El tancredismo es una suerte de la tauromaquia que ha pasado, con
notable aprovechamiento, a la política. Debe su nombre a un valenciano,
el torero Tancredo López, que la vio ejecutar en La Habana y que la
incorporó con éxito a su, por otra parte, no muy brillante carrera como
novillero a finales del siglo XIX y principios del XX. La suerte
consistía en esperar inmóvil al toro subido en un pedestal. El toro
llegaba y pasaba de largo ante el regocijo del respetable. Creó una
pequeña escuela, el dontancredismo, que tuvo su prolongación en la
política y la forma de algunos gobernantes de no enfrentarse a los
grandes problemas.
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