jueves, 6 de agosto de 2009

Juan José

En un lugar de la zona del volcán de Santa Ana, de cuyo nombre quisiera acordarme, pero no puedo, nació mi bisabuelo Juan José López en la segunda mitad del siglo XIX. En El Salvador rural de aquel tiempo, se organizaban caravanas de carretas o Romerías para ir a la feria de agosto. Es fácil imaginar que aquel viaje podía tomar varios días. Mi bisabuelo, siendo todavía un niño, de alguna manera se unió a una de esas caravanas para conocer la capital, y ver la feria de agosto. Los detalles de lo sucedido se han perdido para siempre en el tiempo, pero el hecho es que cuando la Romería regresó a Santa Ana, Juan José se había quedado para siempre en este lado del paìs. Unos comerciantes de San Martín lo encontraron llorando en el centro de San Salvador, y decidieron llevar al pequeño con ellos a su regreso a la zona de San Martín, en donde Juan José creció, se casó y tuvo hijos. Unos años más tarde [posiblemente en la década de 1880] nació mi abuelo Victor Manuel López, quien tuvo cuatro hijos con Arcadia Martínez: Juan Diego, Santos, Doroteo e Inés. Mi tia Santos López, a quien conocimos durante toda nuestra vida como María (Mamaría), nació en 1908; y mi padre Doroteo López, a quién en los últimos años de su vida se le conoció como José Doroteo, nació en 1914. El hermano mayor, Juan Diego de seguro que nació con el siglo. Al final de su vida tenía también un nombre diferente, Victor. El hermano menor Inés, era un recién nacido cuando ocurrió la erupción de 1917, Mamaría, me contó en innumerables ocasiones, que el hermanito falleció porque a la abuela se le secó la leche por el susto de aquel cataclismo. Victor López, mi abuelo, tuvo dos hijos más con una mujer de nombre Rosita: Joaquín y Carmela.

Yo nací en 1955, y mi linaje, y el de todos los López, a los que pertenezco, se remonta hasta Juan José, el niño que se extravió en San Salvador probablemente en la década de 1860. Ojalá supiera más para completar esta historia, pero los salvadoreños somos tan pobres que no tenemos ni historia. Mi padre fue revolucionario, mi abuelo fue informante del gobierno en su juventud, y en su vejéz terminó peleando por Arbenz. Yo soy profesor universitario, y mi sobrino, que bien podría representar a la siguiente generación, ojalá que llegue a Chef, si la discriminación lo permite. No se cuales eran los sueños de Juan José; pero el sueño del abuelo era conocer y vivir en México. Mi padre cumplió a su manera lo sueños del abuelo, y ojalá que yo pudiera estar a la altura de los sueños de mi padre, pero aún no sabemos el final de esta historia del primer gobierno de izquierda en El Salvador.

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