viernes, 9 de enero de 2015

Los innombrables no ríen

El ataque contra el semanario satírico Charlie Hebdo nos es el primero ni tampoco será el último de la historia sin fin de la Guerra de la intolerancia en contra de la irreverencia, especialmente la irreverencia del tipo que practicaban los caricaturistas del semanario, la cual no se diferencia mucho de la irreverencia que practicaba  Balzac, y que le valió el incómodo galardón de que sus escritos figurarán en la lista negra de libros prohibidos por la iglesia. "Si yo no me meto con la iglesia, ¿por qué se mete la iglesia conmigo?" - se lamentaba Balzac....... Y la lista es larga.

Tampoco se diferencia mucho de la historia de la muerte de los sacerdotes jesuitas en 1989, especialmente de Ignacio Ellacuria. Probablemente porque sus agresores o sus amos, temían más a las ideas de Ellacuria que a las armas de los insurgentes, y tenían razón: la pluma es más poderosa que la espada.  Y no hay pluma mas irreverente que la que desafía  abiertamente al poder (Para muestra su editorial  "A sus ordenes mi capital").

El mismo razonamiento llevó al ERP a ajusticiar a Roque Dalton, el más irreverente en la breve historia de la poesía nacional. Sin embargo, sus ex-camaradas no eran los únicos que no toleraban al poeta. En el texto "La segura mano de Dios", escrito a propósito  de la muerte del general Martínez, Roque cometió el pecado -para muchos- de hablar irreverentemente acerca de uno de los iconos de la historia salvadoreña del siglo XX. En fin, para ciertas mentes decir o escribir o dibujar ciertos temas es un tabú. A los que no respetan los tabúes, pues bueno es necesario "educarlos", y de paso educar al resto.  A nosotros nos educaron bien: todavía les tememos.

En la novela "El nombre de la Rosa" de Umberto Eco, llevada al cine por Jaques Annaud (de cuyo guón citamos un fragmento), en la que el personaje principal William de Baskerville descubre que la causa de una serie de asesinatos ocurridos dentro de una Abadía en pleno medioevo, es el descubrimiento del libro "Poética" de Aristóteles, el cual se suponía que nadie debería leer. A lo largo de la trama se narran un par de duelos verbales entre William y el Jorge el monje bibliotecario.  El eco de esos duelos sigue latente hasta nuestros días:

-Venerado hermano -dice Guillermo- hay muchos libros que hablan de comedia, por qué le preocupa este.
- Porque es de Aristóteles.
- ¿Por qué es tan inquietante la risa? -pregunta de Baskerville.
- La risa mata el temor. Y sin temor no puede haber fe. Porque sin temor al demonio, ya no hay necesidad de Dios -replica Jorge.
- Pero no eliminará la risa si elimina el libro.
-  No, eso es seguro. La risa seguirá recreando al hombre. Pero, ¿qué pasará si, por este libro ....  los hombres sabios dicen que es permitido reírse de todo? ¿Podemos reírnos de Dios? El mundo recaería en el caos. Por tanto me cercioro  que no se diga lo que no se debe decir.... Y me convierto en su tumba.

Hay cosas que no han cambiado mucho desde los tiempos que recrea Eco en su texto. En pleno siglo XXI todavía hay personajes innombrables, como el Voldemort de la saga Harry Potter, con la no tan pequeña diferencia de que nuestros innombrables no son ficción. ¿Podemos reírnos de Dios? Se pregunta el monje bibliotecario. Resulta evidente que los perpetradores de la masacre en Charlie Hebdo ya respondieron esa  pregunta.






No hay comentarios: