En un día como hoy exactamente a esta hora, Jorge Luis Cuellar abordaba el autobus de la ruta Sonsonate-Santa Ana, el cual pasaba a las 5:30 p.m. por San Isidro. Los que llegamos a viajar a esta hora en esa ruta que bordea el crater del lago de Coatepeque, pienso que jamás hemos podido olvidar la experiencia. La combinación de un paisaje bello, la luz del atardecer y el misterio de la neblina que usualmente aparece durante el recorrido, y la sensación ya sea de irse acercando o irse alejando de San Isidro se combinaban para crear esa nostalgia que en mi caso ha llegado a perdurar durante casi medio siglo. Seguramente que en esos detalles iba entretenido Jorge Luis cuando llegó el infarto. Nos queda su recuerdo, junto al de otros miembros del grupo juvenil que él organizó en aquel tiempo, y que ahora casi medio siglo después son solo memorias de tiempos mejores.
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