miércoles, 22 de julio de 2009

De la Política en Tiempos de la Peste

En una escena del film Farenheit 911, Michael Moore conversa con un congresista de los EE.UU. y este le confiesa que nunca leen las leyes, decretos o tratados que firman. Que nuestros políticos tampoco leen lo que firman o aprueban, es lo de menos, el verdadero problema es si entienden lo que firman. En el pasado se aprobaron tratados como el CAFTA, leyes como la dolarización, y todas las reformas que permitieron desregular, restructurar y privatizar, el sector eléctrico, las telecomunicaciones, las pensiones, y otros; y lo más seguro es que la mayoría de honorables que votaron por su aprobación no leyeron lo que aprobaron, o no lo entendieron. Es igualmente preocupante que los que votaron en contra, o se abstuvieron, tampoco tenían mayor cosa que decir.

En estos tiempos [de la peste según algunos cronistas], el rol de algunos diputados parece un retorno al de los bufones en las cortes medievales. No es necesario que puedan leer, ya que nunca leen los documentos que aprueban; ni saber hablar, ya que la mayoría nunca habla; ni es necesario que piensen, ya que los decisiones se toman lejos del palacio legislativo. La forma, más que el fondo, del proceso de elección de los magistrados y del presidente de la Corte Suprema de Justicia, solo evidenció lo que ya sabíamos. La coincidencia de algunos capítulos de este proceso con las audiencias ante el Congreso de EE.UU. de la jueza Sotomayor que aspira a una magistratura similar, nos recuerdan la sentencia de Borges cuando alguien le preguntó:

- ¿Cuanto tiempo le hace falta a América Latina para salir del estado actual?
- 300 años- respondió Borges
- ¿Y que hacemos para mientras?
- !Jodernos!

Por último, un ejemplo de como los políticos están en todo, excepto en donde deberían. Hace más de 30 años, un presidente de la Asamblea Legislativa, que también fue presidente de AGEUS, estableció un precedente histórico, al emitir un decreto legislativo que prohibía el descenso temporal de equipos de la liga mayor de futbol. No conozco de otro país, capaz de superar semejante disparate, a excepción de una ordenanza municipal del Comune di Vinci, en Italia, estableciendo un límite a la velocidad de la luz de 40 km/h.........

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