martes, 21 de enero de 2014

1976: San Isidro 1- Vendaval 0




San Isidro FC: Jorge "Ñulo" Durán, Juan "Chamarra" Alas, Meme Marroquín, Víctor Granados, Rubén "Gualdia" Espino, Fito "Cotorro" Marín, Balta Marroquín, Roberto "Camposeco", Carmen "Cameche" Rosa, Israel Marroquín, Risiel Figueroa. Manager & D.T.: Roberto "Chicharrón" Marroquín. GOLES: BALTA MARROQUÍN.

C.D. Vendaval: Ricardo "Momia" Guirola, Mauricio "Mozote" Marroquín,  Margarito Reyes, Rigoberto Mancía,  Chepebeto Zarceño, Reynaldo Barrientos, Carlos "Perol" Galán, Rafael "Lechuza" Valenzuela, Roberto "Chibola" Durán, Edgardo "Gato" Contreras, Luis "Mandil" Marroquín. Manager & D.T. : Carlos "Chele" de Paz.


Esta es una historia que seguramente resultará difícil de digerir para cualquiera que no haya transcurrido aquella época de mediados de los años 70 en San Isidro. De hecho, tratando de reconstruir  los hechos de  aquella tarde lejana de 1976, debo confesar que esta hostia es difícil de tragar sin varias copas de vino.

De entrada debo confesar que no vi el partido. Para cualquiera de mi generación esto es comparable a lo que sería  el "Maracanazo" para uruguayos y brasileños,  al Italia 4-Alemania 3 para los italianos, o el Barcelona 5-Real Madrid 0 (de la época Mourinho) para los de Barcelona. En la crónica más memorable de aquellos tiempos, es decir en el programa de las fiestas patronales de San Isidro de 1977, el partido fue recordado en la lista de películas del año como  "Pánico en el Estadio".

Y no es para menos. Aquel instante del primer tiempo en el que Balta Marroquín  anotó aquel gol de cabeza sigue haciendo eco en la memoria de varias generaciones  de sanisidrenses.  Doña María Santamaría se desmayó no más darse cuenta que el gol había sido en contra del Vendaval. En 1937, su compañero de vida había sido uno de los fundadores del equipo.

Durante mucho tiempo, el Vendaval fue el equipo patronal de la hacienda, que era propiedad de la familia Regalado. Mis recuerdos se remontan a mediados de los años 60, y en esa época el presidente del Vendaval era Miguel Cuellar, el administrador de la hacienda,  y si mis recuerdos no me fallan, cada catorcena se le descontaba una cuota a los trabajadores para el funcionamiento del equipo. No sería extraño que este personaje también estuviera cargo de las finanzas.

En aquella época, recuerdo que el Vendaval llegó incluso a tener un entrenador para el equipo titular, reserva, infantiles y mosquitos. El mecanismo para fichar a un jugador era darle trabajo. Algunos llegaron, se quedaron y fundaron familias que tuve la fortuna de conocer. En este escenario, lo más natural del mundo era que los partidos del Vendaval como local se programaran los días domingos de pago, es decir el fin de semana correspondiente al pago de la catorcena.

En este mismo escenario surgió en los años 60 el San Isidro FC, un equipo fundado por trabajadores, el cual llegó a ser conocido en sus primeros años como "El Obrero". Heberto Cortéz fue durante mucho tiempo su dirigente más conocido. También recuerdo que  mi padre estuvo más de una vez entre los directivos de aquel proyecto. Obviamente era el equipo pobre de San Isidro, y le correspondía jugar los domingos de "rezago", es decir el fin de semana que no había pago.

Recuerdo su uniforme clásico, camisola amarilla -desteñida- con cuello negro, pantaloncillos negros, casi verdes por el uso, y medias a rayas negro-amarillo. Recuerdo a un portero famoso, probablemente el primero que tuvo el San Isidro, el Mochez. También recuerdo a jugadores como Israel Marroquín y Remberto Marroquín  que en aquella época eran muy jóvenes. A todos los recuerdo vistiendo aquel uniforme desteñido.

Para 1976, ni el San Isidro era tan débil, ni el Vendaval era tan opulento. Pero cuando se ultimaron los detalles para realizar aquel partido, la dirigencia del Vendaval estaba tan segura  de que ganarían fácilmente, que decidieron apostar el todo por el todo. Durante esas conversaciones Roberto Marroquín intentó convencer a Carlos de Paz de repartir la taquilla mitad y mitad, pero Carlos le respondió algo así como que al perdedor solo le iba a quedar lamer el suelo. Al final la taquilla fue de aproximadamente doscientos colones (ochenta dólares al cambio de aquella época).

- Fijate -me dijo Roberto Marroquín a mediados de diciembre pasado- que cuando fui a buscar al Chele Paz para cobrarle,  me alegó que el gol había sido en posición adelantada, que no valía. Pero allí estaba Castro y le dijo  el gol fue legítimo. Camposeco se descolgó, y Chepebeto no lo pudo alcanzar, hizo el centro, y  Momia dice que no vio la pelota, !lo que vio fue un gato negro.¡... 

Esta parte del relato la he incluido ya que como parte del protocolo previo al partido, Salvador Montano hizo un  ritual, copiando lo que hizo el brujo de los haitianos en el partido que le ganaron a El Salvador 3-0 en el Flor Blanca en la clasificación para el mundial de 1970. No quisieron jugar con nuestra pelota -me contó Roberto  Marroquín- tenían miedo que estuviera embrujada.

- En aquel partido no hice ningún cambio -me dijo- ¿para que iba a hacer cambios?, si los once estaban jugando bien

En esa plática inesperada del 18 de  diciembre me contó de la fiesta y la borrachera de aquel sábado por la noche, y el gran chasco que fueron a protagonizar a San Miguel el día siguiente, ya que debían un partido de visita, y la mayoría de jugadores  todavía estaban indispuestos.

- Este Israel- dijo refiriéndose a Israel Marroquín que también estuvo  en la entrevista- mejor se bajó allá por la terminal de oriente para regresarse a San Isidro. Cameche se quizo sentar poniéndose los tacos  y ya no se pudo levantar. Tuvimos que equipar a Victor "Mirailo". Los de San Miguel se preocuparon porque creyeron que habíamos llevado un refuerzo brasileño.

- Yo me perdí el partido porque mi papá no me avisó -le dije- creo que tenía temor del zafarrancho que se podía armar.

- Y eso que Don Chepe estaba bien contento por el gane -me dijo- hasta le dio  veinticinco Colones de premio a Balta, por el gol.


Aquel fue el partido del siglo en San Isidro, y yo me lo perdí en parte porque tenía un examen en la Universidad, y en parte porque nadie me avisó que iban a jugar. Especialmente mi padre. Cuando aparecí por San Isidro a media mañana del día después, casualmente encontré a Víctor Granados frente a la Iglesia:

-Chepe- me dijo- no supiste del partido
-¿cual partido?- le dije
-jugamos ayer contra el Vendaval, y les ganamos -me dijo con una expresión del que todavía no está seguro si soñó con algo, o si fue realidad.
-¿Como quedaron?-creo que le pregunté.
- Uno a cero, Balta de cabeza.

No es por hacer comparaciones con otras historias, pero de alguna manera este partido ganado contra todo pronóstico por el David de esta historia, trasciende lo deportivo,  es casi como la historia del Napoli de Maradona de finales de los años ochenta -que le ganó la final del calcio al Milan de Berlusconi- un caso de análisis casi sociológico, ya que Milano es la ciudad más rica de Italia y Napoli una de las más pobres. 

Pero sobre todo, este partido es la historia de un "Maracanazo" al estilo sanisidrense. Al igual que en el "Maracanazo" original, en el que Brasil jugó la final del mundial con camisolas de campeones bajo la camisa oficial, y Uruguay los bajó de la nube. Al igual que en 1950, también en 1976 ninguno de nosotros ni en los mejores sueños (o los peores dependiendo a qué bando se apoyaba) veía  al San Isidro derrotando al Vendaval.


Epílogo
En los años siguientes recuerdo haber sido testigo de  dos partidos Vendaval-San Isidro. El primero lo ganó el Vendaval 2-1, y el último que vi terminó en empate 1-1. Jamás vi ganar al San Isidro. A día de hoy, casi cuatro décadas después del primer partido, estoy convencido que es necesario rescatar este y otros capítulos de la memoria histórica de San Isidro, y sobretodo -en este caso- recordar con gratitud a aquella generación de deportistas. Va por ellos.





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NOTA DEL AUTOR
Hago un mea culpa y suplico perdón por cualquier error involuntario en los nombres y en las posiciones de cada jugador en las alineaciones de los dos equipos, y también por omitir detalles que seguramente son importantes, pero que desconozco.  También debo reconocer que el texto no es un cien por ciento objetivo, ya que está escrito desde el lado  del  San Isidro FC, sin embargo quisiera alegar en mi defensa que algunos de mis amigos  de infancia jugaron para el Vendaval, y allí está Reynaldo como prueba. Además yo mismo jugué en la división "mosquitos" (hace casi 50 años).  Por último, pero no lo menos importante, agradecimientos especiales a Roberto Marroquín.










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