martes, 24 de marzo de 2015

El hombre que dice la verdad, tarde o temprano es descubierto

OSCAR WILDE

24 de Marzo Día Internacional del Derecho a la Verdad y Aniversario del Asesinato de Monseñor Óscar Arnulfo Romero.

viernes, 20 de marzo de 2015

Matar el Chucho a Tiempo

Para la Ciudad que es imperio, todo lo que le conviene es justo
TUCÍDIDES

Saber perder es igual de importante que saber ganar, a veces se gana perdiendo y otras tantas se pierde ganando. Sin embargo  de la teoría a la práctica existe un gran trecho. La obsesión por el éxito, y el culto por los "exitosos" han propiciado que en el establishment se vea apenas como pecadillo menor torcer las reglas para hacer parecer como justo todo lo que nos conviene.

En el mundo del futbol, existe un personaje tan metafórico, que por momentos haría sonrojar al mismísimo Machiavelli. Hace pocos días. para no  ir más lejos, su equipo -el Chelsea- enfrentaba al PSG. Como de costumbre Mourinho comenzó su tarea de ablandamiento del  arbitro denunciando que el PSG era un equipo que jugaba "sucio", sin dejar de lado la eterna conspiración arbitral en contra de los equipos que él ha dirigido.

Esto es lo que en dialecto salvadoreño se conoce como "matar el chucho a tiempo", es decir si pierde, siempre puede culpar al árbitro, y por otra parte si el árbitro muerde al anzuelo, se sentirá tentado a pitarle todo al otro equipo - en este caso el PSG- y a ser más benévolo con el equipo de Mourinho. Tal como pudimos constatar, la estrategia mourinhesca funcionó en parte, ya que a la primera oportunidad el árbitro expulsó a un jugador del PSG, tras una falta que a los ojos de todo el mundo fue "leve". A pesar de todo, el Chelsea fue eliminado, y "Mou" que en esta  ocasión no podía culpar ni al árbitro, ni a la UEFA, ni a UNICEF (como lo hacía cuando perdía contra el Barcelona), se limitó a culpar a  sus jugadores. Los equipos con 10 jugadores juegan mejor que con 11, sentenció. Sobretodo si el Mister les ordena jugar como "ratones" diría Di Stefano.

Una jugada parecida hicieron los del partido que está más a la derecha en El Salvador (Dagoberto Gutierrez Dixit  que todos los partidos y casi todos los candidatos son de derecha). Durante buena parte de la campaña electoral se dedicaron a matar el chucho a tiempo, es decir a ablandar al árbitro (el TSE) denunciando fraude. No es de poca monta recordar que poco antes de las elecciones  se retorcieron las reglas del juego. Una vez iniciado el recuento, se lanzaron al unísono con su coro griego (ANEP, FUSADES, Aliados por la democracia, etc.)  exigiendo casi un recuento voto por voto para hacer valer  la voluntad popular.

Si perdemos es culpa del árbitro, y si ganamos es mérito mío, diría "Mou". Bueno, el hecho es que a la hora de definir el diputado 84, los del partido más a la derecha aparecieron exigiendo exactamente lo contrario que exigian al inicio del recuento, es decir ahora en lugar de exigir que abrieran las urnas y se hiciera un recuento voto por voto, presionaron en coro para pedir la anulación de actas, para bajarse al todavía diputado Douglas Avilés, en beneficio de uno de los "innombrables".

El pueblo ya habló, dicen los "speakers" del partido, mientras los "tamales" se cocinan a costa de los resíduos del CD. Uno de mis viejos  profesores decía que es interesante ver a la gente sin máscara (Oscar Wilde sostiene que solo con máscara se atreven a decir la verdad). La retórica prepotente de este proceso, me refresca la imagen de la derecha que yo recuerdo en los tiempos de los fraudes "al por mayor". Octavio Paz escribió que los vencedores jamás podrán ostentar la dignidad de los vencidos. Bueno al menos ese es el consuelo que le queda al todavía diputado Douglas Avilés.




sábado, 7 de marzo de 2015

Una historia de profesores

Hace casi cuarenta años, Yo estudiaba tercer ciclo de ingeniería eléctrica  en la UES, y de acuerdo al plan de estudios llegaba el momento de tomar el curso de mecánica de los sólidos, tan famoso como su profesor, el Chele Ávila.  El Ing. Ávila era un profesor clásico, si es que ha habido un clásico en este lugar. La mayoría de los que tomábamos el curso utilizábamos una versión levemente pirata del texto  de Beer y Johnston, editada por la sociedad de estudiantes de ingeniería. Por supuesto que no todos los estudiantes usaban esta versión. Los que se lo podían permitir, exhibían con orgullo sus libritos originales, con figuras a color.

Las clases tenían lugar en el  Auditórium   Miguel Mármol, y si mi memoria no me falla, era difícil sino imposible, dormirse durante las mismas, dada la combinación de recursos que manejaba el profesor. Los diagramas de cuerpo libre hechos con yeso eran casi obras de arte. El estilo desenfadado con el que presentaba las clases ilustraba de alguna manera su dominio de los temas. Pienso que pocos de los que estudiaron con él habrán podido olvidar su estilo jocoso de ilustrar el producto vectorial y el torque, entre otras cosas.

El curso, en el que básicamente, el estudiante se ve confrontado con la necesidad de aplicar las leyes de Newton, estaba considerado en su tiempo el primer gran colador para los estudiantes de las carreras de ingeniería. 1976 no fue la excepción, y después del primer examen -del cual todavía recuerdo el problema más complejo- ocurrió un levantamiento de los estudiantes que habían reprobado el parcial, como se conoce en la jerga universitaria de la UES a los exámenes. El líder de la intifada era un estudiante jurásico, al que llamaban "Capirucho".

El Chele Ávila negoció magistralmente con los insurrectos, se estableció una comisión negociadora -en la que el profesor tuvo el buen tino de lograr que también se incluyera a estudiantes que habían obtenido un buen resultado en el examen- y al final pudo convencer a todas las partes interesadas acerca de la conveniencia de dividir el curso en dos grupos. Con esta jugada maestra, los estudiantes que habían obtenido un buen resultado no perdían su primera nota; mientras que el resto tendría una segunda oportunidad.

Largo tiempo pasado desde entonces, y sin embargo recuerdo nítidamente que en las noches en que nos desvelábamos preparándonos para los exámenes, comenzaban a sonar las notas de "Bohemian Rapsody". Siempre asocié dicha canción con la época de Sólidos I. Es la pista de sonido con la que quiero recordar a un buen profesor, a una Universidad que ya no es, y sobretodo una época en la que nuestro país aún tenía la pretensión vana de vivir en una edad de la inocencia.