martes, 16 de febrero de 2010

El Arte de Copy and Paste

Mucho antes del advenimiento de Internet, Umberto Eco -un estudioso de las palabras, de su significado y de las manipulaciones que por medio de las mismas puede ejercer el escriba- reflexionaba maravillado acerca de las posibilidades creativas de la función "copy and paste" que ya incorporaban los procesadores de palabra de mediados de los años 80. En "El Péndulo de Foucault", Eco sugería que algunos ejemplos memorables de plagio literario posiblemente podrían ser explicados mediante algún antepasado de la funciones copy and paste, y las no menos importantes search and replace:

"....con el programa adecuado hasta puedes hacer los anagramas, si has escrito toda una novela sobre un héroe sudista llamado Rhett Butler y una chica caprichosa que se llama Scarlett y luego te arrepientes, sólo tienes que dar una orden y Abu cambia todos los Rhett Butler por príncipes Andrei y las Scarlett por Natasha, Atlanta por Moscú, y has escrito la guerra y paz."

Con la irrupción de Internet en la vida cotidiana, la vida de los profesores se ha complicado y la de los estudiantes -creativos tecnológicamente- ha alcanzado un estado de ánimo inigualable en la historia. En la actualidad ni siquiera es necesario tomarse el trabajo de digitalizar, o peor aún - teclear- los textos. Hace pocas semanas, se desató un escándalo en Europa, tras hacerse públicas las acusaciones de plagio en contra de Helene Hegemann, una jovencita alemana de 17 años autora del libro Axolotl Roadkill, un best-seller con el cual alcanzó un nivel de celebridad bastante prematuro. Un blog cultural descubrió que Hegemann había hecho copy and paste con material de varios libros.

J.J. Millas, otro estudioso de las palabras, se quejaba en tono resignado, de que tanto él como Hemingway, tuvieran que cobrar sus textos por número de palabras: lo mismo un sustantivo, que un verbo, o un adverbio (que según Millas a cualquiera se le ocurre). Por ejemplo, con este texto, yo y mi estómago no saldríamos de nada, ya que a este punto apenas contamos con 341 palabras, incluyendo un número y varios barbarismos. En cambio -para los ladrones de palabras- completar las 4000 o más palabras exigidas para una columna digna de un periódico de cobertura nacional, es una tarea tan simple como quitarle un dulce a un niño [muy pequeño].

Por otra parte, es bastante problemático intentar penalizar a los estudiantes por practicar el arte del copy and paste, cuando frente a nuestras narices se dan ejemplos bastante descarados de ciudadanos "notables" que escriben columnas de opinión en las páginas editoriales de periódicos nacionales, y que a falta de inspiración no tienen mayor reparo en aplicar el copy and paste. Peor es constatar que los expertos en el arte de copiar en los exámenes, incluso pueden llegar a ser presidentes de algunos países.

A manera de ilustración, aquí está un ejemplo tomado de nuestra realidad. El lunes 15 de febrero apareció en la versión electrónica de El País, un artículo escrito por Pedro Cifuentes acerca de la reunión que sostuvo el presidente electo de Urugay, José Mujica, con empresarios de varios países. Para mi relativa sorpresa, al día siguiente me encontré con el mismo texto en las páginas editoriales de La Prensa Gráfica -tras haber sido sometido al proceso de copy and paste- dentro de un "ensayo" firmado por R. Castellanos.

Estoy seguro de que un buen profesor de composición -de secundaria- rechazaría un abuso semejante. Por otra parte, de un periódico serio se esperaría un rigor similar o superior al exigido en las buenas escuelas de periodismo. También sería deseable desempolvar los manuales de ética, en caso de que estos existan. De 13 párrafos del texto de Castellanos, 6 están basados casi completamente en el artículo escrito por Cifuentes. A Hemingway, que cobraba por número de palabras, no le agradaría mucho esta situación....



FUENTES
  1. Cifuentes, "Mujica Seduce a Empresarios", El País, 15 febrero 2010.
  2. Castellanos, "La Izquierda Inteligente de Mujica", La Prensa Gráfica, 16 febrero 2010.

lunes, 1 de febrero de 2010

La Rebelión de los Títeres

La relación entre el títere y el ventrílocuo, o entre el títere y el titiritero no es fácil. Tampoco está libre de conflictos la relación entre el títere y su creador. Ambos compiten ya sea por los aplausos, o por los favores que pueden ser ganados en sus actuaciones. Citando a J.J. Millas: "hay temporadas en que el muñeco es más listo que su dueño,... en las que el muñeco es el ventrílocuo". Desde el principio existe un conflicto de interés entre títere y dueño.

Otra fuente de conflictos se desata cuando el muñeco tiene la presunción de que su dueño lo puede desechar debido a la llegada de un títere nuevo equipado con accesorios más sofisticados, o cuando el desgaste acumulado por el uso excesivo lo vuelve inútil. Normalmente los títeres no actúan por iniciativa propia (de hecho ni siquiera levantan la mano si el dueño no lo ordena), pero tratándose de una situación en la cual el títere viejo ya es desechable, no queda otra alternativa que hacer a un lado el protocolo. Como botón de muestra tenemos la reacción de Woody, el personaje de Toy Story, tras enterarse de que va a ser reemplazado por un muñeco de última generación.

En fin, ya sea porque el títere es más listo que el dueño, o porque tiene sospechas justificadas de que podría ser desechado en la próxima temporada, el hecho es que -en tiempos recientes- compañías completas de títeres han abandonado a sus dueños y se han establecido por su cuenta (o al menos eso es lo que pretenden). Estoy seguro que los investigadores y estudiosos del arte se deleitarán elaborando artículos, estudios, y tesis doctorales, acerca de como -en este y en otros campos- la vida imita al arte y viceversa.

A pesar de todo, los títeres no siempre se rebelan intencionalmente en contra de sus dueños. A veces no cumplen los deseos de estos por problemas de comunicación. El hilo mediante el cual el titiritero controla al muñeco es frágil y se puede romper por abuso, o por mal cálculo. A veces los títeres asumen que conocen perfectamente lo que le conviene al dueño, y actúan por su cuenta. Otras veces, durante las decisiones cruciales, la línea de comunicación puede quedar obstruida, y en este caso los títeres pueden actuar involuntariamente en contra de los designios superiores:

Waldo Chávez Velasco relató durante una entrevista concedida en los años 90 a un periódico nacional, que mientras fungió como embajador salvadoreño ante organismos internacionales, su tarea casi única era votar siempre igual que el embajador de EE.UU. A veces -decía- un embajador gordo obstruía la línea de visión, y en varias ocasiones votamos involuntariamente en contra de la posición de EE.UU.

El caso de Pinocchio, es más complicado, y excepción hecha del gusto por las mentiras y las travesuras, en general se puede decir -a manera de ejemplo- que los motivos de muchos políticos son más primitivos que los del famoso buratino. Esto, si nos atenemos a las especulaciones en las que está basada la trama del film "Artificial Intelligence". Por otra parte, Pinocchio tenía un problema de transparencia: le crecía la naríz después de mentir, disfuncionalidad que para su fortuna, los políticos no padecen. En todo caso el conflicto de Pinocchio es con su creador. Incluso se podría decir que es debido a un problema de identidad. Y mejor hasta aquí dejamos este texto, ya que el ejemplo de Pinocchio está demasiado elevado para hacer analogías con los políticos salvadoreños.