domingo, 19 de junio de 2011

Los Doors no se prostiuyen

Los Doors no se venden. Ni se alquilan. Al menos, mientras su baterista, John Densmore, pueda evitarlo. Recordarán el conflicto de la franquicia: hacia 2003, el organista Ray Manzarek y el guitarrista Robbie Krieger se postularon como The Doors of the 21st Century; al frente, un clon de Jim Morrison, el inglés Ian Astbury. Densmore se opuso al sacrilegio; eventualmente, debieron rebautizarse como Riders on the Storm. Luego, John hizo algo más radical: rechazó la oferta de Cadillac para utilizar el iniciático "Break on through" en un spot. Despreció, atención, 15 millones de dólares. Hubo gritos de consternación. De Manzarek y Krieger... Finalmente, los millones cayeron sobre Led Zeppelin: esos anuncios de unos vehículos que consumen combustible con avidez tenían como fondo el abrasador "Rock and roll". (Ver artículo completo de Diego Manrique).

No todos los que ganan la inmortalidad se comportan a la altura de su status. Para los mitos que mueren jóvenes, el asunto es bastante simple. El problema es no morir tan joven.

Otra arista del asunto Doors, es que tanto Densmore como Manzarek y Krieger le deben su parcela de inmortalidad a Morrison. Sin embargo Manzarek y Krieger consideran justo seguir explotando la gallina de los huevos de oro. La decencia no es un asunto que preocupe en demasía a los famas, al fin y al cabo la prostitución paga bastante bien.

En otros campos como la política, algunos trabajan y quizás hasta se puede decir que luchan durante años -incluso décadas- y de algún modo ganan una pequeña parcela de inmortalidad. Sin embargo, la política, el reino por excelencia de los "Príncipes" y los Odiseos, no es el ámbito más propicio para el tipo de pureza practicado por Densmore.

Las realidades del siglo XXI obligan a los modernos "Príncipes" y Odiseos a alcanzar compromisos a toda costa, muy a menudo cruzando la delgada línea roja que separa compromiso de prostitución. Los ejemplos son tan abundantes, y las comparaciones tan odiosas, que ni siquiera vale la pena mencionar alguno con nombre y apellido.


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