingresado en aquella fecha.  El resto es historia.






miércoles, 20 de noviembre de 2019

Por Culpa de Mozart

Cuando nadie tiene la culpa, solo queda el mérito o virtud, en este caso la belleza, la perfección son culpa de Mozart, por no equivocar ni una sola nota, por no colocar ni una de más, ni una de menos. Como el pequeño príncipe en su viaje de galaxias, quizás buscando el agua que  cura también el  hipo sideral, quizás buscando la vida, la pequeña Sara llegó hace un minuto, siguiendo las pistas que le envió el pequeño Wolfgang desde la eternidad. Bienvenida dice Mozart, y nosotros todos, lo secundamos.

viernes, 8 de noviembre de 2019

Nunca es Triste la Verdad, lo que no tiene es Remedio

"Dime con quien andas, 
y te diré go home"
FACUNDO CABRAL

Este día la realidad me ha forzado a romper mi silencio en este blog en relación al racismo creciente en el mundo, y de manera particular Italia, un país que hace 30 años me recibió generosamente cuando me vi forzado a abandonar El Salvador. En aquella ocasión incluso los oficiales de inmigración italianos se conmovían por el desamparo evidente en el que llegábamos buscando refugio.

Las 200 amenazas que recibe cada día la senadora italiana Liliana Segre, quien fue deportada a Auschwitz a la edad de 13 años, lo lleva a uno a pensar que es precisamente el haber sobrevivido a la barbarie nazi  lo que más irrita a quienes la insultan y amenazan a diario. Para esta "gente", los sobrevivientes del Holocausto son algo así como delincuentes, ya que muchos de los nuevos "nacionalistas", además de admirar a Trump y a Salvini, siguen viendo con simpatía  a Hitler y Mussolini.

Dicen que los pueblos que olvidan olvidan la historia, repiten los mismos errores. Esperemos que esto no ocurra con los pueblos italiano y alemán. Es triste y preocupante escuchar lo que dicen algunos que en general se puede decir que son muy buenas personas, cuando afirman en el caso de Trump: "Si la economía está bien, el resto está bien....". No nos engañemos, este último personaje ha catalizado el fenómeno racista a nivel mundial. 

Por confundir lo que está bien con lo que a uno le conviene, más de un pueblo se ha ido al desastre. En las llamadas democracias occidentales, el racismo había sido escondido en el ropero o en la bodega de cosas inservibles, ya que desde la lucha por los derechos civiles en EE.UU., el fenómeno era considerado como políticamente incorrecto. Estamos en el peor de los mundos, cada cierto tiempo ocurren agresiones en contra de no blancos por su aspecto o por hablar en español.

Los defensores de los inmigrantes son tildados de "Losers" por más de un personaje innombrable.  En el contexto mundial actual, pienso que preferiría quedarme en El Salvador, antes que exponerme a la discriminación, exclusión y humillación sistemática con la que la que las democracias occidentales tratan a los que huyen de la violencia en países como El Salvador (Shithole countries). A lo mejor ese es el propósito.

martes, 5 de noviembre de 2019

Postales Noviembre 2019



  

















lunes, 16 de septiembre de 2019

Postales septiembre 2019