lunes, 6 de febrero de 2012

El Mural de Catedral y los Albañiles



- Mira Hijo- Oigo que me dice el abuelo- , después de que la locura de la revolución desbaratara todas las naciones de Europa, se alzó una voz que reveló como la revolución no era sino el último capítulo, o el más reciente, de una confabulación universal llevada a cabo por los templarios contra el trono y el altar, o sea contra los reyes, y señeramente los Reyes de Francia y nuestra Santísima Madre Iglesia.... Ésta fue la voz del abate Burruel, que hacia finales del siglo pasado escribió Mémoires pour servir à l`histoire du jacobisme...
-Pero señor abuelo ¿que pintaban los templarios? preguntaba a la sazón, yo, que ya me sabía esta historia de memoria, pero quería dar motivo al abuelo de repetir su argumento preferido.
-Criatura, los templarios fueron una orden poderosísima de Europa que el Rey de Francia destruyó para apoderarse de sus bienes, mandando a la mayoría de ellos a la hoguera. Pero los que lograron sobrevivir construyeron una orden secreta para vengarse de los Reyes de Francia. Y en efecto, cuando la guillotina hizo rodar la cabeza del rey Luis, un desconocido se subió al patíbulo y levantó aquella cabeza gritando: "¡Jacobo de Mollay, estás vengado!" Y Mollay era el gran maestre de los templarios que el rey hizo quemar en la punta extrema de la Île-de-la-Cité de París.
- ¿Y cuando quemaron a ese Mollay?
- En 1314
-Déjeme sacar cuentas señor abuelo. ¡Pues hablamos de casi quinientos años antes de la revolución! ¿Y que hicieron los templarios todos esos quinientos años para permanecer escondidos?
- Se infiltraron en las corporaciones de los antiguos albañiles de las catedrales, y de esas corporaciones nació la masonería inglesa, que se llama así porque sus socios se consideraban free masons, o sea libres albañiles.
- ¿Y por qué deberían los albañiles hacer la revolución?
- Barruel entendió que los templarios de los orígenes y los libres albañiles habían sido corrompidos ... ¡por los Iluminados de Baviera! Y esta era una secta terrible, ideada por un tal Weishaupt, en la que cada miembro conocía solo a su inmediato superior y lo ignoraba todo de los jefes que estaban más arriba y de sus propósitos; su finalidad no era solo destruir el trono y el altar, sino también crear una sociedad sin leyes y sin moral, donde se ponían en común los bienes, y hasta las mujeres, que Dios me perdone si le digo estas cosas a un muchacho, pero es que es preciso saber reconocer las tramas de Satán. Y vinculados de sobremanera con los Iluminados de Baviera, estaban aquellos negadores de toda fe que dieron vida a la infame Encyclopedie, digo Voltaire, y D´Alambert, y Diderot, y toda esa raza que no paraba de hablar en Francia, a imitación de los Iluminados, de siglo de las luces y, en Alemania de Clarificación o Explicación, y que, por último, reuniéndose en secreto para urdir la caída de los reyes, dieron vida a ese club denominado de los Jacobinos, del nombre precisamente de Jacobo de Mollay. ¡Ahí tienes tú quién ha confabulado para que estallara la revolución en Francia!

UMBERTO ECO, El Cementerio de Praga, 2011.






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