viernes, 13 de febrero de 2009

Refugiados con Alas


Tucán en campus UES. Fotografía Cortesía de G. Marvin

Corren buenos tiempos
, tiempos fabulosos para sacar tajada de desastres consentidos y catástrofes provocadas
SERRAT

Desde que Rachel Carlson publicó Primavera Silenciosa, en donde se denunciaba por vez primera el efecto perjudicial de los pesticidas sobre el medio ambiente, y especialmente sobre la vida silvestre, las cosas han empeorado para los pájaros. A nivel planetario, el cambio climático es la mayor amenaza para un gran número de especies. Desde hace más de un cuarto de siglo sabemos que el deterioro ambiental de El Salvador está próximo a llegar al punto de irreversibilidad, y que solo Haiti nos supera en este nivel de perversión.

Algo tienen en común los pájaros expulsados de su habitat para propiciar la construcción de Centros Comerciales; con los sin papeles que atraviezan Mexico intentando llegar a California. Los mismos mecanismos neoliberales que producen masas pauperrimas de seres humanos, también producen refugiados con alas. Este año comenzaron a llegar a mi patio trasero las Urracas. Desde el año pasado se pueden observar Tucanes en el campus de la UES. Son los legítimos propietarios de El Espino buscando refugio en condiciones humillantes. En algunas zonas residenciales del gran San Salvador, se conocen historias en que la soberbia humana ha llegado al punto de talar árboles para deshacerse de las molestias que les causan las aves. Para Rachel Carlson la vida era inimaginable sin el canto de las aves (Primavera Silenciosa), para los Bush, aparentemente la desaparición de alguna especie de ave tal como el Buho moteado (strix occidentalis lucida), es tolerable a cambio de algunos votos o de favorecer a sus amigos.

Enlace con artículo de El País ¿Y si Fueran los Pájaros, Estúpido?

viernes, 6 de febrero de 2009

Ocho Días de Enero

La última vez que compartí algún tiempo junto a mi Padre fue a causa del terremoto del 2001. Nos encontrábamos juntos a la hora del temblor. Apenas una hora antes habíamos pasado por la colonia Las Colinas, que se convertiría en símbolo de la tragedia. Ese día decidimos que nuestra ruta fuera ésa, camino a su habitual cita con el doctor Antonio Figueroa. Era un sábado y seguramente que ya habíamos consultado -con la secretaria del médico- la hora más conveniente, ya que ese día el número de pacientes era bastante limitado. 

La consulta propiamente dicha transcurrió rápidamente; pero debido a que con el paso de varios años de relación médico-paciente, se fue estableciendo una simpatía mutua. El complemento de la consulta había llegado a ser la parte más importante de las visitas. La conversación se extendía todo el tiempo que la demanda de pacientes en la clínica permitía. Aquel trece de enero, por fortuna éramos los únicos, o los últimos visitantes de la clínica y la conversación se extendió casi media hora. Este hecho fue providencial, ya que salimos de la clínica después de las once y cuarto.

El plan era regresar inmediatamente a San Isidro y almorzar en casa de mi padre. En la ruta de regreso nos detuvimos en una farmacia en las inmediaciones del redondel Beethoven y después de comprar las medicinas, decidí ir por queso y cervezas al supermercado Europa de esa zona (que ahora ya no existe). Me encontraba pagando mis compras cuando la cajera exclamó- ¡está temblando! No hubo tiempo para más, recuperé mi tarjeta de crédito, abandoné mis Heineken y me puse a salvo.

Pienso que durante los segundos más intensos del sismo, yo me concentré en volver al auto en donde se encontraba mi padre con Don Fito, por esta razón no recuerdo gran cosa de esos segundos. Cuando nos encontramos, mi padre estaba conmocionado, pero a la vez emocionado en el buen sentido, ya que podía añadir un terremoto más a su currículum vitae. Dentro del auto me relató los pormenores de lo vivido a la hora del terremoto, el movimiento de los cables de electricidad y teléfono.

Decidimos movernos inmediatamente y regresar a mi habitación en la zona conocida como Ciudad Merliot. Yo recordé en ese momento el terremoto del 86. En los minutos inmediatos a un sismo, el tráfico se paraliza durante quince o veinte minutos como máximo, pero en menos de media hora llega el caos, ya que tras la conmoción inicial, todo el mundo intenta ir a casa y como siempre sucede, la electricidad se interrumpe por horas o días, por lo tanto no hay semáforos.

Subimos por el Paseo Escalón, hasta el redondel Masferrer y ya a esa hora todo el mundo había abandonado los edificios y trataban de llegar a espacios abiertos. Eran los minutos de toma de conciencia de la realidad -para ellos y para nosotros-. A medida que avanzábamos, nuestra percepción de lo ocurrido iba cambiando; gente llorando, vidrios rotos, postes dañados y más preocupante aún; una nube de polvo o humo que bajaba en ese momento desde el volcán de San Salvador. Al acercarnos a la zona del mercadito de Antiguo Cuscatlán pudimos contemplar otra nube de polvo sobre Santa Tecla. En ese momento no sabíamos su origen, pero en los días siguientes quedó claro que esa nube provenía de la colonia Las Colinas.

Yo sabía que el deseo de mi padre era volver inmediatamente a San Isidro, ya que él estaba angustiado por lo que podía haber ocurrido en su casa. Inicialmente lo convencí de que nos detuviéramos para mientras en la casa de Ciudad Merliot, usé como argumento el hecho de qué durante el último siglo, la mayoría de terremotos habían afectado pequeñas zonas del país, principalmente San Salvador. Sin embargo, aquel para mientras duraría más de una semana. Aquella tarde fue de incertidumbre, ya que después de una catástrofe de semejante magnitud, los servicios esenciales y las comunicaciones se paralizan.

Afortunadamente -para los que sobrevivimos- el agua y la electricidad se restablecieron el mismo día. Las comunicaciones también se restablecieron gradualmente y con ellas comenzaron a llegar las noticias que describían la verdadera magnitud de lo ocurrido. Al mismo tiempo de manera subterránea comenzaban a llegar rumores y leyendas urbanas y todo esto combinado con la imagen que aquel sábado trece de enero contemplábamos del volcán de San Salvador, con una enorme nube negra emanando del cráter principal. Todo esto no daba lugar a buenos augurios.

Por la tarde Rosa, su mujer,  logró llamar desde San Isidro y eso fue un alivio para mi padre, ya que al menos eso significaba que se encontraban a salvo y que la casa estaba todavía en pie. Sin embargo, esta noticia también fue la confirmación de que este terremoto había sido diferente a todos los anteriores; había muchas casas dañadas en San Isidro y en todo El Salvador. Esa tarde las réplicas del terremoto se encargaron de recordarnos que aún no estábamos a salvo. Decidimos, desde la primera noche, dormir en la sala, y mantener medio abierta la puerta del patio. Tras cada réplica, yo alertaba a mi padre, o él a mí, y nos quedábamos platicando para alejar el miedo. Así transcurrieron esos días de enero del 2001.

Desde que regresé de Italia, no habíamos tenido tanto tiempo para estar a solas sin interferencias. Como dice Silvio Rodríguez: “lo más terrible se aprende enseguida, y lo hermoso nos cuesta la vida”. De ser más sabios, Uno haría esto en circunstancias en las que el miedo, no le impida disfrutar de la belleza de pasar ocho días platicando con su padre; pero teníamos mucho miedo y eso es decir bastante. Uno nunca sabe que esa vez es la última vez. Por lo demás, la vida te brinda todo tipo de excusas: tu trabajo, el tiempo que nunca alcanza, etc. Pero al final, uno sabe que solo son excusas. Así transcurrieron esos días de enero del dos mil uno, que no solamente nos dejaron el recuerdo de un terremoto terrible; sino también el inicio de la dolarización. 

En algún momento descubrí que tenía una reserva de ron Flor de Caña nicaragüense y desde ese momento acompañé cada réplica con un sencillo de ron. A veces pienso que esa mezcla de sensaciones; las réplicas, el ron, el ver las noticias como hipnotizados, a lo mejor provocan que los detalles de lo ocurrido en esa semana que pasamos juntos se pierdan en esa niebla difusa que se llama olvido. Sin embargo, algo quedó a salvo del olvido. Recuerdo que el sábado siguiente -es decir el veinte de enero- en uno de los canales de la televisión local, pasaban una vieja película mejicana y de repente me percaté que mi padre sollozaba, o lloraba casi en silencio. Le pregunté- ¿se siente bien? - mi padre no respondió. En la pista sonora de la película, sonaba “La Golondrina”; una nostalgia que mi padre había heredado del abuelo, y que yo a un año de su partida, por fin he logrado escuchar sin sufrirla, como él la sufría.

jueves, 5 de febrero de 2009

Palabras de Agradecimiento a Carlos Henríquez Consalvi

Con Santiago me ocurre lo que a muchos otros con sus cantautores o escritores preferidos, como Serrat o Benedetti. Su voz o sus textos nos han acompañado en tantos momentos buenos y no tan buenos, que ilusoriamente los llegamos a considerar casi como nuestros iguales. Es el tipo de relación más asimétrica que se pueda imaginar, ya que por más que nos esforzamos en conocerlos mejor, en seguir su trabajo, para ellos siempre seguiremos siendo desconocidos. De todas maneras, que bueno que Santiago recibe un premio. En lo que a mí respecta, el trabajo realizado en el documental “1932 Cicatriz de la Memoria”, me deja en deuda infinita con él, ya que uno de los testimonios registrados en el mismo, es el de mi Padre José Doroteo López. La obra de Santiago, así como la de investigadores académicos como Virginia Tilley, son imprescindibles para que los salvadoreños podamos conocer nuestro pasado, especialmente para que conozcamos algunos de los capítulos más negros de nuestra historia reciente, tales como el genocidio de 1932 [genocidio. (Del gr. γένος, estirpe, y -cidio). 1. m. Exterminio o eliminación sistemática de un grupo social por motivo de raza, de etnia, de religión, de política o de nacionalidad.]

miércoles, 4 de febrero de 2009

Tan cerca de las Elecciones ... Y tan Lejos de la Democracia

El editorial de El Faro "Tan cerca de las elecciones...Y tan lejos de la democracia" toca la llaga, y quizás por eso le llueven algunas piedras. Nuestra modalidad de democracia es lo que Sheldon Wolin llama democracia dirigida, y es el modelo que EE.UU. pretende exportar al resto del mundo. "Un sistema político en que el papel de la ciudadanía se vaya difuminando hasta quedar estrictamente reducido al ejercicio del voto del día de las elecciones.....Una democracia sin ciudadanos, porque éstos, atemorizados y desocializados, se alejan de la política y dejan las manos libres a los gobernantes ." La despolitización pasa por "la creación de una atmósfera de temor colectivo y de impotencia individual". Como dice Wolin, "en el fondo, mentir es la expresión de una voluntad de poder. Mi poder aumenta si una descripción del mundo que es producto de mi voluntad es aceptada como real". Este es el verdadero fondo en el debate acerca de los plumiferos.

miércoles, 14 de enero de 2009

El turno del Ofendido

Dice Ernesto Cardenal que desde los tiempos de Orfeo, la misión del poeta es hablar por los que ya no tienen voz. Roque Dalton no pudo haber encarnado mejor esa misión como poeta. Su poema "El Turno del Ofendido" es un golpe directo a la conciencia de la humanidad. Roque mismo, todavía espera su turno, y sus verdugos también. El título en sí es profético, ya que de alguna manera nos permite interpretar mejor algunos fenómenos de la realidad de estos días. La decisión de la justicia española, de admitir el caso de la masacre de los sacerdotes Jesuitas presentado por la Asociación Pro Derechos Humanos de España en contra de los militares salvadoreños, nos permite vislumbrar que de alguna manera ha llegado el turno de Ignacio Ellacuría, Ignacio Martín-Baró, Segundo Montes, Amando López, Juan Ramón Moreno y Joaquín López. De igual manera, los días en que los ofensores podían hacerse pasar por gente decente parecen haber superado la fecha de vencimiento.


Me habeís golpeado azotando

la cruel mano en el rostro

(desnudo y casto

como una flor donde amanece

la primavera)

Me habeís encarcelado aún más

con vuestros ojos iracundos

muriéndose de frio mi corazón

bajo el torrente del odio

Habeís despreciado mi amor

os reísteis de su pequeño regalo ruboroso

sin querer entender los laberintos

de mi ternura

Ahora es la hora de mi turno

el turno del ofendido por años silencioso

a pesar de los gritos

Callad

callad

Oíd.

lunes, 5 de enero de 2009

Una canción de Pedro Guerra para este Día

Dios es el título de una canción que Pedro Guerra escribió en 2004. Seguramente que en el 2009, tras contemplar el horror perpetrado por los llamados hijos de Dios en la franja de Gaza, la canción habría tenido una o varias estrofas adicionales, o el tono habría cambiado. Dios, en este momento no se encuentra disponible, y ha cerrado los ojos y los oidos para no sentir el dolor de los niños palestinos masacrados.

Si pudiera enviar un mensaje a mi Padre en este día, a un año de su partida, le haría un recuento de lo más importante que ha ocurrido en el mundo. No sería honesto ocultarle el genocidio que continúa en este momento en Gaza. Pero también le daría un par de noticias menos malas. La primera es que un hombre de raza negra ha sido elegido presidente de EE.UU., esta es una noticia esperanzadora, pero hay que ser realistas, los romanos también eligieron a un negro como emperador. Además, en nuestro país por vez primera desde los fraudes electorales de 1972 y 1977, la oposición tiene posibilidad real de ganar una elección presidencial. Sin embargo, el cinismo de la derecha, combinado con la torpeza de la izquierda, bien pueden hacer que del plato a la boca....

Por último, pero no lo menos inportante: tu hija está ganando la batalla contra su enfermedad. Así es como está el mundo, Querido Padre.


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Dios

Alguien lo vio
en el bolsillo de la nigeriana
que embarazada
atravesó el estrecho.

Alguien lo vio
buscando un hueco entre los refugiados
que en Ingushetia
son como deshechos.

Vela por nosotros
y por nosotras, vela.
Muchas y muchos
creen que existe
y, justo
y generoso,
vela por nosotras
y por nosotros,
dicen que vela.

Alguien lo vio
en la mirada del muchacho negro
que lleva al hombro
un arma de combate.

Alguien lo vio
en los burdeles sucios de Manila
junto a la niña
que vendió su padre.

Y es que somos iguales.
Todas y todos, sí,
somos iguales
ante sus ojos.

Alguien lo vio
entre los huesos de las mexicanas,
desperdigados
por todo el desierto.

Alguien lo vio
cuando el sicario se guardó el revolver
y entre los coches
descansaba el muerto.
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Estas podrían ser las estrofas adicionales para la versión 2009

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...Pero nadie lo vió
entre el llanto de los niños palestinos
ni en la mirada del soldado
ni en los pasillos de los hospitales
ni en las ruinas de Gaza

nadie lo vió
entre los que murieron orando
en el autobus en medio de la inundación
San Salvador julio tres

el llanto de los débiles
los ruegos de los desesperados
se perdieron para siempre
buscando una línea que no tiene conexiones
ni en Gaza, ni en San Salvador.


martes, 2 de diciembre de 2008

Hacer lo Correcto en El Salvador

Cuando tenemos la oportunidad de explorar la vida de hombres y mujeres que dejaron su huella en la historia, uno de los elementos comunes es que, en algún momento, la realidad les cayó como balde agua fría, descubrieron algo que obviamente no estaba bien, y decidieron hacer algo al respecto. Esto es válido para un menú de personajes tan variado que va desde Siddhartha Gautama, hasta Ernesto Guevara, pasando por Gandhi, y otros menos conocidos como mi padre.

Hace algunas semanas, una niña fue atropellada en El Salvador, el automovilista huyó del lugar de los hechos. Un odontólogo que conocía a la niña decidió hacer algo al respecto, y esa decisión le costó la vida. La moraleja de esta historia es terrible, especialmente para nuestros jovenes: "Hacer lo correcto en el Salvador puede ser sumamente peligroso". En esta y otras historias similares que terminan de manera trágica en El Salvador, casi siempre hay armas de fuego de por medio. El cuento que que las armas legales sirven para proteger a las personas honradas y decentes, es dificil de vender en la mayoría de circunstancias que rodean las aproximadamante diez muertes violentas que todavía ocurren diariamente en nuestro país. Con casi seis millones de habitantes, y aproximadamente medio millón de armas circulando en nuestro país, uno no puede menos que preocuparse al escuchar discursos recurrentes de políticos conservadores que recuerdan el cinismo del personaje principal del film "El Señor de la Guerra", reflexionado acerca del hecho de que hay un arma por cada diez personas en el mundo: "el verdadero problema es armar a los otros nueve"- repite Yuri Orlov, el personaje encarnado por Nicolas Cage..