viernes, 29 de enero de 2021

Dinosaurios en Macondo

 Cuando los habitantes de Macondo despertaron de la enfermedad del sueño, los pasteles de cumpledías  se ordenaban por facebook, las pupusas por whatsapp y los "you are fired" por tweeter......

miércoles, 27 de enero de 2021

27 de enero: día del nacimiento de Mozart

 



Al menos en lo que a la música se refiere, Mozart es el más grande niño prodigio de todos los tiempos. Se dice que compuso la música de "Estrellita brilla estrellita"  cuando tenía menos de 5 años. Nosotros conocimos la música en un anuncio de aspirinitas hace más de 40 años. Para cuando Mozart llegó a los doce años,  ya había escrito conciertos para una variedad de instrumentos, sinfonías y óperas. La parte injusta de la historia es que aparentemente su hermana NannerI era tan talentosa como el pequeño Wolfgang, pero Leopold Mozart, padre de ambos,  decidió apostar por el hijo varón.

Algunos de los malentendidos acerca de la historia de Mozart que han llegado hasta nuestros oídos mortales contemporáneos, tienen su origen en el film "Amadeus" de mediados de los años ochenta, el cual según los entendidos carece de exactitud histórica, especialmente en lo relacionado a la supuesta envidia de Antonio Salieri, y como ésta envidia habría provocado que Salieri desde su posición de compositor de la corte hiciera que la vida profesional de Mozart en Viena fuera miserable, al punto de envenenarlo.

A pesar de todo, "Amadeus" puso de moda a Mozart entre los no conocedores, y el soundtrack a cargo de la Academy de Saint Martin in the Fields dirigida por Neville Mariner es una maravilla. Algunos años más tarde, cuando se cumplieron 200 años de la muerte de Mozart en 1991, la compañía Phillips se embarcó en un proyecto ambicioso al publicar una colección completa con todas las composiciones del pequeño Wolfie. Algunas piezas fueron grabadas por primera vez, ya que Phillips compró algunas partituras originales en subastas con la intención expresa de incluir todo el universo mozartiano en aquella colección de nada menos que 180 discos compactos (en 1991 se anunció una colección con 600 discos compactos).

Cuando se celebró aquel aniversario, yo vivía en Bologna, y por supuesto que era consciente que la colección completa de Mozart, publicada por Phillips, estaba fuera del alcance de la mayoría de mortales. Se trataba de una colección para conservatorios, radios culturales, o cualquiera que tuviera varios miles de dolares para comprar discos.   Afortunadamente Phillips editó una mini colección de cinco discos compactos, para amantes de la música clásica con presupuesto limitado. En un viaje que hice a Toronto en 1992, encontré "The Mozart Experience". La compré sin dudarlo ni un milisegundo, y sujeté la cajita de discos con el mismo celo con el que los jugadores de futbol americano protegen el balón mientras corren rumbo a la meta.

Durante mis años en el Bolognese, uno de mis colegas profesionales me contó que él formaba parte de un grupo de aficionados a la música coral, que desde niños mantenían relación con la parroquia de  Bologna en la que habían crecido. Durante  casi todo el año, ensayaban cada viernes por la noche El Requiem de Mozart, con el propósito de interpretar dicha pieza en navidad. El director del coro, era el cura de la iglesia, quien en razón de su edad, ya no escuchaba muy bien, y después de cada ensayo les decía -Muchachos, ustedes cada día cantan mejor. Por suerte Bologna no solo tenía malos cantantes, sino que entre otras cosas existía una sucursal de Ricordi, la casa editora en la que Verdi registró sus partituras. Además, los boloñeses se jactaban de que Mozart fue enviado a estudiar a Bologna y había aplazado.    


Una de las pocas razones por las que lamento que la vida humana sea tan corta es que no hay tiempo para conocer y escuchar toda la música clásica que ha sido escrita. Ni siquiera queda tiempo para conocer lo que Mozart escribió en los apenas 35 años que vivió. Sin mencionar a Bach o Beethoven.  Por ejemplo, si uno busca "Wolfgang Amadeus Mozart" en Spotify, lo que aparece como repuesta es intimidante. Por lo demás el mundo es como es, y cada día un poco más. Con algo de suerte, dentro de 200 años, queda por ver si alguien escuchará todavía las canciones de Lennon & McCartney, y de otros grandes músicos populares. Los clásicos ya pasaron esa prueba.

  

sábado, 23 de enero de 2021

23 enero


 

jueves, 14 de enero de 2021

Lecturas

 


El texto pseudo-histórico de Woody Allen, dedicado al inventor del sandwich, me lo encontré por vez primera en una edición de la revista Selecciones del Readers Digest, hace más de 40 años. Una revista ultraconservadora, que a falta de otra lectura, era de lo mejor que se podía leer en San Isidro. Mi padre que era amante de la lectura, devoraba los ejemplares de esta publicación con el mismo afán con que un náufrago devora alimentos tras un prolongado ayuno involuntario.  Allí descubrí "No todo lo que vuela es OVNI" de Carl Sagan,  "El Paraíso del Tonto", de Isaac Bashevis Singer, Juan Salvador Gaviota de Richard Bach, "El Pastor" de Frederik Forsyth, y otros. Sospecho que "El Principito", también lo descubrí en Selecciones. Debo confesar que escribiendo este párrafo, pude  reencontrar el texto de Singer, el cual busqué infructuosamente durante más de 40 años. En las fotografías que aparecen en la parte superior, se muestra el único ejemplar de Selecciones que pude salvar de la colección de mi padre. Se pueden ver anotaciones a mano realizadas por él sobre la portada de la edición de mayo de 1979, marcando el artículo de la página 33, "Encuentros con Mundos Lejanos". Nada mal como elección, el mejor artículo para el mejor lector.



miércoles, 6 de enero de 2021

El Turno del Escriba



El recuerdo más diáfano de mi padre es verlo caminando en la calle que lleva hasta su casa en San Isidro. En los años sesenta y setenta, él andaba y desandaba este camino varias veces al día para ir y regresar hacia y desde la oficina en la que laboraba como Escriba. A esta hora, estábamos pendientes de la sirena que anunciaba las doce en punto, hora del almuerzo. El universo nos daba una pequeña tregua, mi padre almorzaba y escuchaba las noticias entre las doce y la una, y si había tiempo hojeaba  "El Diario de Hoy", el periódico más anticomunista de El Salvador, el cual él distribuía en San Isidro. La única cosa peor que leer El Diario de Hoy, es no tener nada que leer.    

En aquel tiempo y antes, los Escribas tenían buena letra, pero la buena letra no es nada, si no sirve para escribir verdades verdaderas como decía Víctor Jara, a quién por cierto conocí por medio de sus canciones durante uno de esos mediodías escuchando las noticias en la radio de onda corta. Mi padre de haber tenido oportunidad  habría sido historiador, cronista  o al menos periodista. De vez en cuando enviaba notas a El Diario de Hoy y se las publicaban. En una ocasión cubrió un caso de trampa en una casa de juego en Armenia. La nota apareció con su nombre. En otra ocasión, escribió acerca de un caso que causó conmoción en el San Isidro de la primera mitad de los años sesenta. Un recién nacido apareció abandonado en un tubo, sin vida.   

Miguel Cara de Ángel, el más innombrable de los personajes de San Isidro, se aprovechó de esta vocación de mi padre para enviarlo junto a Chente Chávez a observar la última erupción del volcán de Izalco ocurrida en octubre de 1966: "Ya que usted es periodista, lo voy a enviar al Mirador para reportar la erupción......" - dijo Cara de Ángel con sarcasmo. "El Mirador" era una formación rocosa que marcaba el límite de la lava antigua del volcán con los cultivos de café de altura de "La Garroba", una las fincas que se administraba desde San Isidro.   

En realidad, los propósitos de Cara de Ángel no eran tan loables, ya que sin radio, ni otro medio de comunicación, de nada servía tener observadores. La realidad es que ante los ojos del Innombrable, mi padre era demasiado revoltoso,  así que no quería desaprovechar la oportunidad de que el volcán hiciera el trabajo sucio. Mi padre y su desventurado compañero de aventuras se mantuvieron observando la erupción durante varios días con sus noches hasta que el peligro fue más que inminente y huyeron casi a media noche rumbo a la finca "La Garroba".

Mi padre escribió la crónica de esta aventura y la tituló "Tres días en la Hacienda de los Cucufate" y a falta de otro medio, la publicó en la revista de las fiestas patronales de San Isidro del año siguiente. Además de hacer un resumen histórico del volcán, desde que los terrenos en que apareció se encontraban dentro de una hacienda de la familia Cucufate; pasando por el chasco del gobierno de El Salvador, cuando se construyó el Hotel de Montaña del Cerro Verde y el volcán se apagó justo antes de la inauguración. "El volcán no es payaso" - le comentó uno de los lugareños de la finca La Garroba. 

En el epílogo de aquella crónica, mi padre reconocía que a pesar de las malas intenciones, Miguel Cara de Ángel, sin querer le dio la oportunidad única en la vida de observar en primera fila la belleza incomparable del avance de un imponente río de lava desintegrando árboles y pequeñas colinas en cuestión de segundos y por supuesto la sensación que produce la adrenalina cuando uno huye para salvar su vida. A diferencia de Empédocles, el filósofo griego que murió víctima de su misma curiosidad al acercarse demasiado a la lava de un volcán en Sicilia, mi padre tuvo la dicha incomparable de vivir muchos años para contarlo.