jueves, 10 de noviembre de 2016

So long Marianne, so long Leonard

https://www.youtube.com/playlist?list=PL25vE0Mmw-e4KAVnHzl9eJFcTBmj6JHZi


Cuando dicen:
 ¡Arrepiéntete!
 ¡Arrepiéntete!
 ¡Arrepiéntete! 
Me pregunto ¿qué querran decir?
LEONARD COHEN

Dedicarle un par de párrafos a Leonard Cohen desde este rincón del mundo, puede sonar una idea levemente extraña, pero también aquí extrañaremos al cantautor, al poeta, y quizás sobretodo al ser humano, quién a su edad seguía susurrando, porque su voz ya no estaba para cantar y gritar sus versos, sino que apenas para emitir susurros. Pero tenía que seguir trabajando, porque su enésimo amor lo dejó levemente en la calle, y eso lo revela más humano, más vulnerable, casi uno de nosotros, los no vencedores.

El primer y más memorable recuerdo que guardo de Cohen, es el de un gentleman cantando en medio de un mar de rockeros melenudos.  Su estilo impecable, el de la madurez como persona, y como artista, infaltablemente de saco y corbata, y  sombrero estilo Dick Tracy, marcaba un contraste que no podía pasar desapercibido con el resto de colegas, incluso Dylan,  en un mundo marcado por la informalidad. La gente como Cohen -hay que decirlo- representa una bellísima singularidad en medio del mundo de los Donalds.


Es probable que algún día los historiadores lleguen a la conclusión que los sabios del comité Nobel cometieron una especie de leve injusticia, otorgándole el Nobel a Dylan, qué mal poeta no es, pero  Cohen, quién sí fue publicado como poeta, seguramente tenía méritos de sobra para eso. En todo caso, no habría podido recibirlo, ya que se nos adelantó  justamente en estos días. Los cantautores extrañarán a un colega entrañable, capaz de nombrar lo innombrable. Pocos como él en nuestra lengua: Aute, podría ser....



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