miércoles, 6 de agosto de 2014

Releyendo a Swift en tiempos de Cinismo y Mentira

Jonathan Swift es uno de los autores obligados para los niños de todas las épocas, aunque de un tiempo a esta parte la mayoría lo hemos conocido por medio de las versiones cinematográficas de los "Viajes de Gulliver", y de manera especial por el viaje a Liliput. La verdad es que en "Los Viajes de Gulliver", Swift se adelantó  al género de disfrazar la sátira política como  cuentos para niños.  Para muestra un botón:

"Un día quiso el rey obsequiarme con algunos espectáculos del país, en los cuales, por la destreza y magnificencia, aventajan a todas las naciones que conozco. Ninguno me divirtió tanto como el de los volatineros, ejecutado sobre un finísimo hilo blanco tendido en una longitud aproximada de dos pies y a doce pulgadas del suelo. Y acerca de él quiero, contando con la paciencia del lector, extenderme un poco.

Esta diversión es solamente practicada por aquellas personas que son candidatos a altos empleos y al gran favor de la corte. Se les adiestra en este arte desde su juventud y no siempre son de noble cuna y educación elevada. Cuando hay vacante un alto puesto, bien sea por fallecimiento o por ignominia -lo cual acontece a menudo-, cinco o seis de estos candidatos solicitan del emperador permiso para divertir a Su Majestad y a la corte con un baile de cuerda, y aquel que salta hasta mayor altura sin caerse se lleva el empleo. Muy frecuentemente se manda a los ministros principales que muestren su habilidad y convenzan al emperador de que no han perdido sus facultades.


Hay también otra distracción que sólo se celebra ante el emperador y la emperatriz y el primer ministro, en ocasiones especiales. El emperador pone sobre la mesa tres bonitas hebras de seda de seis pulgadas de largo: una es azul, otra roja y la tercera verde. Estas hebras representan los premios que aquellas personas a quienes el emperador tiene voluntad de distinguir con una muestra particular de su favor. La ceremonia se verifica en la gran sala del trono de Su Majestad, donde los candidatos han de sufrir una prueba de destreza muy diferente de la anterior, y a la cual no he encontrado parecido en otro ningún país del viejo ni del nuevo mundo. El emperador sostiene en sus manos una varilla por los extremos, en posición horizontal, mientras los candidatos, que se destacan uno a uno, a veces saltan por encima de la varilla y a veces se arrastran serpenteando por debajo de ella hacia adelante y hacia atrás repetidas veces, según que la varilla avanza o retrocede. En algunas ocasiones el emperador tiene un extremo de la varilla y el otro su primer ministro; en otras, el ministro la tiene solo.

Aquel que ejecuta su trabajo con más agilidad y resiste más saltando y arrastrándose es recompensado con la seda de color azul; la roja se da al siguiente, y la verde al tercero, y ellos la llevan rodeándosela dos veces por la mitad del cuerpo. Se ven muy pocas personas de importancia en la corte que no vayan adornadas con un ceñidor de esta índole".

 Un seguidor de Swift en El Salvador -cuyo nombre no voy a mencionar- inventó un juego que seguramente  habría sido incluido de buena gana -por nuestro autor-  entre los espectaculos de la corte de Liliput. El juego se llama "Teneme la Varita", y a pesar de que fue creado sin más ambición que la de divertirse a costa del prójimo, su genialidad es metafórica, ya que la analogía política es innegable.

En el juego "Teneme la Varita", el más listo del grupo -el más vivo decimos en El Salvador- introduce la punta de una varita similar a la  de Harry Potter en restos de necesidades mayores de la naturaleza -casi he usado la redacción de Swift- todo esto a escondidas del grupo. Finalmente los convoca a participar en el juego "Teneme la Varita", el cual no necesita mayor explicación. Es la metáfora perfecta del traspaso de mando de los funcionarios públicos: No se puede jugar "Teneme la Varita" sin terminar Untado, pero te puedes desquitar pasando la Varita a otro.

"Resulta un triste espectáculo para los que pasean por esta gran ciudad, o viajan por nuestro país, ver que las calles, carreteras y las puertas de los chamizos están atestadas de mujeres mendicantes, seguidas de tres, cuatro o hasta seis niños, todos vestidos con harapos, y que importunan a todos los paseantes pidiéndoles una limosna"

Así comienza "Una Humilde Propuesta" texto genial pero controversial, en el que Swift propone el establecimiento de granjas de engorde de niños. Swift hace una elaboración minuciosa de lo que ahora llamariamos Bussines Plan, pasando por un detalle de las estadísticas de la época para calcular tanto la capacidad de producción como el tamaño del mercado. En realidad Swift solo traslada al engorde de niños, los cálculos que seguramente hacían en su época los magnates del tráfico de esclavos.

Creo que de haber sido testigo -en el siglo XX y en el inicio del XXI- de la aplicación de sucesivas políticas de exterminio -y del Cinismo y Mentira que las rodean-  como estrategias exitosas de política interna, Swift probablemente habría sentido la inspiración para escribir  otra Humilde Propuesta en la que elaboraría el bussines plan para sistematizar los guetos o franjas para inmovilizar a aquelllos indivuduos a los que los estados consideran indeseables, esto según el estilo  desarrollado por Swift en "Una Humilde Propuesta" no solo sería rentable financieramente por la mano de obra esclava;  sino que contaría con un respaldo mayoritario en las encuestas de opinión. De todas formas, es una pena que Swift no esté con nosotros para contarlo, ya que su estilo es inimitable.