martes, 22 de julio de 2008

Ética de las Profesiones

Dice Serrat que al hombre lo echaron del Edén por confundir lo que está bien, con lo que le conviene. Ese es el dilema ético de la humanidad, y los ingenieros como parte de la misma tienen su propia batalla que librar. A la ingeniería le corresponde un papel para cambiar cifras que desangran: El 13% de la población sufre hambre, el 15% no tiene conexión telefónica, el 20% vive con menos de un dólar al día, el 24% no tiene acceso a la electricidad, y el 39%, al agua potable. Dice Leonardo Boff que "el estado del mundo va atado al estado de nuestra mente. Si el mundo está enfermo, esto es síntoma de que nuestra psique tambien está enferma. Hay agresiones contra la naturaleza y voluntad de dominio porque dentro del ser humano funcionan visiones, arquetipos, que conducen a exclusiones y violencias".

Tal como lo plantea Carl Sagan, "si tuvieramos la posibilidad de comunicarnos con una civilización más avanzada, una pregunta pertinente sería ¿Como sobrevivieron a su adolescencia tecnológica? ¿Como hicieron para no autodestruirse?". Según Hans Jonas es imperativo "un nuevo tipo de humildad, una humildad no debida a la pequeñez de nuestro poder, como pasaba antes, sino a su excesiva magnitud: nuestra capacidad de actuar es más grande que la de prever, evaluar y juzgar". Esto debería estar claro para nosotros despues de repetidos desastres consentidos y catástrofes provocadas, tales como la crónica del autobus la noche del 3 de julio.

En el reporte "El desafío de los valores para el ingeniero del siglo XXI", Carles Ambrojo y Jaume Fabregat retoman las definiciones de ética del medio ambiente y ética profesional del ingeniero: "La ética del medio ambiente apela a un orden ecológico que los seres humanos deben respetar y con el que deben estar en armonia las acciones técnicas, creyendo que no es natural contaminar o trastornar excesivamente el medio ambiente y que la destrucción del mismo somete a las personas a riesgos injustificados. La ética profesional del ingeniero, como la del científico han sufrido serias transformaciones en los últimos treinta años. A inicios del siglo pasado se asumía que la principal obligación del ingeniero era con su patrón o empresa. En los años setenta se empezó a cuestionar esta idea debido al poder tecnológico creciente en manos de los ingenieros, y se argumentó que las resposabilidades primarias se tenían que relacionar con el bien de la sociedad y no con el de los patrones [o empresas] individuales". Un ejemplo de este cambio es el codigo de ética del IEEE (The Institute of Electrical and Electronics Engineers). A pesar de todo, este cambio fue posible en parte gracias a la conducta ética de ingenieros y científicos que decideron denunciar a sus patrones o empresas, cuando sus acciones técnicas representaban un peligro contra la sociedad.

Para Adela Cortina, en su artículo "Ética de las Profesiones", publicado en El País, el 20/02/1998, "Buscar la excelencia en la vida cotidiana es lo que pretende la ética de las profesiones. En principio, una profesión es un tipo de actividad social, a la que se han atribuido un buen número de características, entre las cuales destacaremos:
  1. Se trata de una actividad que presta un servicio específico a la sociedad de una forma institucionalizada. El servicio ha de ser indispensable para la producción y reproducción de la vida humana digna.
  2. La profesión se considera como una suerte de vocación. Cada profesión exige contar con unas aptitudes determinadas para su ejercicio y con un peculiar interés por la meta que la actividad concreta persigue.
  3. El profesional, al ingresar en una profesión se compromete a perseguir las metas de esa actividad social, sean cuales fueren sus móviles privados para incorporarse a ella. Los motivos solo se convierten en razones cuando concuerdan con las metas de la profesión. Cuando los motivos desplazan a las razones, se corrompe una profesión y deja de ofrecer bienes que sólo ella puede proporcionar y que son indispensables para promover una vida humana digna. Con lo cual pierde su auténtico sentido y su legitimidad social".
Algunos científicos pagaron un precio muy alto por sus opciones éticas, siendo el caso Galileo el más emblemático. Seguramente que quienes le condenaron eran considerados personas morales [en su tiempo], y de hecho son algunos moralistas quienes todavía insisten en hacer apología de semejante aberración. Es bastante probable que científicos de la talla de Descartes y Newton habrían preferido la seguridad del silencio [incluyendo no publicar], antes que enfrentarse al poder de la iglesia en defensa de sus descubrimientos, tal como hizo Galileo. Otros más cínicos como Voltaire, afirmaban que "el límite del amor a la verdad es el propio pellejo". Al final, la fuerza de la razón ha prevalecido, y la preponderancia actual de la ética tiene una gran deuda con Galileo. A pesar de algunas praxis de ética light o ética elástica en la que se considera justificable mentir desde el estado o para hacer negocios, el razonamiento de estadistas como Jefferson parece más fuerte cada día: "no existe más que una sola ética sin divisiones". Ni siquiera los políticos, los hombres de estado y los hombres de negocios tienen derecho a una moral especial. Mucho menos los profesionales.