miércoles, 20 de septiembre de 2017

México en el corazón

Hace poco menos de 33 años hice mi primera expedición a la Ciudad de México. Fue en diciembre de 1984, hice de copiloto de uno de los dos Luises, ya que el otro Luis se había empeñado en casarse con una salvadoreña, y nosotros, es decir el otro Luis y Yo, serviríamos de testigos, o padrinos, no recuerdo exactamente. De hecho, preparé una antología para emprender aquel viaje. Sonaban en aquel tiempo las canciones de Rubén Blades, especialmente las de los discos "Descubriendo América" y " Canciones del Solar de los Aburridos". También sonaban en aquellas tertulias las canciones de otros discos pertenecientes a la fonoteca de uno de los dos Tocayos, entre las que recuerdo las excelentes versiones que hizo Roberto Torres  para "Caballo Viejo" y "Popurrí del trío Matamoros". A aquella antología la titulamos "Tocayo´s Bar", y en la encarnación actual se ha convertido en una lista de YouTube.



El 23 de diciembre, casi a medianoche, aparecimos en casa de la familia del Tocayo mexicano. Casi de madrugada llegamos al apartamento que Gerardo A. tenía en Tlatelolco. Gerardo insistió en que el protocolo no permitía recibir a dos viajeros llegados desde tan lejos, sin un brindis en Garibaldi. El resto es historia. Cuando regresamos a Tlatelolco, ya casi amanecía. Es la vez primera que recuerdo lo que se siente al caminar dormido. El Tocayo salvadoreño  había tomado el curso práctico de prisionero político en El Salvador a principios de los ochenta,  y en aquella ocasión Gerardo movió a los corresponsales extranjeros en México en la campaña para liberarlo, de manera que eran viejos conocidos. Yo era el único nuevo en todo. El segundo round de aquel tour fue la noche del 24 de diciembre. Gerardo nos había invitado a brindar con su familia, pero el tocayo mexicano no nos permitió abandonar su casa hasta bien entrada la madrugada del 25. Por segundo día consecutivo, o más bien segunda madrugada consecutiva, practiqué la caminata del sonámbulo.Creo que al siguiente día era la fiesta en la oficina de la agencia de noticias europea de la que Gerardo era corresponsal. Yo me sentía casi como un personaje outsider del film de Warren Beatty dedicado a John Reed. No es casualidad que mis recuerdos de aquellas noches sean casi en cinemascope. Otro día era la fiesta de la agencia de noticias salvadoreña (no oficial). Y nosotros pecando de naíf, llegamos en  un automóvil  con placas salvadoreñas. Para cuando llegamos a la noche vieja, en el apartamento de Gerardo, ya el Tocayo salvadoreño estaba tan golpeado que cuando Gerardo le ofreció un trago de Slivovitz, y el incauto Luis cometió la imprudencia de aceptarlo, a pesar de que Gerardo le advirtió acerca de los poderes casi mágicos (o más bien todo lo contrario) que se le atribuyen a este brandy muy popular en la entonces Checoslovaquia y la entonces Yugoslavia, a pesar de todo el Tocayo salvadoreño argumentó en su defensa que él había bebido chaparro desde que era casi un bebé, y acto seguido empinó el codo, y cuando despertó ya estábamos en 1985. En el film "The Hunting Party", Richard Gere interpreta a un corresponsal de guerra caído en desgracia que se ha quedado como free lance en la ex-Yugoslavia. Esta historia  me recuerda el mundo de los corresponsales de guerra en El Salvador, en aquella época. En una escena, los protagonistas se disponen a brindar con Slivovitz, cuando alguien les advierte que siempre que se abre una botella de aquel brandy, el diablo sonríe en una esquina..


Casi 8 años después, en abril del 93, hacíamos con Gerardo un recuento de aquellas historias (especialmente hablamos del Tocayo mexicano, que para entonces ya nos había dejado), en un bar de Madrid, ya que de pura casualidad, mientras hacía una escala de 3 días en Madrid regresando de mi aventura italiana, me encontré en una estación del metro, con un afiche en el que se anunciaba una conferencia acerca de El Salvador, y el conferenciante era nada menos que Gerardo. Después de la ofensiva del 89, yo decidí salir para México como escala para buscar un destino más definitivo. La verdad es que en aquella huida, mis únicas referencias en Ciudad de México eran Gerardo, y el Tocayo mexicano. Gerardo se había quedado sin apartamento, ya que con el terremoto del 86, el piso de Tlatelolco había pasado a ser historia. Gerardo se las arregló con su casera para que me permitiera quedarme unos días. Desde que había salido de México, el 23 de diciembre del 89, no tenía contacto con Gerardo, hasta que tras una búsqueda al mejor estilo Sherlock Holmes, lo pude encontrar en la guía telefónica de Madrid, y concertar una reunión. Ya para despedirnos, un poco mareado, le pedí que me sugiriera algo bueno de la música que se escuchaba en Madrid, recordando que él había sido el asesor musical del Tocayo mexicano. Bueno, caminamos hasta una sucursal del Corte Inglés que se encontraba a pocos pasos del bar, y Gerardo movió los dedos entre los CD´s, con la misma destreza con la los expertos cortan las barajas en los casinos. A los pocos segundos apareció entre sus dedos el CD doble "Sabina y Viceversa en Directo".   La fama del maestro Gerardo estaba más que merecida. Aquel disco fue mi entrada al mundo de Sabina. Un día después del último terremoto en Ciudad de México, vuelven a pasar por nuestra memoria todas estas experiencias que sirven para ilustrar de alguna manera la historia de amor que todos los viajeros establecemos con aquella ciudad. Mi padre también estuvo allí entre 1938 y 1941, vivía en Calle Bucareli No. 20. Cuando caminé por aquella calle en 1984 y después en 1992, y después en 1993, pude confirmar que la calle seguía siendo un polo para cierto tipo de gente. De hecho, el Café Habana se encuentra ubicado en esa zona. Por supuesto que el edificio en el que vivió mi padre fue uno de los que se derrumbaron durante el terremoto del 85. Sin embargo, logré hacerme una foto en el 84 y se la regalé a mi padre. Me relataba Gerardo durante nuestra tertulia en Madrid en el 93, que después del terremoto del 85, él se encontraba angustiado, ya que todos sus archivos se encontraban en su oficina,  en un edificio a punto de derrumbarse. En esos días llegó desde El Salvador, el Tocayo mexicano, y lo visitó, y al enterarse del problema se dirigieron a un bar ubicado en Bucareli frente el edificio en cuestión. El Tocayo se metió un tequila doble, y acto seguido entró al edificio,, llegó hasta la oficina de Gerardo, que se encontraba en uno de los pisos superiores, revisó los archivos, recogió el material que Gerardo le había encargado, y bajó a toda prisa, y el resto es que seguramente se emborrachó para bajar el susto. Solo esperamos que Gerardo también esta vez nos pueda contar el cuento. También pensamos en todos aquellos que conocimos, y también en los que no conocimos...







    

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