martes, 11 de agosto de 2015

El Campus y los Perros

Los enémigos de lo público claman desde hace no poco tiempo que "lo que es de todos no lo cuida nadie". Y no les faltan ejemplos para justificar semejante retórica. La Universidad de El Salvador no debería ser uno más de esos ejemplos perversos que encajan como anillo al dedo en la retórica de los que pretenden nada menos que privatizar todo lo que pueda ser privatizado.

Hace más o menos unas tres décadas, en plena guerra, durante las reuniones de Facultad, de vez en cuando, tuve la no tan afortunada idea de comparar el estado de nuestos jardines y nuestros baños, con los de la UCA, y también hacía una comparación proporcional de las planillas de jardineros y personal de limpieza: algo andaba muy mal, y mientras tanto las cosas no han cambiado para mejorar.

Pero estamos en El Salvador, en 2015, y las cosas cosas pintan tan mal en el mundo exterior, que -a pesar de la basura y algunos dementes que le practican la eutanasia a los árboles del campus- algunos pájaros incautos todavía buscan refugio en este lugar. Mientras tanto una nueva plaga campea por estos lares.

Hace casi quince años, cuando el campus sirvió de sede para los juegos centroamericanos y del caribe, cuentan algunos cronistas que el encargado militar de la así llamada villa olímpica advirtió al personal de la UES acerca de las consecuencias que tendría el hecho de no controlar la plaga de perros que deambulaba  a sus anchas a lo largo del campus.

En este país todos sabemos lo que significa la advertencia de un militar. Los militares no dialogan mucho: disparan primero y preguntan después. Si nos atenemos a los relatos de los testigos, los perros desaparecieron milagrosamente del campus mientras duraron los Juegos. Probablemente, historias como esta  explican en parte la añoranza que buena parte de nuestra población tiene acerca de los métodos de la milicia. Pero bueno esa es otra historia...

El hecho es que al terminar los Juegos y tras la marcha de los militares, los perros regresaron, y no dan muestras de querer marcharse. Aquellos que han tenido la poca fortuna de tener que hacer uso de la cafetería de la Universidad saben de lo que  hablo. Comer al lado de los perros es una praxis común de los habitantes de las comunidades rurales de El Salvador. Sin embargo para cualquier visitante más o menos culto, resultaría dificil de entender esta costumbre en una Universidad.

En el pasado algunos ya hemos estado en peligro de ser atacados por los perros del campus. Generalmente de noche el peligro es mayor, especialmente para los que deben hacer el largo recorrido a pie desde la Facultad de Ingeniería hasta la entrada principal del campus. Finalmente, ayer por la tarde, un colega docente de eléctrica fue atacado por uno de estos perros que de manera abusiva han sido llevados al campus por algunos empleados de la UES. ¿Quién dará la cara en este y otros casos? ¿Quién habla en nombre de la comunidad universitaria? ¿A quién hay que demandar en este caso?