miércoles, 20 de julio de 2016

domingo, 17 de julio de 2016

Liliputienses

"Ya hemos dado la bienvenida a los embajadores de El Salvador, Costa Rica, y El Vaticano. Sé que los otros países los seguirán."
El personaje Aisin-Gioro Pu Yi, en el film "El Último Emperador" de Bernardo Bertolucci.




A inicios de la década de los 30, Japón instaló a un gobierno títere en el denominado Manchukuo, encabezado por Pu Yi, el último emperador del film de Bertolucci. El personaje es casi tan patético, como algunas de las acciones de reconocimiento diplomático del Manchukuo de parte de algunos estados. El Salvador probablemente fue el primer estado que reconoció al Manchukuo. Roque Dalton incluye este hecho en la sección Martínezkampf de  "Las historias prohibidas del pulgarcito". No sería nuestra última desventura en política exterior, ni tampoco la peor. Casi un siglo después de aquel hecho, seguimos sin reconocer diplomáticamente  a la verdadera República de  China.



miércoles, 13 de julio de 2016

Fiat Justica Et Ruat Caelum

Hasta el día de hoy, los crimínales se pavoneaban por este país, seguros de su impunidad, amenazando a veces veladamente y a veces  descaradamente, con golpe de estado, seguros de que en última instancia, en una sociedad primitiva como lo es efectivamente, la sociedad salvadoreña, los Criminales siempre gozarán de impunidad.

Cada vez que casos como el de los sacerdotes jesuitas se ventilaban en la opinión pública, aparecían los mismos gorilas de siempre, amenazandonos (a mi  y al resto de los mortales) con darnos un reprisse de los que nos hicieron vivir en los años sesenta, setenta y ochenta. Más de una pesadilla vino a mi mente, regresando en el tiempo a una época que no le deseo a ningún salvadoreño de ninguna generación.

Este día, la sala de lo constitucional de la Corte Suprema De Justicia del Estado Salvadoreño ha declarado inconstitucional la ley de Amnistía, lo que significa en primer lugar que los autores intelectuales del crimen de lesa humanidad de los sacerdotes jesuitas  (5 miembros de la tandona más el sexto elemento -quién por cierto es el único que ha mostrado un mínimo de dignidad-),  son elegibles para extradición.

Que se haga Justicia aunque se rajen los Cielos (Fiat Justica et Ruat Caelum), está escrito en las Cortes de Justicia de EE.UU. Ojalá que sea cierto esta vez.


jueves, 7 de julio de 2016

El Vicio de Quejarse

Los que se quejan por vicio, se aprovechan -a veces- de que con la libertad de expresión se puede escribir casi cualquier cosa y el resto de la humanidad los tiene que soportar.  La semana pasada, en un artículo de opinión publicado en El País, Yoani Sánchez se quejaba de la cultura músical para turistas, que en el caso de Cuba viene a significar que los visitantes casi siempre prefieren el Danzón, el Son, el Bolero, etc.  en detrimento  de las expresiones preferidas por los jovenes locales, particularmente el reguetón y otros temas de discoteca. Lamento vano, ¿a quién se le ocurriría viajar tan lejos para escuchar Reguetón? En mi caso personal, los conductores de autobus me obligan a escuchar [muy a mi pesar] este genero casi a diario. Tenía razón Antonio Orlando Rodríguez, cuando afirmaba que "ser anticastrista abre muchas puertas" [fuera de Cuba, por supuesto]. Hace casi veinte años Ry Cooder y Wim Wenders realizaron el disco y el documental "BuenaVista Social Club". Está de más decir que el Buenavista ha sido el fenómeno más importante de la música popular cubana de los últimos tiempos. Sin embargo, en su momento se escucharon críticas cargadas de mucho veneno [de músicos cubanos que no participaron en el proyecto y que hacían triples saltos mortales por participar], quejándose [otra vez] por ejemplo, de lo injusta que era la industria [de la música] por permitir que un guitarrista que había tocado con los Rolling Stones [supongo que se referían a Cooder], optase por grabar un disco con viejitos desafinados, en lugar de hacerlo con otro tipo de músicos....  La doble tragedia de esta historia, es que Compay Segundo, Ibrahim Ferrer, Omara Portuondo y Rubén Gonzales entre otros, fueron ninguneados por la cultura oficial de la isla durante décadas. Compay trabajaba en una fabrica de puros, Ibrahim se dedicaba a lustrar zapatos y Rubén llevaba años sin tener acceso a un buen piano, hasta que surgió el proyecto de Cooder y Wenders, gracias al cual conocemos esta historia. Lo más tremendo es que justamente cuando el grupo de viejos músicos cubanos que participaron en el proyecto Buenavista, apenas comenzaba disfrutar de sus bien merecidos quince minutos de fama, ya había legiones de envidiosos lamentando la gloria ajena. Este cuento parece ser  tan viejo como la historia de la humanidad, ¿quién es Caín, quién es Abel?

Me recuerdo de mis años en Bologna, que mis conocidos locales se indignaban con la idea de ser asociados culturalemente [desde el exterior] con las canciones de Domenico Modugno o similares. En cambio preferían expresiones que casi nadie conoce fuera de Italia. La verdad es que la marca de Italia en términos musicales son las canciones de autores como Modugno, la canción napolitana y la música lírica [opera].  No es casualidad que los Italianos reconozcan como segundo himno nacional dependiendo -como decía Cortazar- del estado de animo a "Nel Blue Dipinto di Blu (Volare)" de Modugno, ´O Sole Mio de Eduardo di Capua, o el Va Pensiero de Verdi; y para muestra, el primer comentario que aparece [este día 13 de julio] en la dirección del Va pensiero  en You Tube (piango ancora, grandissimo coro della Fenice! Questo dovrebbe essere il nostro inno, altro che quella marcetta). Comentario que ciertamente no necesita traducción, pero que ilustra que la tradición de convertir marchas militares en himnos nacionales, no es una desgracia exclusiva de América Latina.  Hace pocos años, Woody Allen recibió algunas  críticas [en Italia, por supuesto] por proyectar una Italia para turistas en el film "De Roma con Amor". Es cierto -soy un turista- confesó. No era para menos, el film iniciaba con las notas de "Nel Blue Dipinto di Blu (Volare)" de Modugno.

Otra historia de casos es Argentina. Me contaba un periodista argentino que vivió parte de los ochenta en Nicaragua y El Salvador, que sus connacionales descubren a Gardel lejos de Argentina. En algún momento hacen las pases con Gardel [y de paso con alguno de sus padres], y a partir de la reconciliación, Gardel se convierte en un acompañante permanente  en la maleta junto al pasaporte. A Piazzola  -me decía Claudia, una amiga Argentina que conocí en Bologna- mientras vivimos en Argentina no lo oímos, no nos interesa [tampoco Gardel]. En Europa, nos avergonzamos de reconocer que no lo hemos escuchado, y hacemos un esfuerzo notable por tratar de entenderlo. Yupanqui, Falú, Dávalos, y el Folclore en general son otro gran trago amargo para los músicos jóvenes tirados al rock, al reguetón, y otras cosas parecidas: "Me reencontré con una música, que tenía metida en mi corazón desde chico" -confiesa Juan Carlos Baglietto antes de interpretar la Tonada de un Viejo Amor de Falú y Dávalos- "y que quien sabe por qué, uno estuvo escondiendo durante tantos años. De la misma manera que uno se reconcilia con los afectos familiares, se reconcilia también  con sus Viejos, con sus antecesores, y se reconcilia con la música de sus antecesores. Esa música que de jóvenes, que creiamos que nos sabíamos todo , decíamos: eso es música de viejos. De golpe, como dijo Pugliese "Los espero a los Cuarenta", y apareció el Tango , y apareció el Folclore........"

Por último,  para la generación por la que puedo hablar, por ejemplo pudimos conocer "Cross Road Blues" de Robert Johnson solo gracias a que Clapton la incluyó en un disco de Cream en los sesentas, y "Before You Accuse Me" de Bo Diddley, por haber sido  incluida en el LP "Cosmo´s Factory" de Credence. B. B. King, en parte tuvo algo de cámara fuera del circuito de los conocedores, también gracias a que los Stones lo hicieron telonero de sus conciertos, y luego Clapton -otra vez- grabó a su lado "Riding with the King". A uno y otro lado del Atlántico anglosajón,  músicos talentosos como los Stones, Led Zepellin, Clapton, Bob Dylan, y quizás hasta Fogerty,  se inspiraron en algún momento en el Blues y otros géneros de la música negra. En este contexto, sería inconcebible que un visitante medianamente informado visite  New Orleans u otras de las fuentes musicales de los EE.UU., exprofesamente para escuchar  Reguetón. Por supuesto que los cretinos son ubícuos. Tampoco nos imaginamos,  que los citadinos de New Orleans, Buenos Aires, o Sevilla se quejen de la cultura musical de los visitantes que llegan buscando Blues, Jazz, Tango o Cante Jondo, o peor aún, qué de bienvenida les adjudiquen el cliché de cazadores de rinocerontes blancos.




lunes, 4 de julio de 2016