miércoles, 11 de septiembre de 2013

11 septiembre 1973

Los Cinco Minutos de Víctor Jara (Septiembre 2011)


Te recuerdo Amanda
la calle mojada
corriendo a la fábrica
donde trabajaba Manuel

La sonrisa ancha
la lluvia en el pelo
no importaba nada
ibas a encontrarte
con él
con él
con él

Son cinco minutos
la vida es eterna 
en cinco minutos
suena la sirena 
de vuelta al trabajo
y tu caminando
lo iluminas todo
los cinco minutos
te hacen florecer.

Uno de los recordatorios más tristes del otro 11 de septiembre, es el asesinato del Cantautor Víctor Jara a manos de los militares golpistas que derrocaron al presidente Salvador Allende. Víctor fue asesinado en el estadio de Santiago, el cual por paradojas de la historia, hoy lleva su nombre.

En "Te recuerdo Amanda", Víctor nos tocó en lo más hondo, contando de primera mano la historia de sus padres Amanda y Manuel. Los cinco minutos de Amanda, no solo se hicieron eternos, también se hicieron universales, regalándonos una de las más bellas canciones de amor escritas en cualquier idioma.





Los tres funerales de Allende. ( Septiembre 2011)

Salvador Allende será enterrado por tercera vez el próximo 4 de septiembre, a tan solo siete días del otro 11 de septiembre. "Que el presidente mártir de los chilenos no haya podido "descansar en paz" se debe a las difíciles circunstancias de su primera muerte cuando los militares golpistas de Pinochet bombardearon el palacio presidencial La Moneda en 1973 y el presidente democráticamente electo muere. Es el cómo de esta muerte lo que ha determinado sus tres entierros"escribe Antonio Eskarmeta y añade: "Creo que una evaluación justa de Allende jamás será posible porque tuvo que conducir un país anormal, ingobernable: la reacción y la CIA determinaron desde antes que asumiera que era un "hombre muerto que camina "Dead man walking."

Pese a que la era de la guerra fría -en el papel- es cosa del pasado, y que EE.UU. de manera oficial ya no alienta golpes de estado como el que derrocó a Allende el 11 de septiembre de 1973, los motivos sobran a la hora de invadir países. En el caso de Libia, a esta fecha podemos atestiguar que todavía no han terminado las hostilidades, y ya comenzó la lucha por la repartición de los contratos. Aquí se aplica la vieja regla política "el que se mueve , no sale en la foto". En este caso para sacar del pastel a China, Rusia y Alemania.

Para no ir tan lejos, el golpe de estado a Zelaya, presidente electo democráticamente, al igual que Allende, y las reacciones espontáneas de apoyo al golpe por parte de los sectores más trogloditas de la política y el empresariado centroamericano, alentados por el ala más dura del partido republicano, nos hacen temer que no son pocos los que todavía sueñan con el retorno de los regímenes autoritarios a las repúblicas bananeras. De hecho, la derecha política salvadoreña condecoró al golpista hondureño Micheletti. Más claro no canta un gallo.

La combinación de condiciones que precedieron al 11 de septiembre de 1973, tuvo de todo menos espontaneidad. Los paros de los transportistas, y el desabastecimiento en la canasta básica no ocurrieron por casualidad. Por otra parte sería una ingenuidad negar que la administración Allende cometió errores graves, también es posible que la izquierda más radical haya complicado aún más las cosas con su accionar. Todo eso es posible. Pero lo más importante es que para "los sectores más reaccionarios y para la CIA, desde antes que asumiera, Allende ya era un hombre muerto que camina". La suerte estaba echada.



Pablo Neruda :Allende

Confieso que he vivido. Chile, 14 de septiembre de 1973
Salvador Allende y Pablo Neruda
 
Cronología 1970 - 1973
 
Discursos y mensajes
Salvador Allende :
Triunfo de la Unidad Popular,
septiembre 1970
Vía chilena al socialismo,
mayo 1971
Nacionalización del cobre,
julio1971
Un año de gobierno,
noviembre 1971
Inauguración del Museo de la Solidaridad, 1972
Universidad de Guadalajara,
diciembre 1972
Naciones Unidas,
diciembre 1972
La Moneda,
11 septiembre 1973
 
Discursos y mensajes
Pablo Neruda:
Premio Nobel,
octubre 1971
Allende
 
Afiches y murales. Gráfica política 1970 - 1973
Afiches y murales. Gráfica política 1970 - 1973

Mi pueblo ha sido el más traicionado de este tiempo.
De los desiertos del salitre, de las minas submarinas del carbón , de las alturas terribles donde yace el cobre y lo extraen con trabajos inhumanos las manos de mi pueblo, surgió un movimiento liberador de magnitud grandiosa. Ese movimiento llevó a la presidencia de Chile a un hombre llamado Salvador Allende, para que realizara reformas y medidas de justicia inaplazables, para que rescatara nuestras riquezas nacionales de las garras extranjeras.

Donde estuvo, en los países más lejanos, los pueblos admiraron al presidente Allende y elogiaron el extraordinario pluralismo de nuestro gobierno . Jamás en la historia de la sede de las Naciones Unidas, en Nueva York, se escuchó una ovación como la que le brindaron al presidente de Chile los delegados de todo el mundo. Aquí en Chile se estaba construyendo, entre inmensas dificultades, una sociedad verdaderamente justa, elevada sobre la base de nuestra soberania, de nuestro orgullo nacional, del heroísmo de los mejores habitantes de Chile. De nuestro lado, del lado de la revolución chilena, estaban la Constitución y la ley, la democracia y la esperanza.

Del otro lado no faltaba nada. Tenían arlequines y polichinelas, payasos a granel, terroristas de pistola y cadena, monjes falsos y militares degradados. Unos u otros daban vueltas en el carrusel del despecho. Iban tomados de la mano el fascista Jarpa con sus sobrinos de Patria y Libertad, dispuestos a romperles la cabeza y el alma a cuanto existe, con tal de recuperar la gran hacienda que ellos llamaban Chile. Junto con ellos, para amenizar la farándula, danzaba un gran banquero y bailarín , algo manchado de sangre; era el campeón de rumba González Videla, que rumbeando entregó hace tiempo su partido a los enemigos del pueblo.

Ahora era Frei quien ofrecía su partido demócrata - cristiano a los mismos enemigos del pueblo, y bailaba además con el ex coronel Viaux, de cuya fechoría fue cómplice. Estos eran los principales artistas de la comedia. Tenían preparados los viveros del acaparamiento, los miguelitos, los garrotes y las mismas balas que ayer hirieron de muerte a nuestro pueblo en Iquique, en Ranquil, en Salvador, en Puerto Montt, en la Jose María Caro, en Frutillar, en Puente Alto y en tantos otros lugares. Los asesinos de Hernán Mery bailaban con naturalidad santurronamente. Se sentían ofendidos de que les reprocharan esos pequeños detalles.
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Chile tiene una larga historia civil con pocas revoluciones y muchos gobiernos estables, conservadores y mediocres. Muchos presidentes chicos y sólo dos presidentes grandes: Balmaceda y Allende. Es curioso que los dos provinieran del mismo medio, de la burguesía adinerada, que aquí se hace llamar aristocracia. Como hombres de principios, empeñados en engrandecer un país empequeñecido por la mediocre oligarquía, los dos fueron conducidos a la muerte de la misma manera. Balmaceda fue llevado al suicidio por resistirse a entregar la riqueza salitrera a las compañías extranjeras.

Allende fue asesinado por haber nacionalizado la otra riqueza del subsuelo chileno, el cobre. En ambos casos la oligarquía chilena organizó revoluciones sangrientas. En ambos casos los militares hicieron jauría. Las compañías inglesas en la ocasión de Balmaceda, las norteamericanas en la ocasión de Allende, fomentaron y sufragaron estos movimientos militares.

En ambos casos las casas de los presidentes fueron desvalijadas por órdenes de nuestros distinguidos aristócratas. Los salones de Balmaceda fueron destruidos a hachazos. La casa de Allende, gracias al progreso del mundo, fue bombardeada desde el aire por nuestros heroicos aviadores. Sin embargo, estos dos hombres fueron muy diferentes. Balmaceda fue un orador cautivante. Tenía una complexión imperiosa que lo acercaba más al mando unipersonal. Estaba seguro de la elevación de sus propósitos. En todo instante se vió rodeado de enemigos. Su superioridad sobre el medio en que vivía era tan grande, y tan grande su soledad, que concluyó por reconcentrarse en sí mismo. El pueblo que debía ayudarle no existía como fuerza, es decir, no estaba organizado. Aquel presidente estaba condenado a conducirse como iluminado , como un soñador: un sueño de grandeza se quedó en sueño.

Después de su asesinato, los rapaces mercaderes extranjeros y los parlamentarios criollos entraron en posesión del salitre: para los extranjeros, la propiedad y las consesiones ; para los criollos las coimas. Recibidos los treinta dineros todo volvió a su normalidad. La sangre de unos cuantos miles de hombres del pueblo se secó pronto en los campos de batalla. Los obreros más explotados del mundo, los de las regiones del norte de Chile, no cesaron de producir inmensas cantidades de libras esterlinas para la City de Londres.

Allende nunca fue un gran orador. Y como estadista era un gobernante que consultaba todas sus medidas. Fue el antidictador, el demócrata principista hasta en los menores detalles. Le tocó un país que ya no era el pueblo bisoño de Balmaceda; encontró una clase obrera poderosa que sabía de qué se trataba. Allende era dirigente colectivo; un hombre que, sin salir de las clases populares, era un producto de la lucha de esas clases contra el estancamiento y la corrupción de sus explotadores. Por tales causas y razones, la obra de que realizó en tan corto tiempo es superior a la de Balmaceda; más aun, es la más importante en la historia de Chile. Sólo la nacionalización del cobre fue una empresa titánica, y muchos objetivos más se cumplieron bajo su gobierno de esencia colectiva.

Las obras y los hechos de Allende, de imborrable valor nacional, enfurecieron a los enemigos de nuestra liberación. El simbolismo trágico de esta crisis se revela en el bombardeo del Palacio de Gobierno; uno evoca la Blitz Krieg de la aviación nazi contra indefensas ciudades extranjeras, españolas, inglesas, rusas; ahora sucedía el mismo crimen en Chile; pilotos chilenos atacaban en picada el palacio que durante siglos fue el centro de la vida civil del país.

Escribo estas rápidas líneas para mis memorias a sólo tres dias de los hechos incalificables que llevaron a la muerte de mi gran compañero el presidente Allende. Su asesinato se mantuvo en silencio; fue enterrado secretamente; sólo a su viuda le fue permitido acompañar aquel inmortal cadaver. La versión de los agresores es que hallaron su cuerpo inerte, con muestras de visible suicidio. La versión que ha sido publicada en el extranjero es diferente. A reglón seguido del bombardeo aéreo entraron en acción los tanques , muchos tanques, a luchar intrépidamente contra un solo hombre: el Presidente de la República de Chile, Salvador Allende, que los esperaba en su gabinete, sin más compañía que su corazón , envuelto en humo y llamas.

Tenían que aprovechar una ocasión tan bella. Había que ametrallarlo porque nunca renunciaría a su cargo. Aquel cuerpo fue enterrado secretamente en un sitio cualquiera. Aquel cadáver que marchó a la sepultura acompañado por una sola mujer que llevaba en sí misma todo el dolor del mundo, aquella gloriosa figura muerta iba acribillada y despedazada por las balas de las metralletas de los soldados de Chile, que otra vez habían traicionado a Chile.

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