jueves, 30 de enero de 2014

Abbiamo bisogno di super-eroi

Mauro Pallota "MauPal", autor del Mural del Super-Papa. 
 En el portafolio del Super Papa se lee "Valores", y se puede reconocer  la bufanda del San Lorenzo de Almagro.

El Vaticano ya había mostrado su agrado por el mural, al compartirlo en redes sociales
Vista nocturna del mural 

El artista de la calle Mauro Pallota "MauPal", dice "he hecho esto, que llamaremos  Mural, aunque no lo es, porque  tenemos necesidad de superhéroes, yo pienso que él [el Papa] es uno de los pocos personajes que tiene poder, y que está usando este poder para el bien. Lo he convertido en superhéroe tipo Comics de la Marvel, porque yo creo que los Comics de la Marvel nacen como una reconversión de la mitología griega en metáfora moderna, y él es un superhéroe contemporáneo. Lo he hecho aquí porque yo vivo en este barrio, porque estamos a dos pasos del Vaticano, para que más persona puedan verlo. Si lo quitan , lo lamento, porque significa que la denominación de decoro urbano no es exacta".



A pesar de todo, el mural fue borrado este día por la empresa encargada de la limpieza de Roma, por considerar que atentaba contra el decoro urbano. Afortunadamente los propietarios de un edificio de varios pisos ubicado muy cerca del mural original, han ofrecido una pared mucho más grande para que Maupal reconstruya su mural.

Ver noticia en el diario italiano La Repubblica


martes, 28 de enero de 2014

Si Tuviera un Martillito


Pienso que la primera canción que escuché de Pete Seeger, fue "Si Tuviera un Martillito" en la versión de Trini López. De eso ya pasaron muchos años, y para cuando volví a encontrarme con aquella canción, la cantaba Víctor Jara. Por supuesto que para entonces, Jara ya era historia. La tercera vez que supe de esta canción, la cantaban Peter, Paul & Mary.

En aquel tiempo conocimos en los cancioneros de la iglesia popular que se usaban en San Isidro, una sencilla, pero bellísima canción titulada "Nosotros Venceremos", así como una versión fusilada de Brother Michael Row the Boat Ashore.  Ambas canciones están relacionadas con Pete Seeger.


We Shall Overcome fue popularizada por Seeger, y en la voz de Joan Baez se convirtió en uno de los himnos de la lucha por los derechos civiles.  Cuando pudimos acceder a internet de velocidad decente, una de las primeras tareas fue recopilar las diferentes versiones de esta canción. En aquel entonces, descubrimos una versión soberbia con Bruce Springteen, pero la joya de la corona fue encontrar dentro de un discurso famoso de  Marthin Luther King, una explicación,  y una invitación a cantarla, aún a costa de ser tildados de lo peor.


Como suele suceder con los buenos cantautores, no pocas de sus canciones nos llegaron primero en la interpretación de otros, como el trío Peter, Paul & Mary. (Where have all the flowers gone, Kisses sweeter than wine, Brother Michael Row the Boat Ashore), o los legendarios The Byrds (Turn, Turn, Turn).




Pero más temprano que tarde, terminamos por reconocer que la esencia de la creación -en este caso musical- solo nos llega a través del genio de gente como Pete Seeger. Esto sumado al compromiso, que se refleja en sus canciones y en su vida, lo convierten en uno de los pocos referentes [el otro es Woody Guthrie] de gente como Bob Dylan. Esto no es poco, ya que Dylan es -por mucho- el referente claro de la mayoría de cantautores decentes que todavía consumen oxígeno en este planeta.

 


En los años 80, Pete Seeger se presentó junto a artistas de la talla de Silvio Rodríguez, Chico Buarque, Raimundo Fagner y otros, en un multitudinario concierto en Managua, el cual pudimos escuchar por radio (cabe recordar que las transmisiones de radio en la banda AM cambián sus condiciones de propagación en horas de la noche). Durante su presentación, Seeger explicó la historia de la canción africana "Wimoweh",  más conocida por el nombre de la versión comercial "The Lion Sleeps Tonight". Esta canción africana fue interpretada por Seeger y su grupo The Weavers en los años 50. Esto es más o menos lo que puedo decir del gran Pete Seeger.







lunes, 27 de enero de 2014

José Emilio Pacheco

Pinche, la palabra más autóctona de México, según José Emilio Pacheco

Este es uno de los últimos artículos que escribió el poeta mexicano, el 17 de octubre de 2013

Con él participió en el Atlas sonoro del español que organizó EL PAÍS co motivo del VI Congreso Internacional de la Lengua Española, celebrado en Panamá

Una pieza coral donde 21 escritores eligieron la palabras más autóctonas del español en sus respectvos países

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En México, “pinche” canceló su acepción normal para adquirir, no se sabe cuándo, las características de un epíteto derogatorio que sorprende por su omnipresencia y durabilidad.
El más amplio catálogo de acepciones lo consigna el excelente Diccionario del español usual en México de Luis Fernando Lara en su segunda edición de 2009. Lara advierte que se trata de una grosería:”Pinche” 1. Que es despreciable o muy mezquino. 2. Que es de baja calidad, de bajo costo o muy pobre.
“Pinche” puede ser un empleado, el hábito de fumar, la suerte, un policía, una camisa, un perro, una casa, una persona, el mundo entero, una comida, un regalo, un sueldo o bien lo que a usted se le ocurra. Se trata, pues, de un epíteto que degrada todo lo que toca. Normaliza y vuelve aceptable una furia sin límites contra algo que nos ofende y humilla pero no podemos cambiar.
Admite grados y amplificaciones: “Esa novela me pareció un poco pinche.” “El racismo es una actitud pinchísima.” A veces puede ser un sustantivo inapelable: “No te lleves con él: es un tipo de lo más pinche.” Puede adquirir el rango de injuria máxima: “No me vuelvas a hablar, hijo de tu pinche madre.”
No sé cuándo empezó a emplearse y nunca he leído nada sobre su origen. Ya que “pinche” en español común es “el ayudante de cocina”, sin ninguna pretensión ni autoridad, se me ocurre que el término se originó en tiempos de la hacienda y el latifundio. Nació entre los peones obligados a trabajar la tierra para beneficio de los amos y que veían con explicable resentimiento a quienes laboraban en ocupaciones serviles dentro de la casa grande.
Si el uso está restringido a México, resulta algo anecdótico e insignificante frente al hecho de que, a diferencia de tantos otros idiomas, quinientos millones de personas podamos entendernos en nuestra lengua materna. Es una “pinche” desgracia que muy pocas veces tengamos conciencia de este prodigio.


viernes, 24 de enero de 2014

70 Años de Serrat


Hijo de la Luz y de la Sombra (Miguel Hernandez-Joan Manuel Serrat)


El Sur también Existe (Mario Benedetti- Joan Manuel Serrat)


Para la Libertad (Miguel Hernandez-Joan Manuel Serrat)


Que va a ser de Ti/La Mujer que Yo Quiero/Vagabundear/Vencidos (Joan Manuel Serrat)


Conversando con la Noche y con el Viento (Joan Manuel Serrat)


Cantares (Antonio Machado-Joan Manuel Serrat)


Paraules d´amor (Joan Manuel Serrat)


Mediterráneo (Joan Manuel Serrat)




Concierto Santiago de Chile 1990

miércoles, 22 de enero de 2014

El Otro 22 de Enero

El 22 de enero de 1980, fui testigo y parte de una de las manifestaciones más grandes en la historia de El Salvador. La convocatoria era temprano por la mañana, un punto de encuentro era la entrada de Universidad, el otro en el salvador del mundo, y el tercero  se encontraba al sur del parque Cuscatlan sobre la 25 Avenida. 

Debido al éxito de la convocatoria, se formó un río humano que prácticamente unía los tres puntos de partida con el cruce de la 25 Av. Norte con la Roosevelt y la Calle Dario (la esquina del hospital Rosales con el parque Cuscatlán).  La idea era marchar hasta el cruce desde los tres puntos de encuentro, y luego marchar hasta el centro.

Yo partí desde la Universidad, y por impaciencia me adelanté para ir a curiosear las otras dos columnas. Cuando llegué al parque  Cuscatlán percibí el fuerte olor a veneno que había sido lanzado sobre los manifestantes desde una avioneta fumigadora. 

Algunos días después de la manifestación, el piloto, ya con varios tragos adentro, se jactaría de su acto patriótico en una reunión en la que se encontraba una compañera de estudios de  mi hermana, que en aquel tiempo estudiaba en la UCA. La compañera en cuestión, era gringa o medio gringa, y obviamente frecuentaba las reniones sociales de la San Benito. 

Al escuchar la confesión del piloto, ella se indignó tanto que durante algunos segundos olvidó el lugar del mundo en el que se estaba celebrando aquella reunión y expresó de manera bastante clara lo que pensaba de aquel acto. Por ese y otros incidentes le dieron bola negra en aquel mundo de gente decente al que había pertenecido hasta entonces.

Bueno, siguiendo con mi relato, en algún momento ya caminando  sobre la calle Arce, me encontré con alguien que en la Universidad se hacía llamar Rajo, pero después de haber visto pasar tanto agua bajo el puente, comienzo a sospechar que en realidad no se llamaba así, pero esa es otra historia. 

Intentamos llegar hasta el centro, siguiendo el curso de la marcha, y recuerdo claramente que de hecho llegamos hasta el parque Hula-Hula, a esa altura escuchamos que comenzaron las detonaciones, y a pesar de que Rajo insistía en que quería avanzar para ver de primera mano lo que estaba ocurriendo, yo lo logré convencer de alejarnos a una zona más segura.

Terminamos en un negocio de mayoreo de plátanos en las inmediaciones del mercado central. Sin saber lo que estaba ocurriendo, lo prudente era esperar, y mientras duró la espera, pude practicar el verbo filosofar, tendido sobre una montaña de plátanos verdes mientras el sonido de la guerra iniciaba a pocas cuadras.

Rajo, se aburrió rápidamente de la falta de acción, y como era lógico, se dirigió de regreso al centro para estar al tanto de los hechos. Yo seguí mi instinto de supervivencia, caminé hasta la terminal de occidente, tomé un bus que me permitiera salir de la ciudad, y llegué hasta Merliot. El resto ha sido vivir para contarlo.



martes, 21 de enero de 2014

Claudio Abbado (1934-2014)




Il divino Claudio

Abbado supo imprimir una revolución tranquila en la Filarmónica de Berlín cuando recogió el testigo, por voluntad de los músicos, de Herbert von Karajan


Claudio Abbado en una imagen de juventud. / JEREMY FLETCHER (REDFERNS)
Así llamaron sus contemporáneos al compositor Claudio Monteverdi, y es imposible no rememorarlo ahora que acaba de dejarnos un compatriota que se empeñaba —y no era mera pose— en que no se dirigieran a él con el casi siempre huero, previsible e hinchado “Maestro”, o “Maestro Abbado”, sino valiéndose simplemente de su nombre de pila, eliminando así barreras, especialmente con quienes más le interesaba acortar las distancias: con los músicos que trabajaban junto a él. Nunca abandonó su izquierdismo, que él supo practicar tanto en su vida privada como a lo largo de toda su larga carrera profesional, ya fuera dando conciertos en fábricas para obreros, involucrándose activamente en el desarrollo del Sistema de orquestas infantiles y juveniles en Venezuela, abriendo caminos, aunando voluntades y brindando posibilidades a los talentos instrumentales más prometedores en la Joven Orquesta Gustav Mahler o formando parte de colectivos con los que trabajaba como uno más, lejos de los divismos o las maneras dictatoriales tan habituales en su profesión.
Supo imprimir una revolución tranquila en la Filarmónica de Berlín cuando recogió el testigo, por voluntad de los músicos, de Herbert von Karajan, que la había controlado con mano de hierro durante cuatro décadas. Abbado amplió las miras de su repertorio, se ganó la admiración sin fisuras de la orquesta y se convirtió en un emblema del nuevo Berlín libre, vital y unificado justo después de la caída del Muro. Cuando su salud empezó a padecer los constantes embates del cáncer que ha acabado con él, restringió sus apariciones al mínimo —aunque siempre se mantuvo fiel a sus citas con Berlín y sus Filarmónicos— y concentró gran parte de sus esfuerzos en los conciertos que daba al final del verano con la Orquesta del Festival de Lucerna, integrada por primeros atriles de las mejores orquestas y los mejores grupos de cámara europeos. Sacrificando vacaciones y renunciando a sus propias actuaciones como solistas, peregrinaban hasta allí por el solo placer de hacer música no tanto bajo su dirección como a su lado. En sus últimas actuaciones conjuntas en España, en otoño de 2010, tocaron la Novena Sinfonía de Gustav Mahler: ahora recordada, no cabe imaginar una despedida más adecuada. Entonces resultaba difícil discernir qué emocionaba más, si la entrega y la devoción incondicionales mostradas por los músicos o las cualidades intrínsecas de la visión de Abbado, que compendiaban lo mejor de su trayectoria.


Claudio Abbado. / SCIAMMARELLA
Otro tanto sucedía con otra de sus criaturas más queridas, y a la que dedicó muchas de sus últimas energías en estos años de incansable lucha con la enfermedad: la Orchestra Mozart de Bolonia. Bologna la Rossaera la ciudad en que vivía y la que ha visto morir a un viejo comunista como él. Con ella buceó en el repertorio que no podía afrontar con otras orquestas (Bach, Pergolesi) o abordó los autores que sí dirigía a grandes formaciones (Mozart, Beethoven, Schumann), pero que aquí se permitía verter en un formato casi camerístico y con criterios interpretativos historicistas. Fue en este ámbito donde a menudo resulta difícil reconocer la contundencia rítmica y dinámica del italiano durante sus etapas profesionales en Milán, Londres, Chicago o incluso los primeros años berlineses. El último Abbado se permitió ciertas veleidades esteticistas, recreándose —a veces quizás en exceso— en sonoridades cálidas, suaves, casi evanescentes, nacidas quién sabe si a modo de bálsamo para aliviar sus padecimientos físicos. Pero el viejo león no estaba dormido, ni mucho menos: sus rugidos acaban recordándonos, antes o después, al director efervescente y voraz de su juventud y primera madurez. Y lo que se mantuvo siempre incólume fue su pasión por hacer música, visible, palpable casi, en las fotografías del director, que nos obsequiaba con un rosario de gestos faciales y corporales irrepetibles, imposibles de simular, un imán que atraía todas las miradas y que obraba milagros entre sus músicos. Claudio Abbado disfrutaba enormemente con lo que hacía no por hallarse en lo alto de su privilegiada torre de marfil, sino por hacerlo en comunión con sus músicos —sus iguales— y con sus oyentes —sus cómplices—: pocas veces se ha visto un director menos endiosado que él.
Las cancelaciones de los últimos meses hacían presagiar lo peor y el pasado día 10 la Orchestra Mozart de Bolonia hacía público un comunicado en el que informaba de la suspensión temporal de sus actividades a partir del día siguiente. La crisis económica y la última batalla librada por su director con su enfermedad se cebaban también con ella. Es pronto aún para hacer balance y el tiempo decantará sin duda los logros de Abbado, convertido —con su renuencia— en un mito viviente, casi un dios, durante sus dos últimas décadas de vida. Sus ensayos nos muestran, en cambio, a un director mucho más instructivo que prescriptivo, mucho menos proclive a dar órdenes que a animar a sus músicos a escucharse unos a otros. Sobrevivirán la criba del tiempo sus grandes grabaciones sinfónicas y operísticas, algunas inigualadas, y se analizará su talante democratizador, que siempre supo hacer compatible con su condición de uno de los directores más carismáticos del siglo XX. Fue un hombre sentimental, que vivió intensamente su privacidad, por lo que no está de más concluir con las palabras que Gabriele D’Annunzio dedicó al “divino Claudio Monteverdi” en su novela autobiográfica Il fuoco, tan adecuadas también ahora para este otro Claudio que acaba de dejarnos: “¡He aquí un alma heroica, de pura esencia italiana! […]Llevó a cabo su obra en medio de la tempestad, amando, sufriendo, combatiendo, sólo con su fe, con su pasión y con su genio”.


1976: San Isidro 1- Vendaval 0




San Isidro FC: Jorge "Ñulo" Durán, Juan "Chamarra" Alas, Meme Marroquín, Víctor Granados, Rubén "Gualdia" Espino, Fito "Cotorro" Marín, Balta Marroquín, Roberto "Camposeco", Carmen "Cameche" Rosa, Israel Marroquín, Risiel Figueroa. Manager & D.T.: Roberto "Chicharrón" Marroquín. GOLES: BALTA MARROQUÍN.

C.D. Vendaval: Ricardo "Momia" Guirola, Mauricio "Mozote" Marroquín,  Margarito Reyes, Rigoberto Mancía,  Chepebeto Zarceño, Reynaldo Barrientos, Carlos "Perol" Galán, Rafael "Lechuza" Valenzuela, Roberto "Chibola" Durán, Edgardo "Gato" Contreras, Luis "Mandil" Marroquín. Manager & D.T. : Carlos "Chele" de Paz.


Esta es una historia que seguramente resultará difícil de digerir para cualquiera que no haya transcurrido aquella época de mediados de los años 70 en San Isidro. De hecho, tratando de reconstruir  los hechos de  aquella tarde lejana de 1976, debo confesar que esta hostia es difícil de tragar sin varias copas de vino.

De entrada debo confesar que no vi el partido. Para cualquiera de mi generación esto es comparable a lo que sería  el "Maracanazo" para uruguayos y brasileños,  al Italia 4-Alemania 3 para los italianos, o el Barcelona 5-Real Madrid 0 (de la época Mourinho) para los de Barcelona. En la crónica más memorable de aquellos tiempos, es decir en el programa de las fiestas patronales de San Isidro de 1977, el partido fue recordado en la lista de películas del año como  "Pánico en el Estadio".

Y no es para menos. Aquel instante del primer tiempo en el que Balta Marroquín  anotó aquel gol de cabeza sigue haciendo eco en la memoria de varias generaciones  de sanisidrenses.  Doña María Santamaría se desmayó no más darse cuenta que el gol había sido en contra del Vendaval. En 1937, su compañero de vida había sido uno de los fundadores del equipo.

Durante mucho tiempo, el Vendaval fue el equipo patronal de la hacienda, que era propiedad de la familia Regalado. Mis recuerdos se remontan a mediados de los años 60, y en esa época el presidente del Vendaval era Miguel Cuellar, el administrador de la hacienda,  y si mis recuerdos no me fallan, cada catorcena se le descontaba una cuota a los trabajadores para el funcionamiento del equipo. No sería extraño que este personaje también estuviera cargo de las finanzas.

En aquella época, recuerdo que el Vendaval llegó incluso a tener un entrenador para el equipo titular, reserva, infantiles y mosquitos. El mecanismo para fichar a un jugador era darle trabajo. Algunos llegaron, se quedaron y fundaron familias que tuve la fortuna de conocer. En este escenario, lo más natural del mundo era que los partidos del Vendaval como local se programaran los días domingos de pago, es decir el fin de semana correspondiente al pago de la catorcena.

En este mismo escenario surgió en los años 60 el San Isidro FC, un equipo fundado por trabajadores, el cual llegó a ser conocido en sus primeros años como "El Obrero". Heberto Cortéz fue durante mucho tiempo su dirigente más conocido. También recuerdo que  mi padre estuvo más de una vez entre los directivos de aquel proyecto. Obviamente era el equipo pobre de San Isidro, y le correspondía jugar los domingos de "rezago", es decir el fin de semana que no había pago.

Recuerdo su uniforme clásico, camisola amarilla -desteñida- con cuello negro, pantaloncillos negros, casi verdes por el uso, y medias a rayas negro-amarillo. Recuerdo a un portero famoso, probablemente el primero que tuvo el San Isidro, el Mochez. También recuerdo a jugadores como Israel Marroquín y Remberto Marroquín  que en aquella época eran muy jóvenes. A todos los recuerdo vistiendo aquel uniforme desteñido.

Para 1976, ni el San Isidro era tan débil, ni el Vendaval era tan opulento. Pero cuando se ultimaron los detalles para realizar aquel partido, la dirigencia del Vendaval estaba tan segura  de que ganarían fácilmente, que decidieron apostar el todo por el todo. Durante esas conversaciones Roberto Marroquín intentó convencer a Carlos de Paz de repartir la taquilla mitad y mitad, pero Carlos le respondió algo así como que al perdedor solo le iba a quedar lamer el suelo. Al final la taquilla fue de aproximadamente doscientos colones (ochenta dólares al cambio de aquella época).

- Fijate -me dijo Roberto Marroquín a mediados de diciembre pasado- que cuando fui a buscar al Chele Paz para cobrarle,  me alegó que el gol había sido en posición adelantada, que no valía. Pero allí estaba Castro y le dijo  el gol fue legítimo. Camposeco se descolgó, y Chepebeto no lo pudo alcanzar, hizo el centro, y  Momia dice que no vio la pelota, !lo que vio fue un gato negro.¡... 

Esta parte del relato la he incluido ya que como parte del protocolo previo al partido, Salvador Montano hizo un  ritual, copiando lo que hizo el brujo de los haitianos en el partido que le ganaron a El Salvador 3-0 en el Flor Blanca en la clasificación para el mundial de 1970. No quisieron jugar con nuestra pelota -me contó Roberto  Marroquín- tenían miedo que estuviera embrujada.

- En aquel partido no hice ningún cambio -me dijo- ¿para que iba a hacer cambios?, si los once estaban jugando bien

En esa plática inesperada del 18 de  diciembre me contó de la fiesta y la borrachera de aquel sábado por la noche, y el gran chasco que fueron a protagonizar a San Miguel el día siguiente, ya que debían un partido de visita, y la mayoría de jugadores  todavía estaban indispuestos.

- Este Israel- dijo refiriéndose a Israel Marroquín que también estuvo  en la entrevista- mejor se bajó allá por la terminal de oriente para regresarse a San Isidro. Cameche se quizo sentar poniéndose los tacos  y ya no se pudo levantar. Tuvimos que equipar a Victor "Mirailo". Los de San Miguel se preocuparon porque creyeron que habíamos llevado un refuerzo brasileño.

- Yo me perdí el partido porque mi papá no me avisó -le dije- creo que tenía temor del zafarrancho que se podía armar.

- Y eso que Don Chepe estaba bien contento por el gane -me dijo- hasta le dio  veinticinco Colones de premio a Balta, por el gol.


Aquel fue el partido del siglo en San Isidro, y yo me lo perdí en parte porque tenía un examen en la Universidad, y en parte porque nadie me avisó que iban a jugar. Especialmente mi padre. Cuando aparecí por San Isidro a media mañana del día después, casualmente encontré a Víctor Granados frente a la Iglesia:

-Chepe- me dijo- no supiste del partido
-¿cual partido?- le dije
-jugamos ayer contra el Vendaval, y les ganamos -me dijo con una expresión del que todavía no está seguro si soñó con algo, o si fue realidad.
-¿Como quedaron?-creo que le pregunté.
- Uno a cero, Balta de cabeza.

No es por hacer comparaciones con otras historias, pero de alguna manera este partido ganado contra todo pronóstico por el David de esta historia, trasciende lo deportivo,  es casi como la historia del Napoli de Maradona de finales de los años ochenta -que le ganó la final del calcio al Milan de Berlusconi- un caso de análisis casi sociológico, ya que Milano es la ciudad más rica de Italia y Napoli una de las más pobres. 

Pero sobre todo, este partido es la historia de un "Maracanazo" al estilo sanisidrense. Al igual que en el "Maracanazo" original, en el que Brasil jugó la final del mundial con camisolas de campeones bajo la camisa oficial, y Uruguay los bajó de la nube. Al igual que en 1950, también en 1976 ninguno de nosotros ni en los mejores sueños (o los peores dependiendo a qué bando se apoyaba) veía  al San Isidro derrotando al Vendaval.


Epílogo
En los años siguientes recuerdo haber sido testigo de  dos partidos Vendaval-San Isidro. El primero lo ganó el Vendaval 2-1, y el último que vi terminó en empate 1-1. Jamás vi ganar al San Isidro. A día de hoy, casi cuatro décadas después del primer partido, estoy convencido que es necesario rescatar este y otros capítulos de la memoria histórica de San Isidro, y sobretodo -en este caso- recordar con gratitud a aquella generación de deportistas. Va por ellos.





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NOTA DEL AUTOR
Hago un mea culpa y suplico perdón por cualquier error involuntario en los nombres y en las posiciones de cada jugador en las alineaciones de los dos equipos, y también por omitir detalles que seguramente son importantes, pero que desconozco.  También debo reconocer que el texto no es un cien por ciento objetivo, ya que está escrito desde el lado  del  San Isidro FC, sin embargo quisiera alegar en mi defensa que algunos de mis amigos  de infancia jugaron para el Vendaval, y allí está Reynaldo como prueba. Además yo mismo jugué en la división "mosquitos" (hace casi 50 años).  Por último, pero no lo menos importante, agradecimientos especiales a Roberto Marroquín.










miércoles, 15 de enero de 2014

Juan Gelman (1930-2014)

Verdad es

Cada día
me acerco más a mi esqueleto.
Se está asomando con razón.
Lo metí en buenas y en feas sin preguntarle nada,
él siempre preguntándome, sin ver
cómo era la dicha o la desdicha,
sin quejarse, sin
distancias efímeras de mí.
Ahora que otea casi
el aire alrededor,
qué pensará la clavícula rota,
joya espléndida, rodillas
que arrastré sobre piedras
entre perdones falsos, etcétera.
Esqueleto saqueado, pronto
no estorbará tu vista ninguna veleidad.
Aguantarás el universo desnudo.

Juan Gelman
La Condesa DF
28 de octubre de 2013


En donde vive Alejo
ni en el mar ni en el aire;
en un espejo
cuando se abre la mañana
Alejo sale y
sonríen todas las ventanas
pero él vive en el fondo de un espejo
en el aire, en el mar
todos lo quieren y
lo vuelven a extrañar
pero él vive en el fondo de un espejo
no en el que nos miramos
sino aquel que nos mira
como Alejo

Juan
18 de junio de 1964



EL JUEGO EN QUE ANDAMOS
Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta salud de saber que estamos muy enfermos,
esta dicha de andar tan infelices.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta inocencia de no ser un inocente,
esta pureza en que ando por impuro.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
este amor con que odio,
esta esperanza que come panes desesperados.
Aquí pasa, señores,
que me juego la muerte.
Del libro El juego en que andamos (Buenos Aires, 1956-1958)

GOTÁN
Esa mujer se parecía a la palabra nunca,
desde la nuca le subía un encanto particular,
una especie de olvido donde guardar los ojos,
esa mujer se me instalaba en el costado izquierdo.
Atención atención yo gritaba atención
pero ella invadía como el amor, como la noche,
las últimas señales que hice para el otoño
se acostaron tranquilas bajo el oleaje de sus manos.
Dentro de mí estallaron ruidos secos,
caían a pedazos la furia, la tristeza,
la señora llovía dulcemente
sobre mis huesos parados en la soledad.
Cuando se fue yo tiritaba como un condenado,
con un cuchillo brusco me maté
voy a pasar toda la muerte tendido con su nombre,
él moverá mi boca por la última vez.
Del libro Gotán (Buenos Aires, 1962)

CONFIANZAS
se sienta a la mesa y escribe
«con este poema no tomaras el poder » dice
«con estos versos no harás la Revolución » dice
«ni con miles de versos harás la Revolución » dice

y más: esos versos no han de servirle para
que peones maestros hacheros vivan mejor
coman mejor o el mismo coma viva mejor
ni para enamorar a una le servirán

no ganara plata con ellos
no entrara al cine gratis con ellos
no le darán ropa por ellos
no conseguirá tabaco o vino por ellos

ni papagayos ni bufandas ni barcos
ni toros ni paraguas conseguirá por ellos
si por ellos fuera la lluvia lo mojara
no alcanzara perdón o gracia por ellos

«con este poema no tomaras el poder » dice
«con estos versos no harás la Revolución » dice
«ni con miles de versos harás la Revolución » dice
se sienta a la mesa y escribe
Del libro Relaciones (Buenos Aires, 1971-1973)

EL EXPULSADO
me echaron del palacio/
no me importó/
me desterraron de mi tierra/
caminé por la tierra/
me deportaron de mi lengua/
ella me acompañó/
me apartaste de vos/
y se me pegan los huesos/
me abrasan llamas vivas/
estoy expulsado de mí.
yehuda al-harizi (1170-1237/toledo-provenza-palestina
Del libro Com/posiciones (Paris, 1984-1985)

REGRESOS
La palabra que
cruzó el horro, ¿qué hace?
¿Pasa los campos del delirio
sin protección?
¿Se amansa? ¿Se pudre?
¿No quiere tener alma?
¿Amora todavía, torturada y violada,
tiene figuras remotas
donde un niño de espanto calla?
La palabra
que vuelve del horror, ¿lo nombra
en el infierno de su inocencia?
Del libro Valer la pena (México, 1996-2000)

viernes, 3 de enero de 2014

Víctor


Víctor Manuel Santiago López
(1935-2013)

Tres Historias 
Cuando era apenas un niño de siete años más o menos, vivía con Mamaría en el mesón Manzano de Sonsonate. Una noche comíamos pescado, y una espina había quedado atorada en mi pequeña garganta. Víctor estaba con nosotros aquella noche.  Me hizo tragar un poco de requesón, y luego me hizo tragar un guineo, y pronto estaba vomitando, y asunto arreglado.

Durante otra de sus visitas -siempre en El Manzano- yo fui a la pila, la cual era tan grande que era casi una piscina, y por descuido me fui de cabeza, no sin antes lanzar un grito, de esos que lanzan los niños cuando están en apuros. Víctor cenaba con Mamaría, pero al mismo tiempo estaba atento a todo, y se percató de que yo me estaba ahogando. Esa fue la segunda vez que me salvaría....

Este episodio solo lo sabíamos Mamaría y Yo, pero igual hay que contarlo.  Una mañana apareció un camión de soldados preguntando por Víctor, y Mamaría me dio instrucciones para que medio abriera la puerta, para que no la vieran a ella, y les dijera que él no estaba. Dicho y hecho: 
- No está- les dije
- ¿Y cuando va a regresar me preguntaron?
- ¿Y ahora qué les digo Mamá?- dije descubriendo a Mamaría, el resto es historia.

Los viajes
A finales de 1967, fuimos a pasar el fin de año con él a Puerto Cortés. Aquella expedición quedó grabada para siempre en mi memoria. Para variar, yo viajé con la partida de nacimiento de Yuri. Recuerdo que en la frontera, Mamaría nos dijo que pasáramos a píe hasta el otro lado, y que allí iba a parar el bus, y así fue. Los primeros días estábamos fascinados por los caracoles, e insistimos tanto que  muy pronto nos llevaron a comer sopa de caracol.... pero no nos gustó. Cosa de niños. A Víctor le habían prestado algunos discos de 45 rpm entre los que se encontraba un sencillo de  The Beatles. En el lado A estaba Strawberry Fields Forever y en lado B, Penny Lane. Ya estaba escrito que Strawberry Fields pasaría a formar parte de la pista sonora, no solo de aquel viaje, sino de nuestras vidas. También estaba un LP de un grupo llamado los Tex-Mex cuyo recuerdo todavía es patrimonio familiar.
Cuando estudiaba Plan Básico, una vez me preguntó  acerca de las unidades de medida. Bueno, metros, centímetros, milímetros- le respondí- Eso no sirve para nada- me dijo -en la construcción se usa el sistema inglés, todo está en pulgadas. Víctor fue un ingeniero nato, como los que construyeron las torres de las ciudades medievales en Italia, o como Marconi que no estudió en la Universidad, pero inventó cosas, como la comunicación por radio. Fue jefe montador al mando de decenas de técnicos e ingenieros en proyectos que le harían temblar las piernas a cualquier ingeniero. Su talento y su inteligencia le abrieron muchas puertas, y por eso pudo conocer muchos países, mucha gente, muchas mujeres, y así pudo vivir durante mucho tiempo en países como Venezuela que fue su segunda patria.   

Mi padre apreciaba cuanto había cambiado Víctor después de aquellos viajes, especialmente después de estar en Dominicana, en Aruba y en Venezuela. Mi padre tenía un par de dichos acerca de los viajes: El que no sale nunca de su patria que haga de caso que no lo ha parido- eso era más o menos lo que siempre decía acerca de los que viajan. Y vaya que Víctor se dio gusto viajando.  El muchacho travieso que accidentalmente le pegó un tiro al hijo del alcalde de Armenia, y llegó huyendo a Ranchador, era un recuerdo lejano.

Epílogo

Un caballero debe ser valeroso
su corazón solo conoce la virtud
su espada defiende a los desvalidos
su palabra solo dice la verdad
su ira aniquila al malvado."

Así quisiera recordar a Víctor, como un corazón de oro, aunque los versos son para un corazón de dragón, porque de alguna manera, al pelear tantas batallas por nosotros, por los López, el hizo el papel de nuestro campeón. Más de una vez fui un desvalido y su espada me defendió.....
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