jueves, 22 de noviembre de 2012

Ernesto Cardenal



"Al perderte yo a ti tú y yo hemos perdido:
 yo porque tú eras lo que yo más amaba 
 y tú porque yo era el que te amaba más. 

Pero de nosotros dos tú pierdes más que yo:
porque yo podré amar a otras como te amaba a ti 
 pero a ti no te amarán como te amaba yo".

domingo, 11 de noviembre de 2012

Mi Primera Vez en el Campus

Debe haber sido en 1970 (más o menos un año), cuando visité por vez primera el Campus de la Universidad de El Salvador. Los restos de un dirigente de izquierda de apellido Castellanos, llegaban aquel día desde Moscú, y la gente del udn se había organizado para ir primero al Aeropuerto de Ilopango a recibir sus cenizas, y luego al Auditórium de la Facultad de Derecho para participar en el acto político dedicado a honrar la vida y pensamiento de Castellanos.

Para despistar, la delegación de Sonsonate organizó una excursión a la Feria Internacional, y claro, aquella oportunidad de visitar ese evento fue el anzuelo perfecto para que un montón de jóvenes desconocedores del verdadero propósito de la excursión, nos uniéramos al tour. 

De acuerdo al plan, el autobus llegó hasta la feria, y desde ese punto nos trasladamos en autobuses urbanos hasta el aeropuerto. Para jóvenes pueblerinos, visitar el aeropuerto también era algo fascinante, de manera que posponer por unas horas la tan ansiada  visita a la feria no era problema.

Lo que no sabíamos, y todavía no estamos seguros, es que probablemente no pocos de los visitantes del aeropuerto de Ilopango coincidiendo con el arrivo de  las cenizas de Castellanos, serían fotografiados y algunos   inclusive "fichados". Por supuesto, algunos escépticos me han explicado que la precaria organización de los regímenes autoritarios de la época no daba la medida para tanta "inteligencia". Pero bueno, Yo no estaría tan seguro.

Cuando llegamos al Campus, que seguramente en aquel tiempo y en otros tiempos siempre ha estado repleto de "orejas", mi primera impresión fue la de estar ingresando a un potrero o a una finca, a juzgar por el cerco de alambre de púas  que tuvimos que atravesar en lo que ahora es la puerta principal de la Universidad (conocida hoy en día como La Minerva, y punto de encuentro por excelencia de los universitarios).

Nos hicimos paso a empujones en el Auditórium de la Facultad de Derecho, mientras el Dr. Fabio Castillo  Figueroa pronunciaba un discurso de homenaje a Castellanos. Para los jóvenes que habíamos  crecido en familias de activistas, los discursos e inclusive el tono en el  que hablaban los "compañeros" era predecible, e inclusive aburrido, ya que en no pocos casos se creaba la sensación estar escuchando una mala imitación de los discursos de Fidel.    

Pero Fabio era otra cosa. Sin ser un gran orador, su discurso reflejaba su alto nivel intelectual, probablemente demasiado alto para la rígida estructura, de entonces y de  ahora, de la izquierda salvadoreña. Aquella no era la primera vez que veía a Fabio. Lo ví por vez primera durante la campaña presidencial de 1967, en la que participó como candidato por el PAR. Recuerdo nítidamente cuando Fabio llegó al  acto organizado durante aquella campaña en el entonces Parque Infantil de Sonsonate, y saludó por su nombre a Mamaría.

Lo que si me perdí, fue la oportunidad de verlo haciendo campaña en San Isidro en  1967. Fabio llegó un sábado, probablemente el día de pago, y hasta donde recuerdo mientras pronunciaba un discurso megáfono en mano frente al mercadito de San Isidro, apareció Miguel Cara de Ángel, el administrador local, quien pistola en mano lo obligó a suspender su acto político y lo acompañó "amigablemenete" hasta la puerta de la Hacienda. La conmoción que provocó aquel incidente solo fue igualada o superada cuando el día de las elecciones Don Fabían, probablemente después de haberse tomado más de un par de tragos,  le contó hasta a las paredes  que él había votado por Fabio Castillo. 


Epílogo

El periplo semiclandestino que tuvimos  que recorrer en 1970 para homenajear en plena vigencia del régimen autoritario a un dirigente del cual apenas recuerdo el apellido, contrasta  con la despedida desagradecida dedicada la semana pasada al  Dr. Fabio Castillo Figueroa durante su funeral.

Casi al final de aquella jornada, mientras  cruzábamos la cerca de alambre de púas para abandonar el Campus, pudimos presenciar a lo lejos un espectáculo de fuegos artificiales. Creo que se trataba de los festejos por la inauguración de metrocentro o el camino real. La edad de la inocencia  llegaba a su fin.