martes, 29 de septiembre de 2009

En Defensa de los Cantautores

Una ladilla
tengo en el alma, dice,
y, salvaje, se rasca con palabras;
seleccionadas con minuciosidad,
deleite único,
paragenital.
Soy poeta, dice,
soy poeta, insiste,
mago, onírico, fantástico, frío,
creador,
hijo bastardo de Cathier y Marylin,
prosigue,
FRAGMENTO DE LA CANCION "UNA LADILLA" DE LUIS EDUARDO AUTE

Dice Aute que que hay algunos que tienen ladillas en el alma, y en lugar de rascarse, escriben. Hace pocos días, uno de estos personajes, cuyo nombre no deseo recordar, escribió que las canciones de Pablo Milanés, Silvio Rodríguez, Carlos Varela y en general todo lo que suena a nueva Trova, es un canto llorón y conformista. También - ¡esta sí que es buena!- que Victor Manuel y Luis Eduardo Aute son imitadores españoles de Silvio Rodríguez. Y por último, destacó la superioridad artístitica de Juanes- en relación a Silvio, Aute y los otros- por la forma en que este se conectó con los jovenes cubanos. Sin restarle méritos al cantautor colombiano, y reconociendo de antemano que muchas comparaciones pueden resultar odiosas, esto equivaldría a llevar a Daddy Yankee y a Bob Dylan a un estadio lleno de jóvenes, y luego concluir que Daddy Yankee es superior artísticamente a Dylan..

Un ejercicio mínimo de empatía, permite entender la aversión que algunas personas pueden sentir respecto a los cantautores. Lo que no puedo compartir es el aire de superioridad cultural con el que se lanzan algunas afirmaciones, las cuales no soportan una discusión seria.

Algunos son ex-guerrilleros desencantados que tuvieron que escuchar tanta de esa música en los campamentos o en las llamadas casas de seguridad, que al final desarrollaron una aversión total en contra del género. La situación era más grave si el susodicho (o susodicha) a lo mejor deseaba escuchar o disfrutar un buen jazz, blues, rock, etc. y el comandante los obligaba a escuchar a Silvio, Pablo, etc.

Otros pertenecen al grupo de hombres y mujeres que fueron obligados a soportar los gustos musicales de sus padres. He conocido personas que al escuchar una canción de Mercedes Sosa, automáticamente fruncen el ceño en señal de desaprobación.

En el campus de la UES se daba otro fenómeno (que no ha desaparecido completamente). Los estudiantes, docentes y trabajadores de la universidad éramos bombardeados permanentemente por medio de altavoces que no paraban de transmitir música "revolucionaria", generalmente con grandes niveles de distorsión. Al final del proceso, la mayoría de "egresados" había desarrollado una aversión casi total a la nueva trova en particular, y a la canción política en general, y generalmente no eran capaces de distinguir entre Silvio y los Guaraguao.

Finalmente, exploremos el asunto de la superioridad cultural.

Si el canto de la nueva trova es "llorón", en donde queda la trova tradicional. Al fin y al cabo los cubanos inventaron el bolero. Claro que si el productor de un disco que contiene boleros es Ry Cooder, y el director del documental acerca del mismo es Wim Wender, entonces los boleros no son llorones, ya que ambos son sajones, y su superioridad cultural es incuestionable. De acuerdo a este razonamiento, solo la música producida por gringos y/o alemanes en Cuba es de nivel superior. ¿Carlos Varela conformista? Es evidente que quien lo dijo, nunca ha escuchado los textos de Varela, grabados entre otros por Bosé, y que tampoco le puso atención a los créditos finales del film "Man on Fire". Para rematar, debo decir que si "Para Vivir" de Pablo Milanés es una canción "llorona", ¿como deberíamos calificar a "Yesterday" de Paul McCartney, o "Ne Me Quittez Pas" de Jacques Brel?

Luego tenemos a los imitadores españoles de Silvio. Resulta evidente que para sostener una burrada de estas proporciones, él que lo dijo no tiene la mínima idea de quienes son estos cantautores. Empecemos por Victor Manuel San José. Su estilo, más tirado al sonido del rock, más bien tiene imitadores. De hecho, Arjona no solo interpretó más de una canción de Victor Manuel hace unos 20 años, sino que también le copió el estilo vocal. Luis Eduardo Aute, por otra parte es el padre de los cantautores en lengua española. Creo que la relación de causa y efecto es a la inversa, es Aute el que ha influenciado al resto de cantautores. Por supuesto que si se piensa y se sostiene que nada de lo que sucede en la cultura en lengua española es comparable con una cultura superior, entonces todo está permitido, incluido rascarse con palabras seleccionadas con minuciosidad, deleite único....para fastidiar a los demás.


jueves, 17 de septiembre de 2009

Light One Candle

Light one candle for the Maccabee children
With thanks that their light didn't die
Light one candle for the pain they endured
When their right to exist was denied
Light one candle for the terrible sacrifice
Justice and freedom demand
But light one candle for the wisdom to know
When the peacemaker's time is at hand

Light one candle for the strength that we need
To never become our own foe
And light one candle for those who are suffering
Pain we learned so long ago
Light one candle for all we believe in
That anger not tear us apart
And light one candle to find us together
With peace as the song in our hearts

What is the memory that's valued so highly
That we keep it alive in that flame?
What's the commitment to those who have died
That we cry out they've not died in vain?
We have come this far always believing
That justice would somehow prevail
This is the burden, this is the promise
This is why we will not fail!

FRAGMENTO DE UNA CANCION DE PETER, PAUL AND MARY

Hace algunos años me di a la tarea de editar mi propia antología de la música de protesta en inglés. El resultado, una selección de unas 20 canciones de una época que cada día aparece más lejana. En esa colección brillan con luz propia las canciones popularizadas por Peter, Paul and Mary, el conjunto folk estadounidense más famoso de los años 60: Blowing in the Wind, Where have all the flowers gone, If I Had a Hammer, Light One Candle, Wedding Song, Puff the Magic Dragon, etc. son algunas de las canciones que se convirtieron en verdaderos himnos de la lucha por los derechos civiles y en contra de la guerra, desde Viet Nam, pasando por El Salvador, hasta llegar a Irak.

Durante los años 80, Mary Travers, visitó El Salvador en una misión en contra de la política de Ronald Reagan, y cantó para los prisioneros políticos dentro de los muros de las cárceles salvadoreñas. Ese hecho no tan simple, nos compromete en una deuda impagable, pero que estamos obligados a reconocer. En 1986, Peter, Paul and Mary grabaron el album "No Easy Walk to Freedom", el cual incluía la canción "El Salvador", un clamor hecho canción exigiendo a su gobierno salir de El Salvador. Ninguna antología de canciones sobre la guerra civil en El Salvador estaría completa sin esta pieza.

Los historiadores del rock no dudan en reconocer que la inclusión de "Blowing in the Wind", en el album "In the Wind" contribuyó a popularizar a Bob Dylan entre la masa. Más importante fue la grabación en 1967 de "Leaving on a Jet Plane" en "Album 1700", para la carrera de John Denver como cantautor, en una época en que los compositores eran casi invisibles. Desde aquí nunca sabremos cuanta influencia pudo tener la canción "El Salvador" sobre el curso de los eventos en nuestro país, pero despues de ver de primera mano lo que estaba ocurriéndo aquí, ellos decidieron que era necesario hacer algo, y grabaron una canción para contarle a sus compatriotas estadounidenses un par de verdades acerca de la guerra en El Salvador.

Mary, con su voz casi aspera y dulce a la vez, fue el sello de la casa, la verdadera fuerza interpretativa detrás del conjunto, y a pesar de que me encanta la versión de Joan Baez de "Blowing in the Wind", y también "Si tuviera un martillo" en la voz de Victor Jara, y "Leaving on a Jet Plane" con John Denver, solo en la voz de Mary Travers, esas canciones llegaron a ser lo que son.... Esta semana, ella perdió su última lucha contra el cancer, y con su partida, la canción protesta en inglés recibe uno de los zarpazos finales de una muerte largamente anunciada y provocada.



lunes, 14 de septiembre de 2009

Los Nuevos Próceres

Desde que Paco Flores dolarizó la economía salvadoreña, ha sido más complicado explicarle a nuestros ciudadanos, incluyendo a los que han programado transmitir el film de ficción "El Patriota" este martes 15 en TCS, que los próceres de la independencia de El Salvador no son Benjamin Franklin, ni Thomas Jefferson, ni mucho menos el personaje encarnado por Mel Gibson en el film mencionado antes.

He incluido dos nombres no por casualidad, ya que antes de involucrarse en la revolución por la independencia de lo que hoy es EE.UU., Jefferson y Franklin eran científicos. Franklin era venerado en EE.UU. y Europa como fundador del nuevo campo de la física de la electricidad. De hecho, él inventó la varilla "Franklin", el diseño de pararrayo que todavía se usa en casi todo el mundo. En su tiempo un predicador lo acusó de interferir con los designios de Dios, ya que se interpondría con su aparato entre la mano divina y los mortales cuyos nombres ya estaban escritos en el cielo en la orden del día. Tampoco es casualidad que un conocido negocio de óptica en El Salvador haya sido bautizado en su honor.


"Thomas Jefferson [1] era un científico. Así es como se definía él mismo, pero no existía la oportunidad de dedicarse a la ciencia en la Virginia prerrevolucionaria. Fue responsable, más que nadie, de la idea de que ni los reyes, ni los curas, ni los alcaldes de las grandes ciudades, ni los dictadores, ni una camarilla militar, ni una conspiración de facto de gente rica, sino la gente ordinaria en conjunto debe gobernar las naciones. Escribió la declaración de independencia de EE.UU. -un documento que en su momento fue denunciado por conservadores de todo el mundo: la monarquía, la aristocracia y la religión avalada por el Estado... eso era lo que defendían entonces los conservadores. En una carta compuesta pocos días antes de su muerte escribió que la luz de la ciencia había demostrado que la masa de la humanidad no ha nacido con una silla de montar a la espalda, y que tampoco unos pocos privilegiados nacían con botas y espuelas. La historia le enseñó que los ricos y poderosos roban y oprimen si tienen la más mínima oportunidad. Describió a los gobiernos de Europa, a los que pudo contemplar con sus propios ojos como embajador americano en Francia. Decía que bajo la pretensión de gobierno habían dividido a sus naciones en dos clases: lobos y ovejas. Enseñó que todo gobierno se degenera cuando se deja solos a los gobernantes, porque estos por el mero hecho de gobernar- hacen mal uso de la confianza pública. El pueblo en sí es la única fuente prudente de poder. Pero le preocupaba que el pueblo- y el argumento se encuentra ya en Tucídides y Aristóteles- se dejase engañar fácilmente. También subrayó, apasionada y repetidamente, que era esencial que el pueblo entendiera los riesgos y beneficios del gobierno, que se educara e implicara en el proceso político. Sin él, los lobos lo engullirían todo. Así lo expresó en Notas sobre Virginia:


En todo gobierno sobre la tierra hay algún rastro de debilidad humana, algún germen de corrupción y degeneración que la astucia descubrirá y la malicia abrirá, cultivará y mejorará de manera imperceptible. Todo gobierno degenera cuando se confía sólo a los gobernantes del pueblo. El propio pueblo es por tanto el único depositario seguro.......


Jefferson tuvo poco que ver con la redacción final de la constitución de Estados Unidos; cuando se estaba gestando, él ocupaba el cargo de embajador en Francia. Le satisfizo la lectura del documento con dos reservas: No se ponía límite al número de períodos que podía gobernar un presidente. Eso propiciaba que un presidente se convirtiera en rey de facto, si no legalmente. La otra gran deficiencia era la ausencia de una declaración de derechos. El ciudadano, la persona media, no estaba bastante protegida de los inevitables abusos de poder de los que lo ejercen. Creía que el hábito del escepticismo era un requísito esencial para una ciudadanía responsable. Arguía que el coste de la educación es trivial comparado con el coste de la ignorancia de dejar el gobierno a los lobos. Creía que el país solo está seguro cuando gobierna el pueblo."

Carl Sagan resume el pensamiento de Jefferson, sugiriendo de manera provocadora que los verdaderos patriotas están obligados a hacer preguntas dificiles a sus gobernantes. Algo así como lo que hace Michael Moore, quién no tiene ningún empacho en declarar que él es el patriota número 1 en EE.UU.


Creo que algunos padres y madres salvadoreños tendrán que pensarselo más de dos veces antes de contestar a los niños las inevitables preguntas:

-¿Quién es el señor que aparece en este billete?

O peor aún, si les preguntan:

-¿Y Por qué no aparecen Manuel José Arce, José Matías Delgado, José Simeón Cañas, etc. en los billetes, o en las monedas?

Por fortuna para los conservadores, Jefferson aparece solamente en el reverso del billete de $2, el cual no es tan común, de lo contrario tendrían que hacer muchas piruetas para no explicar las todavía escandalosas -en El Salvador- ideas de Jefferson, una práctica bastante frecuente cuando se trata de pureza ideológica en las huestes conservadoras. Franklin, por otra parte, aparece en el billete de $100, el cual tampoco es tan popular en nuestro país por razones obvias.

Para la segunda pregunta, ni modo, paciencia como dice Serrat: Nunca es triste la Verdad, lo que no Tiene es Remedio.

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[1] Los párrafos acerca de Jefferson son una adaptación del artículo "Los Verdaderos Patriotas Hacen Preguntas" escrito por Carl Sagan y Ann Druyan.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Jugando con Fuego

Desde los tiempos de John Reed, el trabajo de los corresponsales de guerra ha tenido como constante, además de la cotidianidad del peligro, el esfuerzo por no involucrarse con la realidad que están cubriendo. John Reed mismo, no pudo mantener esa distancia, se involucró, y finalmente, como todos sabemos, murió en la Unión Soviética, y durante mucho tiempo sus restos reposaron al lado de los de Lenin. La primera vez que escuché esta historia, pensé que se trataba de propaganda del film "Reds", basado en la vida de Reed.

Durante la guerra civil, llegó a mis manos el libro biográfico, "John Reed, un revolucionario romántico", no casualmente, leí el libro durante mis visitas al apartamento de Luis Albarrán, y a juzgar por todas las manos por las que pasó dicho ejemplar, bien podría decirse que no pocos de los corresponsales de guerra [y sus aprendices salvadoreños] que cubrían la guerra en El Salvador, tenían a Reed como prototipo del corresponsal de guerra. Varios miembros de esta comunidad, se habían establecido en unos apartamentos ubicados en la colonia Roma, cerca del edificio del canal 2. Entre ellos recuerdo los nombres de Epigmenio Ibarra, Eriko Saz, John Hoagland, Cristian Poveda, y por supuesto Luis "Tocayo" Albarrán, y Luis Díaz que llegaba de visita.

Un par de cosas se aprenden viendo de cerca a algunos corresponsales de guerra en aquella época. Por haber sido testigos de primera línea de los horrores de la guerra, la sensibilidad de algunos los empujó a variadas adicciones para soportar la realidad. A la larga, algunos no lo lograron, como fue el caso de Albarrán, quien según algunos, ya venía tocado mortalmente por los horrores vistos y vividos en el cono sur, durante el período de las dictaduras militares. También existieron los cínicos, los que se preocupaban cuando no ocurría "nada". Es lógico, si te pagan por nota, o por imagen, o por video, un día sin combates, o sin violencia, era indudablemente un día malo. Para la mayoría de salvadoreños, un día malo para los cínicos, era un día más llevadero. Albarrán no era de esa línea. Cuando la agencia para la cual informaba, le sugirió tratar amigablemente al gobierno de Duarte, Albarrán se rehusó, y a la larga esto le costó el puesto, y pasó de una situación relativamente cómoda a una situación casi de miseria, similar a la del personaje encarnado por Richard Gere en el film de ficción "La búsqueda".

Albarrán se había involucrado. Se casó con una salvadoreña, y tuvieron una hija. Había cruzado la línea. Eso no es muy profesional según algunos, pero John Reed también lo hizo: se involucró. Durante la primera guerra mundial se encontraba cubriendo el frente alemán, y disparó hacia el lado norteamericano. Llegó a Rusia para cubrir la revolución, y terminó siendo parte de la historia de la Unión Soviética. Viajó a México para cubrir la revolución, y terminó cabalgando (y probablemente también disparando) al lado de Villa, y entre otras anecdotas, podemos mencionar que fue padrino de bautizo del hijo de uno de los lugartenientes de Villa. También hizo campaña en los medios estadounidenses de la época, en contra de los planes de intervención de EE.UU. en México, y de hecho su cobertura de la revolución servía a ese propósito.

Poveda también se involucró con nosotros, con este país. En sus propias palabras, amaba este país, su mujer era salvadoreña. En los últimos años fue pieza vital de muchas actividades de promoción de la fotografía en El Salvador. Y sus planes aparentemente iban para largo. Sobrevivió la guerra civil de los años 80, y otros conflictos armados alrededor del mundo, y a pesar de todo decidió regresar a El Salvador. Otros sobrevivientes de esa generación, cuando regresan lo hacen transitoriamente, solo para dar una conferencia, o impartir un taller. Pero las complejidades de la violencia social salvadoreña que él registró magistralmente en su film documental "La Vida Loca", a la postre terminaron reclamándolo también como una víctima más de esa dualidad víctima-victimario descrita en el film. Durante los años de la guerra escuché en voz de mi amigo Luis Díaz, una historia describiendo la reacción de Cristian Poveda tras escuchar la canción "Testamento" de Silvio Rodríguez: "Esa canción es un monumento"- exclamó Poveda. No encontrando otra forma de cerrar este texto, he aquí un fragmento de la letra de dicha canción:

Le debo una canción a una bala,
a un proyectil que debió esperarme en una selva:
le debo una canción desesperada,
desesperada por no poder llegar a verla.

Le debo una canción, una, a la muerte,
una a la muerte voraz que se comerá tanto:
le debo una canción en que hunda el diente
y luego esparza con la explosión fuegos del canto.

Silvio Rodríguez