jueves, 14 de septiembre de 2017

Dejo Constancia (Un disco de culto)

Las obras de  culto, aparentemente adquieren dicha  categoría, cuando a pesar de lo que lo digan los que se supone que saben, aquella obra  se convierte en imprescindible a fuerza de que en el caso de un acetato, o bien nunca tuvimos aquel disco en nuestras manos, y apenas lo que pudimos conseguir fueron cassettes mal copiados, etc. O bien, si se trata de un libro, y  la única vez que pudimos ojear brevemente aquel poemario, fue porque al  libro y a ti los habían olvidado  en el mismo sofá, tal como me ocurrió con "Inventarios". Y especialmente cuando treinta años después de aquel primer encuentro, la devoción sigue vigente..




 Esta semana para no ir más lejos, siguiéndole la pista a la huella que deja el Cigala con su espectáculo de Tango, bueno, primero aparece el Calamaro, haciendo un dúo con el Cigala, y luego siguiéndole la pista al Calamaro, aparece Alejandro del Prado, y ya está, justo al abrirse esa puerta, reaparece aquel disco de culto  tanto tiempo olvidado. El cantor grabó "Dejo Constancia" en la primera mitad de los 80´s con la colaboración de Silvio Rodríguez, Lito Nebbia, el poeta Boccanera (todos los textos son del poeta), y otros. "Qué cazador", es una de las canciones que mejor definen  -en el caso de mi pista sonora personal- el punto de mitad de los ochentas. Quince o más años después, el poeta Boccanera vendría a El Salvador para participar en un encuentro de Poetas, y lo vi en TV (en el canal 10) leyendo su poema "Oficio", y en aquel momento por fin pude atar cabos.



Del Prado es de alguna manera casi un poeta maldito. Para sobrevivir ha tenido que trabajar como albañil, y también como entrenador de futbol de ligas menores. Su caso, y el de otros -como por ejemplo Badfinger- demuestran que no basta con el talento. Lo puedes tener de sobra, y lo mismo no sales de nada. Pero queda constancia de que es un gran compositor. Bien puesto el título de aquel disco de culto: "Dejo Constancia". Mientras tanto, hace no mucho, Fito Paez se quejaba de alguna manera de un fenómeno que según él decía mucho acerca del estado de la situación: los bonarenses hacían cola cómo locos para ver al zar del reino de los ciegos, y mientras tanto los conciertos de Charly, como sí nada.





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