jueves, 15 de octubre de 2020
viernes, 9 de octubre de 2020
lunes, 5 de octubre de 2020
EL GUASÓN
sábado, 3 de octubre de 2020
Todos los Nombres
Pablo Diego José Francisco de Paula
Juan Nepomuceno María de los Remedios
Cipriano de la Santísima Trinidad Ruiz y Picasso
NOMBRE COMPLETO DE PICASO
En el nuevo mundo, especialmente los que somos descendientes de los habitantes originarios de estas tierras, no tenemos garantías de que el apellido signifique algo equivalente a linaje, ya que la cultura original (incluyendo la cultura genealógica) fue aniquilada. No sabemos el origen del apellido. Con contadas excepciones, al menos en El Salvador, el equivalente a los nombres de pila de las culturas nativas prácticamente ha desaparecido. En otros países del continente, en donde la población y la cultura originaria han sobrevivido mejor, la situación es menos dramática. Para efectos prácticos, en no pocos casos, el apellido a lo mejor no significa mayor cosa. Dos ejemplos ilustran una forma de respuesta interesante asumida por personajes protagónicos durante la lucha por los derechos civiles en EE.UU. En primer lugar, el caso de Malcolm X, quien cambió su apellido a X, para no tener que usar el nombre de familia de los que habían esclavizado a sus ancestros. Un ejemplo más conocido es el deMohamed Ali, quien adoptó ese nombre en lugar de Cassius Clay. En ambos casos fue una protesta legítima en contra de un poder que los privaba incluso del derecho de conocer sus raíces.
En mi caso, he logrado trazar la rama paterna de mi árbol genealógico hasta 1845, año en el que asumo que nació mi bisabuelo Juan José López. Al menos es lo que consta en su acta de matrimonio. Antes de 1845 no hay nada. En el lado materno, apenas he logrado llegar hasta la década de 1890. En fin, para los que somos descendientes de los habitantes originarios de este rincón del mundo, el apellido es solo una formalidad que estamos obligados a usar para no convertirnos en indocumentados o ilegales. En todo caso, aquí la discriminación siempre estuvo basada en la apariencia. En los momentos más dramáticos de esta discriminación, ser indígena era una condena a muerte. Eso fue lo que ocurrió durante el alzamiento indígena de 1932. Los indígenas de El Salvador sufrieron un Genocidio perpetrado por el régimen militar de la época comandado por un Innombrable. En las regiones del país, en donde los indígenas y su cultura estaban asentados, su identificación era inmediata y su destino también. Así como los supremacistas blancos en EE.UU. todavía ostentan la bandera confederada y otros remanentes del esclavismo, en El Salvador el partido político más Innombrable todavía inicia sus campañas electorales con un acto en la ciudad símbolo de este genocidio.
En las escuelas más elitistas de El Salvador, cuando se enseña historia, en el mejor de los casos es una versión light, revisada para que los niños bien no se enteren ni como fue construido, ni como se sigue administrando este país. Ciertamente que mencionar que el estado perpetró genocidios y otros actos innombrables está fuera de orden. Eso no es cool. Además, las parcelas de la mentalidad pro-business no deben ser contaminadas con verdades tan incómodas. Es natural que cuando estos jóvenes son confrontados con la realidad, la interpreten como una especie de teoría conspirativa, en todo caso una mentira. Al fin y al cabo, las cosas tal como están funcionan bien para ellos y sus familias. En ese sentido, la praxis de los sectores más conservadores de El Salvador es tan exitosa, que uno de los líderes más poderosos del mundo, ha declarado su intención de revisar como se enseña la historia en su país, quejándose de que tal como se enseña actualmente, los niños crecen odiando al país. Lo mejor es no enseñar temas espinosos tales como la historia de la esclavitud, ni otros tópicos iguales o peores. En realidad, la historia siempre ha sido revisada. Reconocer a los malos y los buenos, nunca ha sido un asunto fácil. Está bien enseñar que hubo Holocausto, pero de El Mozote, mejor ni hablar.
Regresando al asunto de los nombres. En mi generación, la mayoría de niños nos enterábamos de que no nos llamamos exactamente como creíamos cuando llegaba el tiempo de recibir el certificado de sexto grado. Mi historia no es la excepción, mis apellidos cambiaron de lugar en mi nombre legal. En otros casos, para los que tuvieron la fortuna de estudiar en la universidad, al acercarse el proceso de graduación descubrían que su nombre tenía problemas, y debían someterse a un proceso tan desagradable como ir al dentista, llamado juicio de identidad. Desgraciadamente aquí no aplica aquella oración "Si de algo estoy seguro, es de haber nacido", que exclamó Benedetti cuando le pidieron una constancia de bautizo para casarse por lo católico, ni lo que hizo Malcolm. Lo más cerca que mi familia estuvo de la opción Malcolm, fue cuando el abuelo, quien no sabía leer, ni escribir, firmaba con una gran X, inclusive cuando fue alcalde interino de San Martín. Definitivamente, en una casi ex-república bananera, no es buena praxis ni el método Benedetti (quedarse sin papeles), ni el método Malcolm. Durante la guerra, si las fuerzas de seguridad te detenían en un retén militar y no tenías papeles, eras hombre muerto. Y todo parece indicar que las prácticas de la guerra están volviendo. Tenía razón Quino. Su nombre es Quino, el resto es humo. Y más razón tienen los que descubren demasiado tarde que su nombre no les gusta, y se lo cambian sin arreglar papeles. Esta también ha sido una constante en mi familia, pero esa es otra historia...