jueves, 15 de diciembre de 2011

El Cementerio de Praga

UMBERTO ECO

..... En cuanto a la timidez, un poco de cocaina para soltarme la lengua.


- ¿Cocaina? ¿No es un veneno?

- Todo es veneno, si uno toma dosis exageradas, incluso el vino. Pero llevo dos años estudiando esta prodigiosa sustancia. Mirad la cocaina es un alcaloide que se aisla de una planta que los indigenas de América mastican para soportar las alturas andinas. A diferencia del opio y del alcohol, provoca estados mentales exaltados sin por ello tener efectos negativos. Es excelente como analgésico sobre todo en oftalmología o para curar el asma, útil en el tratamiento del alcoholismo y de las toxicomanías, perfecta contra el mareo, estupenda contra la diabetes; hace desaparecer como por arte de magia el hambre, el sueño, el cansancio, es un buen sustituto del tabaco, cura dispepsias, flatulencias, cólicos, gastralgias, hipocondría,, irritación espinal, fiebre del heno, y es un valioso reconstituyente en casos de tisis y cura la hemicránea, de sobrevenir una caries aguda, basta con intoducir en la cavidad un poco de algodon embedido en una solución al cuatro por ciento y el dolor se calma en seguida. Y, sobretodo, es maravillosa para infundir confianza en los deprimidos, levantar el espiritu, dar brío y generar optimismo.



El doctor estaba ya en su cuarto vaso y, evidentemente tenía embriaguez melancólica. Acercádonse a mi, como si quisiera confesarse.

- La cocaina es óptima para alguien como yo que, como le digo a mi adorable Martha, no se considera muy atractivo, que en mi juventud nunca fui joven y que ahora que ya tengo mis treinta años no consigo llegar a ser un hombre maduro. Hubo un tiempo en el que yo era todo ambición y ganas de aprender, y no pasaba día sin que me sintiera atribulado por el hecho de que la madre naturaleza en uno de sus momentos de clemenecia hubiera impreso la marca de ese genio que de vez en cuando concede a alguién.


Se detuvo de golpe con el aire de quien se da cuenta de que ha puesto su propia alma al desnudo. Pequeño judio quejica, me dije. Y decidí ponerle an apuros.


- ¿No se habla de la cocaina como un afrodisíaco?- pregunté


Fröide se puso colorado

- También tiene esa virtud, al menos me lo parece, pero..... no tengo experiencia al respecto. Como hombre no soy sensible a tales pruritos........


Así transcurren esos párrafos de "El Cementerio de Praga" en las que Simonini -personaje ficticio por supuesto- rememora en su diario sus conversaciones con Sigmund Freud en Chez Magny. El anuncio de Lloyd Manufacturing aparece en la página 62, de la versión en español editada por Lumen.

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