Dice Ernesto Cardenal que desde los tiempos de Orfeo, la misión del poeta es hablar por los que ya no tienen voz. Roque Dalton no pudo haber encarnado mejor esa misión como poeta. Su poema "El Turno del Ofendido" es un golpe directo a la conciencia de la humanidad. Roque mismo, todavía espera su turno, y sus verdugos también. El título en sí es profético, ya que de alguna manera nos permite interpretar mejor algunos fenómenos de la realidad de estos días. La decisión de la justicia española, de admitir el caso de la masacre de los sacerdotes Jesuitas presentado por la Asociación Pro Derechos Humanos de España en contra de los militares salvadoreños, nos permite vislumbrar que de alguna manera ha llegado el turno de Ignacio Ellacuría, Ignacio Martín-Baró, Segundo Montes, Amando López, Juan Ramón Moreno y Joaquín López. De igual manera, los días en que los ofensores podían hacerse pasar por gente decente parecen haber superado la fecha de vencimiento.
Me habeís golpeado azotando
la cruel mano en el rostro
(desnudo y casto
como una flor donde amanece
la primavera)
Me habeís encarcelado aún más
con vuestros ojos iracundos
muriéndose de frio mi corazón
bajo el torrente del odio
Habeís despreciado mi amor
os reísteis de su pequeño regalo ruboroso
sin querer entender los laberintos
de mi ternura
Ahora es la hora de mi turno
el turno del ofendido por años silencioso
a pesar de los gritos
Callad
callad
Oíd.