Como tú sabes, un Peón
puede avanzar dos casillas en la primera jugada, así que debes pasar muy
deprisa por la Tercera Casilla (¡mejor que tomes el tren!) para llegar sin
problemas hasta la Cuarta Casilla. Allí te encontrarás a los señores Tweedlee
Dee y Tweedlee Dum. En la Quinta Casilla no hay más que agua y la Sexta pertenece
a Humpty Dumpty…
LA REINA
BLANCA
-Verás- trató de
explicarle Alicia, que todavía resoplaba al hablar-. En mi país cuando se corre
un rato en una determinada dirección, se suele llegar a alguna parte.
-
Debe ser un país muy lento exclamó la Reina-. Aquí tienes que correr a toda
velocidad para poder permanecer en el mismo lugar. Y si quieres llegar a
otro…., ¡entonces debes correr el doble¡
*****
-
¡Sé muy bien lo que estás pensando!- le dijo Tweedlee Dum-. Pero te
equivocas…..¡Y sanseacabó!
-O
por el contrario –continuó diciendo Tweedlee Dee-, si fuera así, podría muy bien
serlo, y que duda cabe de que, si fue así, entonces lo habría sido…., pero como
resulta que no es así, pues no lo es…¡Eso es pura lógica!
-¡Cállense!
¡Despertarán al Rey, si hacen tanto ruido!
-¡Eso
es imposible! –exclamó Tweedlee Dum -. ¿Cómo quieres despertar al Rey, si tú no
eres más que parte de su sueño? ¡De
sobra sabes que no eres real!
-¡Pues
claro que soy real! –repetía la pobre Alicia, derramando abundantes lágrimas.
-¡Por
más que llores, no te convertirás en un ser real! – le advirtió Twedlee Deee -.
¡No hay, por tanto, razón alguna para llorar!
-Si
yo no fuera real –dijo Alicia, que no sabía muy bien si reír o llorar ante
aquella situación tan absurda-, entonces
yo no sería capaz de llorar…
-Supongo
que pensarás -le dijo Tweedlee Dee con gran sarcasmo- que esas lágrimas tuyas son reales… ¡Las únicas lágrimas reales
son las del Rey, cuando derrama sus lágrimas reales!
-Se
me está haciendo tarde y debería salir del bosque antes de que oscurezca-dijo
Alicia-…¿Creen que va a llover?
Tweedlee
Dee sacó un gran paraguas, se metió debajo junto con su hermano y, mirando
hacia arriba dijo:
-No,
no lo creo…, al menos aquí debajo no creo que llueva…¡de ninguna manera!
-Pero
puede llover fuera, ¿no es así? –quiso saber Alicia.
-Puede
si se le antoja –dijo Tweedlee Dee-. Pero eso a nosotros ni nos va ni nos
viene, sino… ¡todo lo contrario!
-¿Con
quien tengo el gusto de hablar? –dijo Alicia-. ¿Acaso es la Reina blanca la que han
visto mis ojos?
-No
creo -dijo la Reina blanca -. Yo me visto sola.
-¿Da
su majestad el visto bueno para que me
dirija a su persona?
-¡Ni
bueno, ni malo! –respondió, quejosa, la Reina-. ¡Yo me visto como quiero y tú
no tienes nada que decir!¡Llevo dos horas vistiéndome, si te parece poco!
-…Creo
que lo que le hace falta es una buena doncella.
-Dos
peniques a la semana y mermelada en días alternos –le dijo la Reina-. ¡El
puesto es tuyo!
-¡Pero
si no busco empleo! –le contestó riendo Alicia-. Y además ¡no me gusta la
mermelada!
-¡Es
de la mejor calidad! –le aseguró la Reina.
-Bueno,
en todo caso hoy no me apetece.
-Hoy no podrías tomarla, aunque te
apeteciera –le dijo la Reina-. El
reglamento lo dice muy claro: mermelada ayer o mermelada mañana…, pero nunca hoy.
-¡Pero
tendrá que llegar un día que sea hoy! -objetó Alicia.
-¡Te
equivocas –le dijo la Reina-. La mermelada se toma en días alternos, y ¡está
claro que los días alternos de hoy
son ayer y mañana!
-¡Ya
veo que usted todo lo arregla pensando!
-¡Pues
claro que sí! –dijo la Reina-. ¡O lloras o piensas: no se pueden hacer dos
cosas a la vez! Yo prefiero pensar…Vamos a ver, pensemos en tu edad… ¿Cuantos
años tienes?
-Tengo
exactamente siete años y medio.
-Sobra
lo de “exactamente” –contestó la Reina-. Para ser “exactos” hay que hablar con
exactitud… Yo, por ejemplo, tengo ciento un años, cinco meses y un día.
***
-¡Siete
años y medio! –repetía Humpty Dumpty, cavilando. ¡Una edad muy difícil, sin
duda! Si me hubieras pedido mi consejo, te habría dicho: “¡Quédate en los
siete!”… ¡pero ahora ya es demasiado tarde!
-¡No
acostumbro a pedir consejo sobre mi edad! –dijo Alicia, indignada-.
-¡Será
porque tienes demasiado orgullo!
-¡No
es cuestión de orgullo! –protestó la niña, todavía más indignada-. ¿No se da
usted cuenta de que uno no puede evitar crecer y hacerse mayor?
-Uno
no puede –dijo Humpty Dumpty-. ¡Pero dos quizás sí!
***
365
-1
____
364
-…Como
iba diciendo, el resultado parece correcto, aunque no tengo tiempo de revisarlo a fondo…Y viene
a demostrar que hay trescientos sesenta y cuatro días al año en los que uno
puede recibir un regalo de cumpledías…
-¡Eso
es verdad! –admitió Alicia.
-Y
en cambio, ¡uno solo para regalo de cumpleaños! Así que ya ves… ¡te has
cubierto de gloria!
-No
sé qué significa eso de cubrirse de gloria –repuso Alicia.
-¡No
me extraña! -dijo Humpty Dumpty, sonriendo despectivamente-. ¡No lo entenderás
hasta que te lo explique! Quiero decir que tu argumento a favor de los
cumpleaños es falso y que, por tanto te has cubierto de … ¡basura¡
-¡Pero
eso es lo contrario de gloria! –objetó Alicia.
-Cuando
yo empleo una palabra- dijo Humpty Dumpty en tono desdeñoso -, significa lo que
yo quiero que signfique…¡ni más ni menos!.
*****
-¿Sabes
sumar? –se interesó la Reina
blanca-. Vamos a ver: ¿Cuánto es uno y uno y uno y uno y uno y uno y uno y uno y uno y uno?
-¡No
lo sé! –dijo Alicia-. ¡He perdido la cuenta!
-¡Pues
a ver si la encuentras! –dijo la Reina roja-. ¿Sabes restar? ¡Resta nueve de
ocho!
-No
se puede restar nueve de ocho… ¡Eso es imposible! –respondió Alicia-. Pero en
cambio…
-Tampoco
sabe restar –dijo al Reina blanca-. ¿Sabes dividir? Vamos a ver ¿Cómo se divide
una barra de pan?
-Pues
no sé … -comenzó Alicia.
-¡Con
un cuchillo! –exclamó la Reina roja.
-¿Y
cual es el resultado de esa división?
-preguntó de nuevo la Reina blanca.
-Supongo
que… -trató de decir Alicia.
-¡Un
bocadillo de pan con mantequilla! –exclamó la Reina roja-. ¡Eso lo saben hasta
los niños de pecho! Probemos de nuevo
con las restas…Si le quitas un hueso a perro, ¿Qué queda?
-No
quedaría nada –contestó Alicia, después de pensárselo-, El hueso no queda,
porque me lo llevo yo; el perro no queda, porque se iría tras de mí; y yo
tampoco quedaría.
-Te
equivocas como siempre –le dijo la Reina roja-, quedaría la paciencia del
perro.