Beethoven es probablemente el más grande compositor que jamás ha existido. Para muestra un botón: en el movimiento final del concierto para Piano No. 4, Beethoven usa adornitos similares en gracia y en nivel a los que usan los grandes compositores como Mozart, pero de repente, el Maestro remata con una fuerza que nadie puede igualar, se desata como una fuerza de la naturaleza. Tras la primera embestida, el ambiente luce como el de una playa después que ha sido golpeada por un tsunami de diez metros y los incautos creen todo ha terminado, porque ven que el agua se retira. En ese momento Beethoven te suelta un tsunami de trescientos metros que este sí arrasa con todo lo que encuentra a su paso. Eso es Beethoven, una fuerza de la naturaleza que cuando se desata no tiene comparación. Casi todas sus obras tienen el mismo patrón, te prepara meticulosamente para darte un solo golpe final. Puede parecer tramposo haber usado esta versión del movimiento final del concierto para piano No. 4 dirigida por Leonard Bernstein, quizás el director que mejor supo interpretar como transmitir lo que Beethoven escribió en sus partituras. Las versiones de Lenny de este concierto y de la sinfonía No. 9, hablan por si mismas.
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