domingo, 22 de junio de 2008

El Profesor de Cambridge

"En 1666, a la edad de 22 años, Newton estaba estudiando en la universidad de Cambridge, cuando un brote epidémico, le obligó a pasarse un año en cama en Woolthorpe, su pueblo natal. Durante ese año Newton inventó el calculó diferencial e integral, realizó descubrimientos fundamentales sobre la naturaleza de la luz y estableció las bases para la teoría de la gravitación universal. Cuando le preguntaban como había llevado a cabo sus descubrimientos, Newton contestaba enigmáticamente: "Pensando en ellos." Su labor era tan importante que su profesor en Cambridge, Isaac Barrow, renunció a su cátedra de matemáticas y la cedió a Newton cinco años después de que el joven estudiante regresase a la universidad."

El párrafo anterior escrito por Carl Sagan, reconoce la importancia histórica del gesto de Barrow, el cual todavía resulta un trago amargo para muchos que probablemente no han llegado a la enseñanza por la vía de la vocación. En el fondo es un asunto de ética. La capacidad intelectual de Barrow le permitió reconocer la genialidad del joven estudiante, y por otra parte, una no tan pequeña dósis de ética, le permitió ceder su posición como titular de la Lucasian Chair of Mathematics. Varios siglos después, Sagan sería testigo de la algarabía que se desató en Cambridge cuando Stephen Hawking tomó posesión como titular de dicha cátedra.

En nuestro medio, a alguien como Newton, lo obligarían a estudiar pedagogía (impartida por profesores que en no pocos casos, no solo no entienden las ciencias naturales -especialmente las matemáticas- sino que tampoco quieren saber nada de las nuevas tecnologías), y las presiones de los envidiosos lo someterían a la jerarquía endogámica. Sobra decir que en el sistema universitario en El Salvador, pesan más los años -y las mañas- que un doctorado o una mínima dosis de genialidad.

La historia de Barrow no puede ser más relevante. Llevada al campo de la ética, esta lección implica que los maestros no deberían tomar el lugar que por naturaleza les corresponde a sus estudiantes. Con mayor razón, una universidad no debería competir en contra de sus egresados, peor aún, si esta competencia es desleal, como ocurre en los casos en que las universidades ofrecen los mismos servicios que los egresados [o sus empresas], pero obviamente en clara desigualdad de condiciones.



martes, 3 de junio de 2008

Comentando el Documento de Política Energética del Gobierno de El Salvador

El barril de petróleo llegará a $200, antes de que finalice el 2008, afirmó el 21/05/2008 Arjun N. Murti, un analista de Goldman Sachs, conocido por lanzar ráfagas de predicciones pesimistas en el mercado de petróleo [y apodado Casandra en algunos círculos financieros]. Hace algunos años, Murti fue motivo de burlas cuando predijo que el barril de petróleo alcanzaría los $100. Si en las condiciones actuales ($129.6/barril), el galón de gasolina ha alcanzado valores promedio de $4.00 en los EE.UU. (casi $5.00 en El Salvador), para finales de año podríamos llegar cerca de los $6.00/galón en EE.UU (entre $7.00 y $8.00 en El Salvador). Otros analistas opinan que en realidad nadie sabe cual será el comportamiento del precio del crudo, de manera que un escenario menos pesimista predice un rango de precios entre $70 y $150 el barril. Algo es seguro: los tiempos del combustible barato ya pasaron.

Después de la primera crisis petrolera [1973], los países desarrollados se dieron cuenta de manera brutal, de la necesidad de establecer políticas energéticas para afrontar la nueva realidad. El presidente Carter estableció la Secretaria de Energía en 1977, designando a un republicano para el cargo de ministro de energía. Una de las primeras acciones políticas de Ronald Reagan fue arrancar del tejado de la Casa Blanca el convertidor térmico solar que había sido instalado por el Presidente Carter [el cual serviría para satisfacer aproximadamente un 20% de las necesidades energéticas de la Casa Blanca, y más importante aún, permitiría al presidente ejercer liderazgo en el uso de energías renovables]. Por si fuera poco, [Reagan] designó a un dentista como Ministro de Energía. Más claro no canta un gallo: los conservadores casi siempre abordan estos temas de mala gana. En tiempos más recientes, Bush se ha rehusado a ratificar el protocolo de Kyoto, el cual fue firmado por Clinton.

En 1994, el Gobierno de El Salvador se embarcó en el Programa de Expansión Sector Energía, proyecto de $332 Millones, de los cuales $215 corresponden a un préstamo BID. Este programa incluía el Proyecto de Conservación de Energía (con monto desconocido, pero estimado aproximadamente entre $4 y $8 Millones). En el Project Completion Report se puede leer "Dentro del marco de la reestructuración del sector eléctrico, CEL dejó de ser responsable del area de conservación de energía por lo que este componente se transladó al Ministerio de Medio Ambiente y finalmente se canceló y no se ejecutó". Traducción: "Falta de voluntad política". Entre 1996 y 1998, el autor representó a ASIMEI en la Comisión de Eficiencia Energética del Ministerio de Economía. En un cierto momento se propuso al ministro la elaboración de un anteproyecto de Ley de Uso Racional y Eficiencia Energética, similar a la ley 7447: Regulación del Uso Racional de la Energía de Costa Rica. La respuesta [un contundente !!no¡¡] habría llenado de orgullo a Ronald Reagan. De nuevo, la falta de voluntad política fue evidente.

A pesar de todo, el ministerio de economía hizo púbico hace aproximadamente un año el documento de política energética del gobierno de El Salvador. El reconocimiento de la necesidad de contar con una política energética es un cambio de actitud muy significativo, al menos en el papel. Sin embargo, la falta de metas cuantificables (eficiencia energética, proyecciones, etc.) le resta seriedad a la versión actual. Más importante aún, se ha evitado tratar algunos problemas de fondo. Entre estos podemos mencionar:

Independencia y Seguridad Energética. El grado de autonomía del estado salvadoreño para tratar con el cártel de la industria petrólera es limitado, o nulo. En EE.UU se ha conocido la semana anterior, que los reguladores federales han estado investigando las prácticas que rodean la compra, transporte, almacenamiento y comercialización de los contratos de petróleo. ¿Cuando será capaz el estado salvadoreño de hacer algo semejante? El problema de la autonomía [Independencia y Seguridad Energética de acuerdo al documento de política energética de los EE.UU.], también es determinante para que el Estado de El Salvador haga sus proyecciones (escenarios de renovables contra fósiles) de acuerdo a los intereses de todos los sectores de la sociedad salvadoreña. La importancia estratégica del problema energético vuelve obligatoria la intervención del estado para influir responsablemente en el funcionamiento del mercado de combustible. Las consecuencias del laissez faire son obvias: Compramos petróleo de Suramérica a precios de Texas. Por otra parte, renunciamos voluntariamente al Pacto de San José. Uno no puede menos que preguntarse: ¿Para quién trabajan nuestros gobernantes?

Energía Eléctrica. En el Sector Eléctrico, los resultados de una década de desregulación son bastante claros. El costo de la energía (kWh) en el AMSS (Area Metropolitana de San Salvador) para consumidores residenciales, es equivalente al valor promedio de las tarifas eléctricas en EE.UU. El consumidor promedio (154 kWh) debe pagar el equivalente a 5 días de salario mínimo. Los objetivos de la política energética en este sector deberían incluir:

(1) Acceso universal [de hecho, el acceso debería ser considerado como un derecho humano];
(2) Promover la autosuficiencia y la honestidad;
(3) Enviar señales económicas correctas; y
(4) Ser financieramente sostenible

Las tarifas basadas en plena recuperación de costos no funcionan en países en vías de desarrollo. Satisfacen los objetivos 3 y 4, pero mucha gente se queda fuera del mercado, o es tentada a robar electricidad, violando los objetivos 1 y 2. Hasta hace poco tiempo, el sistema ha promovido el uso ineficiente de la electricidad (el costo de la electricidad es prácticamente el mismo en cualquier horario), violando el objetivo 3. Por otra parte, los países en vías de desarrollo no necesitan los mismos niveles de calidad que New York o Tokio. No es una desgracia manejar un Hyundai. Es una desgracia insistir en un Mercedes Benz que no podemos pagar. Las Normas deberían ser desarrolladas [adoptadas] en un punto diferente en la curva de compromiso de costo contra calidad. De todas maneras, los inversionistas de alta tecnología evalúan indicadores [por ejemplo el SARFI-70] que no forman parte de las normas de calidad de la energía vigentes en El Salvador. Para incluir estas categorías de fenómenos, se requieren contratos especiales, tales como el contrato Emeraud de EDF. Las normas de calidad de la energía de SIGET, en apariencia más estrictas que algunas normas internacionales tales como la EN50160, no incluyen los problemas más recurrentes observados en El Salvador; pero su puesta en vigencia podría servir de pretexto para hacer pasar prácticas rutinarias de mantenimiento como costos de calidad del servicio. A pesar de lo anterior, y de acuerdo a estadísticas oficiales, la diferencia en los niveles de calidad eléctrica [interrupciones] entre los sistemas de transmisión (estatal) y distribución (privado) es significativa. La diferencia en los niveles SARFI-70 entre los sistemas de transmisión y distribución es de mayor magnitud [esto es lo que indagarían empresas como Intel, Microsoft, etc. antes de invertir en El Salvador]. Antes de la desregulación, el Gobierno de El Salvador se embarcó en varios proyectos para rehabilitar el sistema eléctrico nacional, incluyendo el Programa de Expansión Sector Energía ($332 Millones). Los operadores privados del sistema de distribución eléctrica [aparentemente] no han realizado inversiones equivalentes. En la actualidad, se comienzan a escuchar voces [incluso en el sector privado], que advierten que los costos de transmisión deberían ser actualizados.

Integración Energética Centroamericana. De nuevo, preocupa que en el aspecto financiero, de los costos de la interconexión ($330 Millones), el sector privado aporta un 25%; y al final se convierten en operadores de la red. Por otra parte, los nuevos proyectos de generación en base a carbón (250 MW) y gas natural (600 MW), ubicados en La Unión, requieren una ampliación local de la red de transmisión [que deberá ser financiada por el estado]. Estos 2 proyectos, que equivalen aproximadamente a la demanda actual de El Salvador, aparentemente han sido diseñados pensando más en la Integración Energética Centroamericana, que en satisfacer el crecimiento del consumo y de la demanda en El Salvador. Una vez en operación, los ticos y los nicas tendrán energía limpia; mientras que los habitantes de La Unión recibirán dósis personales y colectivas de calentamiento global. Issac Asimov, jamás habría imaginado que para montar en escena "Los propios Dioses", bastaba venir a El Salvador. Por otra parte, el funcionamiento de sistemas interconectados ha sido citado como una de las principales causas de problemas de confiabilidad tales como apagones y daños severos de equipos de los sistemas de generación, transmisión y distribución durante fallas; o incrementos abruptos de la demanda. Lo anterior se agrava por la naturaleza de los sistemas desregulados. Una definición alternativa de la desregulación en el sector eléctrico en EE.UU., la acuñó Charles Alexander, presidente del IEEE en 1997: "Desregulación significa que de cada 3 ingenieros en el sector eléctrico, solamente uno conserva su trabajo". Además se recortan costos de mantenimiento de relays de protección, cuadrillas de poda de árboles, etc. (ver compendio de material de IEEE Spectrum). En el nuevo escenario, muchas decisiones técnicas son tomadas por personal no-técnico. Las transacciones de mercado se hacen en megaWatts (o gigaWatts); sin embargo los problemas de confiabilidad (incluyendo algo tan básico como la regulación de voltaje) tienen estrecha relación con la necesidad de instalar potencia reactiva [los megavar o gigavar] en los puntos de utilización. Finalmente, el concepto de "loop flow", que ahora es estudiado incluso en las buenas escuelas de negocios de EE.UU. La potencia eléctrica fluye buscando la trayectoria con menor resistencia. Sin embargo, las transacciones eléctricas se programan entre dos puntos específicos sin tomar en cuenta el flujo real de energía. El flujo de malla resulta del efecto de esos flujos no programados. En el caso del apagón del 2003 en el noreste de EE.UU., cuando las líneas en Ohio se desconectaron, la electricidad encontró una trayectoria a través del estado de Michigan y luego de regreso hasta Ohio. El resto es historia.

Eficiencia Energética. En este punto, el documento de política energética del Gobierno de El Salvador carece de metas cuantificables, y más aún , revela el temor de adquirir compromisos verificables. Para ser propositivos citaremos un ejemplo, de como podrían hacerse las cosas. En 1999, el Presidente Clinton firmó la Orden Ejecutiva 13123 "GREENING THE GOVERNMENT THROUGH EFFICIENT ENERGY MANAGEMENT". En este decreto se establece que mediante proyectos financieramente rentables [a lo largo del ciclo de vida], todas las instalaciones del gobierno federal reducirán su consumo de energía en un 35% en el 2010 en comparación a los niveles de 1985. Bush revocó el decreto 13123, pero firmó en el 2007 la orden ejecutiva 13423 "Strengthening federal Environment, Energy, and Transportation Management", en la que se establecen metas del 30% de ahorro de energía [en todas las instalaciones públicas] para el 2015, en comparación al 2003. En el caso salvadoreño, se puede estimar que la factura anual de electricidad del sector público (excluyendo a ANDA) se encuentra aproximadamente entre $30 Millones y $90 Millones. Las metas de ahorro que el GOES puede asumir, representarían un ahorro anual de entre $9 y $27 Millones (más la inflación; e incremento de la demanda y el consumo) dentro de 10 años, si adoptamos la gradualidad; y más importante aún, se estimularía el mercado de tecnologías y servicios eficientes. En EE.UU., estos decretos presidenciales han dado lugar al FEMP (Federal Energy Management Program), el cual es parte de una iniciativa más amplia para ahorrar energía, el EERE (Energy Efficiency and Renewable Energy). Para calificar a los productos que cumplen los objetivos del FEMP, existen marcas de calidad tales como la Energy Star. En nuestro caso, podríamos adoptar la marca Energy Star, o algo más próximo como el sello FIDE, para las compras gubernamentales. Para el sector privado, dentro del EERE existe el Industrial Technologies Program, el cual es un modelo de lo que podría hacerse en el sector industrial. Un proyecto del Industrial Technologies Program que vale la pena mencionar es el Energy Assesment, en el cual se realizan auditorías energéticas sin costo [para los consumidores], en sitios de gran consumo que cumplen con los requerimientos del proyecto. Este proyecto podría ser el modelo para un proyecto demostrativo de eficiencia energética en la industria en El Salvador.

Transporte. En este sector, el documento del GOES omite dos problemas que son vox populi en El Salvador: (i) falta de controles en vehículos privados y (ii) falta de regulación en el transporte público. En la actualidad, son más de 600,000 vehículos, y la cuenta sigue aumentando. El Salvador, es de los pocos países en los que se permite la importación aparentemente irrestricta de vehículos usados, los cuales despérdician energía, contaminan el aire, causan accidentes, etc. Por otra parte, en la mayoría de países desarrollados, el transporte público es regulado, y en muchos casos municipal. El estado actual del transporte público genera las mismas categorías de problemas que los mencionados para los vehículos viejos: despérdicio de energía, contaminación del aíre (Las enfermedades respiratorias compiten con las enfermedades gastrointestinales por la causa más generalizada de enfermedades en El Salvador), contaminación acústica, accidentes, etc. Sería esperanzador, que en la nueva versión del documento de política energética del GOES, se incluya una propuesta de anteproyecto de ley abordando estos dos problemas.

BíoCombustibles. En la actualidad las consecuencias de los bíocombustibles ya son visibles. El problema de los alimentos es la consecuencia más sensible de esta actividad. En este campo no es sorprendente que las conclusiones de Castro, coincidan con las de los editorialistas de Times Magazine (ver el artículo "El pecado de quemar la comida" de Sergio Ramírez, publicado en La Prensa Gráfica el 10/05/2008). El otro problema es ambiental. Las prácticas de los productores de caña de azucar dificilmente pasarían una auditoría [o certificación] ambiental, si lo que se ofrece es energía verde. El etanol, probablemente contamina menos cuando se usa como combustible [en comparación a los combustibles 100% fósiles]; pero su proceso de producción [incluyendo la práctica sistemática de incendiar los cañaverales] es sumamente contaminante, y en el caso de países como El Salvador obviamente produce gases de efecto invernadero. En general los procesos químicos de producción de bíocombustibles, distan mucho de ser amigables con el medio ambiente, y con una legislación ambiental tan amigable con los empresarios, los pronósticos de contaminación no pueden ser más pesimistas. Como reza la frase de Schiller que inspiró a Asimov: "Contra la estupidez, los mismos dioses luchan en vano".