domingo, 23 de junio de 2013

miércoles, 12 de junio de 2013

León Gieco



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domingo, 2 de junio de 2013

Modernizar y Civilizar

Cita del artículo ¿La Hora de las trincheras? de Mario Vargas Llosa en donde comenta  la destitución de Arturo Fontaine del Centro de Estudios Públicos (CEP),  modelo chileno que fue Copied and Pasted para crear instituciones como Fusades.

"........ los patrocinadores del CEP habrían descubierto que Arturo Fontaine es demasiado independiente para su gusto y que se toma libertades ideológicas que no convienen a su idea particular de lo que debe ser el centro derecha, es decir, una derecha sin centro que la estorbe. Lo habrían advertido en el hecho de que Arturo aceptó formar parte del Directorio del Museo de la Memoria que creó el Gobierno de Michelle Bachelet, y, sobre todo, en sus opiniones sobre el tema de la política universitaria, asunto que, como es sabido, ha dado origen a intensos disturbios y manifestaciones de estudiantes contra el Gobierno de Piñera y es objeto de una polémica que lleva ya bastante tiempo en Chile (comenzó en los tiempos de la Concertación).
Pero la crítica que hace Fontaine a la situación universitaria chilena es la siguiente: que, en un país donde las leyes prohíben explícitamente que haya universidades privadas con ánimo de lucro, muchas instituciones hayan encontrado la manera de burlar la ley haciendo pingües negocios en este dominio. ¿Cómo? Muy sencillamente: alquilando terrenos o vendiéndolos a la Universidad o construyendo los campus universitarios a través de empresas que hacen las veces de testaferros de los mismos propietarios. Las sumas que Fontaine señala que se habrían ganado en los últimos años mediante esta burla de la legalidad (la de la “universidad fabril” la llama) son astronómicas.Antes de escribir este artículo he leído las dos conferencias y las entrevistas que ha dado Arturo Fontaine sobre este asunto y creo poder resumir con objetividad su pensamiento. Él piensa que la Universidad es una institución que no sólo prepara profesionales sino forma ciudadanos y personas y que por lo tanto requiere un régimen especial, y que no debería ser materia de lucro, porque, cuando lo es —cita al respecto abundantes estadísticas de Estados Unidos y de Brasil, dos países donde las universidades privadas con ánimo de lucro son lícitas—, incumple su función y suele preparar profesionales deficientes. No está contra las universidades privadas, ni mucho menos, a condición de que no distribuyan beneficios entre sus accionistas sino que los reinviertan enteramente en la propia institución, como hacen Harvard o Princeton.

Se puede estar de acuerdo o en desacuerdo con esta postura de Arturo Fontaine —muchos liberales lo están y muchos otros no lo están—-, pero nadie que cree que el respeto de la legalidad es un principio básico de la civilización podría discrepar con él cuando exige que en Chile se cumpla la prohibición legal de hacer negocios con la Universidad. O que, en todo caso, se cambie la ley y se autoricen las universidades privadas con fines de lucro. Pero, en ese caso, estas empresas deberán funcionar como las otras, sin las prerrogativas de que gozan ahora todas las universidades (exoneración de impuestos y subsidios estatales, por ejemplo)."

......

Héctor Soto, uno de los más lúcidos analistas chilenos, escribió en su columna de La Tercera con motivo de este asunto que el gran mérito de Arturo Fontaine fue “su aporte en términos de modernizar y civilizar a la derecha”. No la modernizó ni civilizó lo bastante, por desgracia.

Releyendo a Dickens


A más de 200 años de su nacimiento, el legado de Dickens es universal. Le recomienda incluso Carlos Marx: "en sus libros  se proclaman  más verdades que en todos los discursos de los políticos y los moralistas de su época juntos". Hollywood también le recomienda, y explota, y ordeña la vaca dickesiana; pero lo censura.

Viendo las versiones Hollywoodianas de la obra dickesiana  el espectador jamás se percataría de la controversia por antisemitismo provocada por el uso reiterativo del término judío al referirse al personaje Fagin en la novela "Oliver Twist". Al parecer Dickens se refiere a Fagin unas 257 veces  como judio (algunos críticos dicen que hasta 300 veces), contra apenas 42 veces como "Fagin" o "viejo".

Dickens explicó en su tiempo, que había hecho judío al personaje  Fagin porque "desafortunadamente era verdad que en la época a la que se refiere la novela, aquel tipo de criminal invariablemente era judío".  Él también alegó que por llamarle judío a Fagin él no pretendía imputar nada en contra de la fe judía: "No tengo ningún sentimiento en contra de los judíos que no sea uno de amistad. Siempre hablo bien de ellos, ya sea en público o en privado y puedo dar testimonio de su buena fe en aquellas transacciones que he tenido con ellos..."

Esto último Hollywood se lo debe haber tomado al pie de la letra, y se deben haber concedido la libertad de aplicar el sentimiento de amistad de Dickens, censurando que Fagin sea llamado judio en la mayoría de las versiones cinematográficas de Oliver Twist. Menos mal, que Shakespeare no tuvo necesidad de dar explicaciones por "El Mercader de Venezia"...



CAPÍTULO CINCO: DE NUEVO ENTRE LADRONES 

Media hora después, Oliver y los dos delincuentes entraron en una casa en ruinas. El Pillastre los recibió con una vela de sebo en la mano y los condujo hasta un cuarto bajo que olía a tierra, donde se encontraban Charley Bates y Fagin.
-¡Buenas noches, amiguito -dijo éste a Oliver, haciendo una serie de reverencias a modo de burla.
-¡Caramba! -exclamó el P¡llastre sacando del bolsillo de OI¡ver el billete de cinco libras-. ¡Si hasta trae pasta a casa!
-Eso es mío -dijo Fagin cogiendo el dinero.
-¡Que te lo has creído! -contestó Bill Sikes arrancándole el billete de las manos.
-Ese dinero es del anciano que me cuidó -se atrevió a decir Oliver retorciéndose las manos con nerviosismo-. Déjenme aquí encerrado toda la vida si quieren, pero, por favor, devuélvanle el dinero y los libros. No me gustaría que pensara que yo se los he robado.
-Eso es exactamente lo que va a pensar todo el mundo -dijo el anciano judío. 
Al oír aquellas palabras, Oliver se puso de pie de un salto, miró como enloquecido a derecha a izquierda, y salió disparado de la habitación lanzando gritos de socorro. Al instante, el perro de Sikes, llamado Certero, echó a correr detrás de Oliver
-¡Sujeta a ese perro, Bill! -gritó Nancy, cerrando el paso a Sikes y al chucho-. ¡Va a despedazar al muchacho!
-Le estaría bien empleado -contestó él-. ¡Quítate de en medio, maldita, si no quieres que te rompa el cráneo!
-Pues tendrás que matarme si quieres que tu perro acabe con el muchacho.
El ladrón mandó de un empujón a Nancy al otro lado de la habitación, justo cuando el judío y los dos muchachos volvían arrastrando a Oliver
-De modo que querías escaparte, ¿eh? -dijo el judío agarrando un garrote de la chimenea-. Si no me equivoco, hasta llamabas a la policía, ¿no es cierto?
Y en ese momento, le asestó un garrotazo en la espalda que hizo desplomarse a Oliver, Nancy arrancó al judío el garrote de la mano cuando estaba a punto de lanzar el segundo golpe.
-Ya tenéis al chico. ¿Qué más queréis? -gritó la joven-. ¡Ojalá que me hubiera caído muerta esta noche antes de traerlo de nuevo aquí. A partir de ahora, el pobre está condenado a ser un ladrón y un mentiroso. ¿No te basta, Fagin? Yo he robado para ti cuando no era la mitad de pequeña que Oliver y llevo doce años a tus órdenes. Tú me arrojaste a las calles frías y miserables, y tú me vas a mantener en ellas día y noche hasta que me muera. Esto mismo es lo que le espera al chico. ¿No tienes bastante?
La muchacha, en un arrebato de cólera, se lanzó contra el judío. Sikes la agarró las muñecas y ella, agotada por la tensión, se desmayó.
-Es lo malo de tener que tratar con mujeres -dijo Fagin-. En fin, Charley, enséñale a Oliver su cama.
Charley Bates condujo a Oliver a una cocina contigua, le quitó la ropa nueva y se la cambió por unos viejos harapos. Al rato, Oliver se quedó dormido, terriblemente triste, no tanto por verse otra vez atrapado entre indeseables, como por la idea que el señor Brownlow se estaría forjando de él.
Oliver no podía imaginar siquiera lo que estaba sucediendo en casa de su protector. El señor Bumble había tenido que venir a la capital para arreglar unos asuntos de la parroquia y el destino había querido que, al abrir un periódico, sus ojos toparan con el siguiente anuncio:

«CINCO GUINEAS DE RECOMPENSA.»
«Se ofrecen cinco guineas a quien ofrezca noticias
acerca de Oliver Twist, en paradero desconocido desde
el pasado jueves, así como a quienquiera que facilite
datos sobre su pasado, por el que el anunciante siente
gran interés.»

El señor Bumble, movido por posibilidad de ganarse las cinco guineas, se presentó en casa del señor Brownlow.

-¿Qué sabe usted de él? -le preguntó sin más introducción el anciano caballero. 
-No sé qué interés tiene usted en ese muchacho, pero sí le quiero advertir que tenga cuidado con él. Ese chico nació en el hospicio de la parroquia del que yo soy celador; es hijo de unos padres ruines y despreciables, como se puede usted figurar Durante los años que pasó con nosotros, no tuvo ni un gesto de agradecimiento, y sólo demostró maldad y falsedad. Más tarde se le dio la oportunidad de aprender un oficio en una casa de pompas fúnebres, pero no se le ocurrió nada mejor que atacar violentamente a toda la familia que amablemente le había acogido. Tras lo cual, desapareció sin más ni más, y no hemos vuelto a tener noticias suyas.
-Me temo que lo que dice es verdad -dijo apesadumbrado el señor Brownlow.
Cuando el señor Bumble se hubo marchado con su recompensa en el bolsillo, el señor Brownlow llamó a la señora Bedwin y le contó todo lo que le había dicho el celador
-No puede ser -dijo la viejecita-, nunca lo creeré. Yo sé mucho de niños, y le puedo asegurar que Oliver Twist es un muchacho agradecido y cariñoso.
-No vuelva a pronunciar nunca más su nombre delante de mí, ¿me oye? No quiero volver a saber de él.
Hubo muchos corazones tristes aquella noche, y entre ellos el de Oliver que, en la otra punta de la ciudad, dormía en su miserable cuartucho. Allí permaneció encerrado durante una semana, al cabo de la cual Fagin le permitió salir y hablar con los demás muchachos.
A ti te han criado mal, colega -le dijo un día el Pillastre-. Deja que lo eduque Fagin. Lo quieras o no, terminarás siendo ladrón.
-¡Muy cierto! -lijo el judío, que entraba en aquel preciso momento. Iba acompañado de Nancy y de un muchacho de unos dieciocho años llamado Tom Chitling, recién salido de la cárcel y al que Oliver no había visto nunca.
Los siguientes días, los ocuparon todos los miembros de la banda en aleccionar a Oliver, dándole instrucciones sobre su futuro trabajo a intentando que se familiarizara con su nueva condición. Una noche estaban reunidos Nancy, Fagin y Bill Sikes en casa de éste, discutiendo de negocios.
-¿Qué pasa con esa queli de Chertsey? -dijo el anciano judio-. ¿Cuándo será el robo? Una vajilla como la que hay en esa casa no se encuentra todos los días.
-Toby Crackit lleva quince días intentando camelar al mayordomo y a la criada -respondió Sikes-, pero no hay nada que hacer, no se quieren pringar O sea, que desde dentro es imposible. Pero podríamos hacerlo desde fuera...
-¡Trato hecho! -concluyó él judío.
-Pero necesitamos un muchacho que sea pequeño.
-¿Qué te parece Oliver Twist? -propuso Fagin.
-¿Ése? -preguntó Sikes sorprendido.
-Acéptalo, Bill -intervino Nancy-. Para abrir una puerta no necesitas a un experto, y ese muchacho es de fiar.
-Está bien. Pero como haga algo chungo durante el robo, no volverás a verlo vivo.
¿Entendido? 
-No te preocupes, Bill: en cuanto consigamos convencerlo de que es un ladrón, será nuestro. ¡Nuestro para siempre!
En aquella reunión, decidieron que el robo se haría dos días más tarde.


sábado, 1 de junio de 2013

Lo grave no es el Pecado Original sino las Fotocopias

I Verdi sono come i cocomeri: verdi fuori ma rossi dentro
Giulio Andreotti

Una de las frases célebres que el más innombrable de los innombrables acostumbraba repetir para descalificar -por comunistas- a los del PDC salvadoreño, y de manera especial a José Napoleón Duarte es esta:  "Los pescados son como la sandía: verdes por fuera pero rojos por dentro".

Paradójicamente, la frase original "Los verdes son como la sandía: verdes por fuera pero rojos por dentro", atribuida nada menos que a Giulio Andreotti -el Belcebú de la política italiana-  y acuñada originalmente para pintar de comunistas a los verdes italianos (partido verde de línea ecologista), terminó siendo copied and pasted  en El Salvador y puesta en boca del innombrable para descalificar a uno de los más destacados  aprendices de Andreotti. 

A cada cual su pecado, Mario Benedetti dixit "Lo grave no es el Pecado Original sino las Fotocopias". Y también dijo "dime con quién andas y te diré go home".