Hace algun tiempo, John Carlin escribió un artículo acerca de un entrenador de fútbol cuyo comportamiento era en muchos aspectos, similar al de un hooligan. Con desplantes más propios de un adolescente, este personaje se vale de todo para intimidar a los árbitros, jugadores, dueños de los equipos, periodistas, etc. en fin la actitud típica de un niño inmaduro que comienza a armar berrinches hasta que los demás se someten a sus caprichos.
En las películas para adolescentes de Hollywood, el típico niño bueno de la secundaria es atormentado por los también típicos matones adolescentes, quienes generalmente son deportistas, o hijos del hombre más poderoso de la ciudad. Al final, después de ilustrar lo perversos que pueden ser los matones adolescentes, el final feliz de Hollywood, generalmente mostraba que El Niño bien portado terminaba convertido en una especie de Bill Gates; mientras que el matón de la secundaria, a sus 35 o más años, trabajaba ya sea haciendo hamburguesas, o lavando carros en un car Wash.
https://www.youtube.com/watch?v=38et6ecNRO4
Hasta las elecciones de noviembre, la historia había sido tal como Hollywood la contaba, pero algo salió mal esta vez, y es como si en "Back to the future", la historia se hubiera quedado atascada en alguno de los universos paralelos provocados por el matón de la secundaria, Biff Tannen. - ¿Dime chico del futuro, quién es el presidente de EE.UU. en 1985? - le pregunta el Dr. Emmett Brown a Marty Mcfly, el afortunado viajero en el tiempo quien ha viajado desde los años 80 cuando Ronald Reagan era presidente, hasta 1955 cuando Reagan era reconocido como un muy pésimo actor. - ¡Ronald Reagan!- responde Marty - ¡Ronald Reagan! ¿el actor?¿entonces, quién es el vicepresidente? ¡Jerry Lewis! - dice el Dr. Emmett Brown. En una versión alternativa de "Back to the Future", Marty McFly casi sufre un infarto al descubrir tras regresar de un viaje al pasado, que el presidente del futuro es Donald Trump. A veces la realidad supera a la ficción. ¡Así es Hollywood!
https://www.youtube.com/watch?v=bOrhnWgOFGg
martes, 31 de enero de 2017
miércoles, 25 de enero de 2017
viernes, 20 de enero de 2017
Frutas Extrañas
https://youtu.be/-_R8xxeMFEU
(Escrita por Lewis Allan, Maurice Pearl, Dwayne P Wiggins )
Árboles sureños cargan extraños frutos
Sangre en las hojas, y sangre en la raíz,
Cuerpos negros se balancean en la brisa sureña
Extraños frutos cuelgan de los álamos
Escena pastoral del galante sur
Los ojos inflamados y la boca retorcida,
Perfume de magnolias dulce y fresco,
Y el repentino olor de la carne quemada
Aquí están los frutos para que los cuervos los arranquen,
Para que la lluvia los junte, para que el viento los seque,
Para que el sol los pudra, para que los árboles los boten,
Aquí hay una cosecha extraña y amarga.
Esta es la canción valiente que la gran Billie Holiday tuvo el coraje de cantar en un tiempo que ya se creía superado, pero que aparentemente por cosas de la historia estamos a punto de comenzar a revivir a partir de este día fatídico. Frutas extrañas dice Billie Holiday, los negros colgando de los árboles, pudriendose al sol, y cayendo de los árboles cual manzanas maduras o podridas. La galantería del sur no tiene problema cuando se mezcla el dulce olor de las magnolias con el olor a carne chamuscada. Frutas extrañas, que adelante, además de negros, bien podrían ser también los salvadoreños y mexicanos.
martes, 17 de enero de 2017
Danza del Sol Mediterráneo
https://youtu.be/8EuxkOaQNks
Hace más de 30 años, llegó a mis manos un disco de Al dí Meola, que me permitió desde entonces ostentar lo que ostenta cualquiera que gusta su música. En aquella grabación, dí Meola interpretaba "Mediterranean Sun Dance" a cuatro manos con Paco de Lucía, nada menos, y también fue la ocasión de conocerlo por vez primera.
Anoche, dí Meola interpretó el mismo tema durante el concierto del 25 aniversario de los acuerdos de paz de El Salvador. Ni tan siquiera intenté asistir, ya que obviamente no pertenezco al jet-set, pero por un golpe de suerte, sintonicé la transmisión en el momento justo , y allí estaba Al dí Meola, a cuatro manos con otro guitarrista cuyo nombre se me escapa en este momento.
Debo confesar que sentí envidia de los que se encontraban en aquel concierto, sin embargo fue una sensación de corta duración. En cuanto terminó la interpretación de aquella pieza, en realidad me alegré mucho de no estar allí, ya que mi único propósito, de haber asistido, habría sido escuchar solamente la participación de aquel músico. El resto del programa, ni hablar, y la compañía, probablemente ídem.
Hace más de 30 años, llegó a mis manos un disco de Al dí Meola, que me permitió desde entonces ostentar lo que ostenta cualquiera que gusta su música. En aquella grabación, dí Meola interpretaba "Mediterranean Sun Dance" a cuatro manos con Paco de Lucía, nada menos, y también fue la ocasión de conocerlo por vez primera.
Anoche, dí Meola interpretó el mismo tema durante el concierto del 25 aniversario de los acuerdos de paz de El Salvador. Ni tan siquiera intenté asistir, ya que obviamente no pertenezco al jet-set, pero por un golpe de suerte, sintonicé la transmisión en el momento justo , y allí estaba Al dí Meola, a cuatro manos con otro guitarrista cuyo nombre se me escapa en este momento.
Debo confesar que sentí envidia de los que se encontraban en aquel concierto, sin embargo fue una sensación de corta duración. En cuanto terminó la interpretación de aquella pieza, en realidad me alegré mucho de no estar allí, ya que mi único propósito, de haber asistido, habría sido escuchar solamente la participación de aquel músico. El resto del programa, ni hablar, y la compañía, probablemente ídem.
viernes, 6 de enero de 2017
sábado, 31 de diciembre de 2016
La noche de los deseos
Hace mucho, mucho tiempo, en un mundo que parecía muy lejano de lo que tenemos en día, a esta hora solíamos prepararnos para la noche más esperada del año, una especie de noche de los deseos. Deseábamos tanto que todo fuera diferente ese día, que incluso el cielo parecía de otro color. Ni el polvo, ni las moscas de San Isidro parecían molestarnos. Estábamos tan empeñados en que aquel día, aquella noche fueran diferentes, que simplemente pasábamos por alto todo lo que no encajaba en aquella idealización. Estamos hablando de hace más de 40 años, y en aquel tiempo todavía había mucho trabajo en San Isidro, especialmente en esta época de temporada de café y zafra de la caña de azúcar. El ingenio de azúcar todavía funcionaba, y los ruidos de las máquinas, el rumor de la gente, las emisiones de humo con ceniza que lanzaban las grandes chimeneas, y el agua con miel que caía en la zona de la ceiba ahora tan solo son añoranzas de un mundo que parece perdido para siempre.
Con los ingresos extra, mucha gente podía "estrenar" una mudada especial para la ocasión de la nochevieja. Viendo las cosas desde Lejos en el tiempo, en realidad era un tanto simpático aquel afán por "estrenar", ya que al salir a las calles de tierra de San Isidro, las nubes de polvo, la ceniza del ingenio, y con algo de suerte, el agua con miel que caía cerca de la zona de la ceiba, daban al traste con el esfuerzo de lucir bien aquella noche. Para las chicas el problema era más complicado, porque con semanas de anticipación acudían a casa de alguna de las costureras de San Isidro, para que les tomarán medidas para confeccionar el vestido que estrenarían aquella noche. Algunas de nuestras conocidas o hermanas eran delgadas, y no tenían mayor problema, ya que los vestidos siempre les tallaban bien; sin embargo había historias menos felices, y en estos casos, la cosa se convertía en tragedia durante la noche de los deseos. Había que pedir auxilio: en estos casos aparecía la generosidad de personas como la niña Paca, ajustando vestidos, y corrigiendo pequeños y a veces no tan pequeños detalles para salvar aquella noche.
El ritual era bastante sencillo en aquel tiempo, permanecer con la familia o con amigos cercanos hasta que llegaba la media noche, dar y esperar abrazos cada quien en su casa, y a eso de las doce y media, salir a repartir abrazos hasta que ya no quedaba nadie por abrazar; más tarde un poco después de la una, había que ir a buscar uno de los pocos bailes que se organizaban en aquella noche. Me recuerdo que una de las casas en donde se organizaba bailes, era en la casa de don David Consuegra, un amigo de mi padre. También hacían otro baile en las casa de don Geño Cárcamo. En medio de toda aquella confusión, los abrazos, los bailes, la pastorela, algunas parejas aprovechaban la ocasión para fugarse. Las madres notaban que algo no estaba bien y que las cuentas no cuadraban, ya que faltaba una de las hijas. Mandaban a alguien de la familia a buscarla a todos los bailes, a la pastorela, a las casas de los demás parientes; pero era en vano. La niña ya estaba lejos de casa.Así fue el comienzo de muchas parejas que lograron vivir juntos durante décadas. En otros casos, la relación terminaba antes del alba, a veces por tecnicismos, ya que la tradición entendida de manera ortodoxa exigía llevársela, es decir, irse de San Isidro. Conozco al menos un caso en que a la susodicha la hicieron caminar hasta Armenia por toda la carretera, y luego se regresaron por la calle de Los Mangos, pasando por El Guayabo. Ella exigía irse de San Isidro, y como no se pudo, al clarear el nuevo día, la cosa ya se había desecho. De lo que no estoy tan seguro es si esto ocurrió en Nochevieja o en viernes Santo.
La antesala de aquella noche comenzaba desde que llegábamos de vacaciones a principios de noviembre, desde que sonaba por primera vez en alguna radio emisora, como la seis treinta o la KL, aquella vieja canción de Tony Camargo, con la cual se desataba automáticamente toda la nostalgia y la añoranza que precedía a la noche de los deseos. También estaban otras canciones para ablandarnos, tales como aquella de "cinco Pa las doce", y la versión del niño del tambor de Ray Coniff, etc. Otro elemento de la antesala era el ruido de los artefactos pirotécnicos, que comenzaba en algún momento de noviembre, lo que dice mucho de la manía de los salvadoreños por hacerse la guerra por cualquier medio. Entonces éramos jóvenes pero no lo sabíamos, dice Benedetti, ahora con algo de fortuna, quizás seamos una pizca más sabios, y ya deberíamos saber que tenemos bastante con haber llegado a la edad que ostentamos. Cada generación tiene sus propios desafíos. Ojalá que se mantuviera todo lo bueno de aquel mundo que ya no es, y por supuesto que desapareciera todo lo que estaba mal entonces y sigue estando mal hoy en día. Pero la vida no es así. ¿Todavía pronuncian mi nombre en mi país? Escribía un poeta. Nosotros, mejor no preguntar, ya sabemos la respuesta.
Con los ingresos extra, mucha gente podía "estrenar" una mudada especial para la ocasión de la nochevieja. Viendo las cosas desde Lejos en el tiempo, en realidad era un tanto simpático aquel afán por "estrenar", ya que al salir a las calles de tierra de San Isidro, las nubes de polvo, la ceniza del ingenio, y con algo de suerte, el agua con miel que caía cerca de la zona de la ceiba, daban al traste con el esfuerzo de lucir bien aquella noche. Para las chicas el problema era más complicado, porque con semanas de anticipación acudían a casa de alguna de las costureras de San Isidro, para que les tomarán medidas para confeccionar el vestido que estrenarían aquella noche. Algunas de nuestras conocidas o hermanas eran delgadas, y no tenían mayor problema, ya que los vestidos siempre les tallaban bien; sin embargo había historias menos felices, y en estos casos, la cosa se convertía en tragedia durante la noche de los deseos. Había que pedir auxilio: en estos casos aparecía la generosidad de personas como la niña Paca, ajustando vestidos, y corrigiendo pequeños y a veces no tan pequeños detalles para salvar aquella noche.
El ritual era bastante sencillo en aquel tiempo, permanecer con la familia o con amigos cercanos hasta que llegaba la media noche, dar y esperar abrazos cada quien en su casa, y a eso de las doce y media, salir a repartir abrazos hasta que ya no quedaba nadie por abrazar; más tarde un poco después de la una, había que ir a buscar uno de los pocos bailes que se organizaban en aquella noche. Me recuerdo que una de las casas en donde se organizaba bailes, era en la casa de don David Consuegra, un amigo de mi padre. También hacían otro baile en las casa de don Geño Cárcamo. En medio de toda aquella confusión, los abrazos, los bailes, la pastorela, algunas parejas aprovechaban la ocasión para fugarse. Las madres notaban que algo no estaba bien y que las cuentas no cuadraban, ya que faltaba una de las hijas. Mandaban a alguien de la familia a buscarla a todos los bailes, a la pastorela, a las casas de los demás parientes; pero era en vano. La niña ya estaba lejos de casa.Así fue el comienzo de muchas parejas que lograron vivir juntos durante décadas. En otros casos, la relación terminaba antes del alba, a veces por tecnicismos, ya que la tradición entendida de manera ortodoxa exigía llevársela, es decir, irse de San Isidro. Conozco al menos un caso en que a la susodicha la hicieron caminar hasta Armenia por toda la carretera, y luego se regresaron por la calle de Los Mangos, pasando por El Guayabo. Ella exigía irse de San Isidro, y como no se pudo, al clarear el nuevo día, la cosa ya se había desecho. De lo que no estoy tan seguro es si esto ocurrió en Nochevieja o en viernes Santo.
La antesala de aquella noche comenzaba desde que llegábamos de vacaciones a principios de noviembre, desde que sonaba por primera vez en alguna radio emisora, como la seis treinta o la KL, aquella vieja canción de Tony Camargo, con la cual se desataba automáticamente toda la nostalgia y la añoranza que precedía a la noche de los deseos. También estaban otras canciones para ablandarnos, tales como aquella de "cinco Pa las doce", y la versión del niño del tambor de Ray Coniff, etc. Otro elemento de la antesala era el ruido de los artefactos pirotécnicos, que comenzaba en algún momento de noviembre, lo que dice mucho de la manía de los salvadoreños por hacerse la guerra por cualquier medio. Entonces éramos jóvenes pero no lo sabíamos, dice Benedetti, ahora con algo de fortuna, quizás seamos una pizca más sabios, y ya deberíamos saber que tenemos bastante con haber llegado a la edad que ostentamos. Cada generación tiene sus propios desafíos. Ojalá que se mantuviera todo lo bueno de aquel mundo que ya no es, y por supuesto que desapareciera todo lo que estaba mal entonces y sigue estando mal hoy en día. Pero la vida no es así. ¿Todavía pronuncian mi nombre en mi país? Escribía un poeta. Nosotros, mejor no preguntar, ya sabemos la respuesta.
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El Salvador,
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