GRAND FINALE

En la música clásica, las obras desde el comienzo, preparan al que escucha para lo que depara el final. Por lo tanto, el final después de todo, no es algo tan malo. Y esto incluye la muerte. En la enumeración de las obras, el nueve tiene mala reputación. Si eres clásico, y escribes un concierto, una sonata, o una sinfonía y resulta que viene a ser la número nueve, oops, estamos en problemas.

Por supuesto, que este mito no afecta a todo el mundo. Beethoven usó el número nueve para su sinfonía final. Esta obra cambió el curso de la música, y nos afectó a todos. Cuando Phillips y Sony se embarcaron en el desarrollo del Compact Disk (CD), el presidente de Sony estableció como requisito que la capacidad de duración de la reproducción del Compact Disk, debía permitir la reproducción total de la novena sinfonía de Beethoven, es decir aproximadamente 73 minutos.

Se dice de Mahler, que cuando sus sinfonías llegaron al número nueve, le quitó el título de sinfonía a la obra. La siguiente sinfonía la tituló número 10, y la siguiente número 11. Schubert, en cambio, murió antes de concluir la sinfonía en la que trabajaba. De hecho, le faltaba un movimiento. Resultado de esa historia: la bellísima sinfonía inconclusa, que inclusive se usaba como banda sonora de la serie "Los Pitufos". La Inconclusa se encontraba en el primer CD que compré en Italia. 

Verdi,   que trabajó todas las variantes del drama Shakespereano a lo largo de su vida, para el Grand Finale seleccionó una Comedia, "Falstad". En parte también quería dar una demostración a toda prueba de su lucidez mental cuando ya pasaba de los 80. Finalmente, el Grand Finale de Debussy "La Sonata para Violín" la cual a diferencia del común de la obra Debussiana, no inspira atmósferas, ni mucho menos aire enrarecido. Más bien, evoca emociones.