miércoles, 14 de octubre de 2015

Mañana Nunca se Sabe

Transitamos brevemente durante ese paréntesis que es la vida, que dura menos que una estrella fugaz, y hacemos planes -a veces cargados de optimismo- para un mañana del que no sabemos gran cosa. Y un día de esos llega la muerte y nos arrebata a uno de los nuestros, y como dice Milanés: y no ha pasado nada. En estas circunstancias nos sentimos pequeños, indefensos, impotentes a merced de las fuerzas del destino. Un hermano ha muerto lejos de su tierra original, tan lejos para nosotros como Marte o una estrella lejana.  Pero ahora Rusia es su tierra, allí están los suyos.


Cuando Yuri nació, la antigua Unión Soviética recien había envíado con éxito al primer cosmonauta al espacio. Mamaría, no perdió aquella oportunidad y seguramente usó toda su influencia en la familia para bautizar a su nieto con el nombre del primer hombre en ir al espacio. Nadie habría imaginado entonces que aquel niño -con nombre ruso-  nacido hace  más  de medio siglo viviría sus últimos 20 años en Rusia, y que tendría hijos rusos...


De niño, me acompañaba a veces a San Isidro, y quizás  esas pequeñas cosas -talvez sin importancia en aquel momento- ahora son de alguna manera uno de mis tesoros más preciados. Lo llevaba  a la barranca del tanquito para silbarle a los Talapos. Y de repente se nos hizo realidad aquello de "que mundo tan separado...".  Llegó la guerra, y Yuri tuvo bastante suerte de escapar con vida de nuestro país. Por un pelo, él y Herberth escaparon de un escuadrón de la muerte. Vivieron algunos años en Venezuela con Victor y Mamaría, y luego se movieron a Estados Unidos. El resto es la historia de un hijo afortunado.

Un día de repente, Yuri se convirtió en cocinero, y su vida cambió. Saint James Club se llama o se llamaba el lugar vip en el que trabajaba cuando lo visité en Los Ángeles en el 93. Se trata de  un lugar frecuentado por el jet set. Cuando dejó el Saint James, encontró una oportunidad en Rusia. Creo que desde que nació estaba predestinado para viajar a ese país. Algún día podremos escribir toda la historia. Nos queda su recuerdo, en este caso de una vida envidiable, vivida plenamente. Me queda el recuerdo de pequeñas complicidades, y la inevitabilidad de recordarlo siempre como se recuerda a un niño travieso que un buen día bebió un gran trago de kerosene o lejía y fue a parar al hospital. Un niño bueno y generoso, que para mi es lo que él será siempre...



Artículo de Revista Passport

Reseña de Restaurant "Navarros" en Restoran.ru Moscow

Radio La Voz de Rusia

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